En una imagen impredecible solo hace unos años, la fotografía oficial de la Casa Real se ha quedado escuálida. Una Borbón, es decir, un miembro de esa Casa Real está sentada en el banquillo de los acusados, por que “no sabía” lo que hacía su marido, de la misma manera que una ex ministra “no sabía” que su ex marido tenía un Jaguar en el garaje.
Por Roberto Laxe
Primero fue el «cese de la convivencia» (¡se divorciaron! hipócritas nacional católicos) de la infanta Elena y Marichalar; poco después empezaron los problemas con el caso Noos y Urdangarín, que han dado con la infanta Cristina en el banquillo, y de transfondo la dimisión del Rey en el 2014. A esta cadena de problemas se le unen los mensajes de apoyo de la actual reina a López Madrid “investigado” por las “tarjetas black” de Bankia y varios asuntos más, yerno de Villar Mir, un ex ministro de Franco y uno de los capitalistas que se enriquecieron con la dictadura.
Desde los medios oficiales y del régimen se intenta separar el desgaste de la Casa Real de la situación política y económica de la sociedad, como si fuera un problema de un rey envejecido y de una hija demasiado ambiciosa… que se juntó con malas compañías.
Pero acaso los despilfarros reales son inseparables del ambiente de corrupción que atraviesa el estado español, acaso es creíble que el rey dimitido tenga una fortuna valorada en miles de millones de euros, siendo público que cuando llegó al Estado Español fruto del acuerdo de un sector de los monárquicos con la dictadura, su familia no tenía casi propiedades.
Lo que esta sucediendo con la familia Borbón no es más que parte de la corrupción que tiñe toda la situación social española, en un momento en el que 13 millones de trabajadores y trabajadoras están en el umbral de la pobreza, cuando cientos de miles de parados y paradas son excluidos del acceso a la Seguridad Social o miles de personas dependientes ven como sus ayudas nunca llegan, obligando a sus familias a un sufrimiento brutal para mantenerlas con un mínimo de dignidad.
Pueden taparlo todo lo que quieran; por mucho que las fuerzas políticas y sindicales del régimen, incluidas las que dicen representar la “nueva política” miren para otro lado; como si la crisis de su principal, la Casa Real, cuyo máximo representante es el que decide quién se presenta a presidente del gobierno, no fuera asunto más que de las paginas de la prensa del corazón. Lo cierto es que la Casa Real es la institución política central del 78, garantía de la herencia del franquismo a través de mil hilos personales o empresariales como los mensajes entre la reina y el yerno de Villar Mir, y el rey es lla figura que concentra más poder, al ser el Jefe del Estado Mayor de los Ejércitos.
La corrupción que les afecta es, por ello, un problema político como la que infecta todas las instituciones del régimen. Por ello, es una corrupción que no se “regenera” con medidas cosméticas, esta inscrita en su misma herencia franquista, y que en los 80 se conoció como la “cultura del pelotazo”. Para librarnos de esta corrupción hay que librarse del régimen que la genera. No le queda otra a la población trabajadora que la de retomar el camino de la movilización social, paralizada desde que el 22M del 2014 y las manifestaciones espontáneas tras la dimisión del viejo rey, en junio de ese año.