El anuncio de la ruptura de un sector de militantes de nuestro partido genera, sin dudas, angustia y hasta incluso inseguridad en parte de la vanguardia militante de nuestro país, que se dedica sinceramente a la lucha por una revolución socialista que libere a todos los explotados y oprimidos de los males del capitalismo.
Por Zé Maria – presidente nacional del PSTU
Sabemos que sin un partido revolucionario fuerte, enraizado entre los sectores más explotados de nuestra clase, esa revolución será apenas un sueño.
Quiero en primer lugar decir que respeto a todas y todos los camaradas que rompieron con nosotros. Son revolucionarios que caminaron en la lucha con nosotros durante mucho tiempo, y dieron su contribución para la construcción de nuestro partido. Y que lamento mucho la decisión que tomaron.
Pero no puedo dejar de decir que considero un error importante lo que los camaradas hicieron. Romper con un partido revolucionario para construir otro no es una forma de fortalecer esa construcción. No ayuda en el combate a las alternativas reformistas que disputan la conciencia de la clase trabajadora y la dirección de sus luchas.
Es verdad que surgieron diferencias políticas importantes entre nosotros (vea la nota de los camaradas y la respuesta de la dirección del PSTU en este mismo espacio). No obstante, son diferencias normales en un debate entre revolucionarios, en un partido que es vivo, que interviene en la lucha, y que discute internamente para definir con qué posición intervenir.
Lo que puede dirimir tales diferencias en una organización como la nuestra, cuando en el debate democrático precongresual no se produce una síntesis, es la práctica, a través de la aplicación de la política votada por la mayoría.
No había, en este sentido, diferencias irreconciliables, aún más en un debate que apenas se inicia. Innumerables compañeros y compañeras que tenían las mismas posiciones de los compañeros, en su totalidad o en parte, siguieron en el PSTU sin abrir mano de ninguna de sus posiciones políticas.
Es justa la preocupación de los camaradas en evitar una postura sectaria o autoproclamatoria. Y, sin duda, ya cometimos errores en uno y otro sentido. Pero el proceso de luchas que vive Rio de Janeiro hoy –las huelgas y movilizaciones de los empleados públicos y trabajadores de las estatales, de metalúrgicos, desempleados y estudiantes– es bastante ilustrativo de la postura del partido.
La actuación de la militancia del PSTU, al lado de muchos otros dirigentes y activistas de otras corrientes, en la construcción de esta movilización fue ejemplar, luchando por una unidad de acción amplia, que uniese a todas las entidades que quisiesen luchar. Dentro de este proceso, llevamos nuestra política al movimiento. Es en eso que creemos.
Debilitar esa alternativa es debilitar la construcción de una alternativa revolucionaria en nuestro país; por eso fue equivocado romper. Así, solo puedo decir a los camaradas que espero que los procesos de la lucha de clases, y el debate que entablaremos en movimiento, los traigan de regreso.
A los millares de luchadores por todo este país, que se reflejan en nuestro esfuerzo por construir un partido socialista y revolucionario en el Brasil, les digo que seguiremos. No son solo flores que recogemos en el camino. Pero las batallas más difíciles son las que aún tenemos por delante. Vengan con nosotros, a construir el PSTU, un partido obrero, socialista y revolucionario.
Traducción: Natalia Estrada.