El reciente viaje del Papa Francisco por Cuba y Estados Unidos ha generado un gran impacto mundial. Con sus discursos contra la pobreza, la pena de muerte y la exclusión de los inmigrantes, no son pocos los diarios del mundo que se animan a llamar a Francisco como un Papa de “izquierda” y al servicio de los pobres, despertando expectativas en muchos compañeros y compañeras sobre la posibilidad de un cambio de rol de la tradicionalmente conservadora Iglesia Católica.
En realidad, más allá de los gestos y discursos, el viaje comprueba un apoyo explícito al plan de Obama y Castro para levantar el bloqueo a Cuba y facilitar la entrega de la isla a las “inversiones” norteamericanas. Con una nueva forma, la Iglesia Católica sigue estando del lado de los poderosos, y se reinventa como un instrumento al servicio del imperialismo que nos somete diariamente.
Los diarios y agencias de noticias más importantes del mundo dedicaron sus editoriales para retratar la importancia de la última visita del Papa Francisco a Cuba y Estados Unidos. Sus discursos en la Plaza de la Revolución de La Habana, en la Casa Blanca, en el Capitolio de los Estados Unidos y en la Asamblea de la ONU fueron destacados como históricos, y todos han coincidido en catalogar este viaje como la tarea más exigente de Francisco desde su asunción. Y no es para menos, el Papa fue a rendir examen al centro del poder imperialista, llegando adonde ningún otro pontífice lo había hecho antes. Y el resultado fue una ovación con “lágrimas en los ojos”. Los aplausos obtenidos en esa cueva de bandidos son razones más que suficientes para que los trabajadores y el pueblo del mundo no depositemos ninguna confianza en lo que provenga de esos rumbos.
Quizás como ningún otro, el nuevo Papa ha asumido la ejecución de su agenda política impregnando su nuevo rol en cada discurso. Cada vez queda más claro cuál fue la causa de la extraña renuncia de Benedicto XVI, algo poco frecuente en la Iglesia Católica. Si bien están presentes las internas de esta institución milenaria, nada importante se ha modificado en su estructura. Evidentemente el primer Papa latinoamericano emergió como una necesidad de la propia Iglesia de recuperar a sus feligreses y adaptarse a los tiempos que corren. Francisco es sólo un producto del cambio de política de ésta.
No obstante, seguramente muchos valiosísimos compañeros y compañeras que quieren un mundo sin pobreza, sin explotación ni opresión, vean hoy a Francisco como una referencia. Para nosotros, con absoluto respeto de sus creencias religiosas y sus expectativas, queremos decirles que lamentablemente los hechos demuestran que este cambio en la política de la Iglesia sigue estando en sintonía con el gobierno de Obama y el amo imperialista a escala mundial. Es decir, fiel a su tradición milenaria, el “Papa de izquierda” no es más que una cara más amable de la misma Iglesia Católica al servicio de los poderosos de siempre.
Con Obama al servicio del imperialismo norteamericano
“Todos conocemos y estamos sumamente preocupados por la inquietante situación social y política”, dijo el Papa en una parte de su extenso discurso ante ambas cámaras del poder legislativo en “la tierra de los libres y en la patria de los valientes”, como el mismo definió a los Estados Unidos en dicho discurso. Esa fue la forma diplomática elegida para describir como la situación mundial se torna cada vez más revolucionaria.
Y su lectura no es equivocada. Él sabe perfectamente que el avance de la crisis económica y la resistencia de los trabajadores y los pueblos de todo el mundo ha cuestionado todo el dispositivo de dominación imperialista a escala internacional. Hoy asistimos a revoluciones, guerras, catástrofes que se multiplican y empiezan a buscar una salida. Los hechos que conmueven al mundo con la crisis migratoria en Europa y el estallido de la revolución siria son algunos reflejos de hacia dónde nos lleva esta barbarie capitalista. Las huelgas y movilizaciones obreras y populares sacuden todo el planeta. El stalinismo ya no puede cumplir su rol de contención de estas luchas como lo hizo en buena parte del siglo XX, derrotado por las revoluciones de las masas de la antigua URSS y el Este europeo. Y es en este escenario donde la Iglesia -y las grandes religiones- salen a jugar sus cartas en el concierto mundial. A pesar de las disputas entre ellas, todas aprovechan su influencia sobre el movimiento de masas para impedir que los trabajadores y trabajadoras tomen el futuro en sus propias manos, construyan sus propias herramientas y se movilicen consecuentemente hasta derrocar este sistema que los condena.
Así es como detrás de los llamados al diálogo y a la paz se esconde un apoyo a la política que lleva adelante el presidente Barack Obama al frente del imperialismo norteamericano. Evocando a Abraham Lincoln y a Martin Luther King tuvo palabras para conformar a todos, demócratas y republicanos, y alinear la tropa detrás de una misma política. El anuncio de la renuncia de John Boehner, Presidente de la Cámara de Representantes (diputados) de Estados Unidos y hombre duro del bloque republicano tras la visita papal, parece ser un guiño en este sentido.
Y estas coincidencias no son para nada novedosas. Al poco tiempo de haber llegado a Roma fue el propio Francisco quien viajó a Medio Oriente a “rezar” junto a otros líderes religiosos, en un claro apoyo a la reaccionaria política de la construcción de los dos Estados que impulsa el propio Obama. Esa misma política que viene fracasando y permite que el Estado de Israel siga masacrando al pueblo palestino. También es este Papa quien habla acerca de que “los muros no son la solución” ante los refugiados que huyen de Siria, pero no se ha pronunciado en apoyo de la revolución que lucha contra la dictadura asesina de Bashar Al Assad, uno de los responsables de producir esta “catástrofe no vista desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial”. Y mientras habla en defensa de los pobres, apoya políticamente a los gobiernos que ajustan y hunden en la pobreza a sus propios trabajadores para salvar las ganancias de las multinacionales, como lo hizo en Brasil con su primer viaje por América Latina.
Junto al castrismo “bendiciendo” los puentes de la restauración capitalista
Antes de llegar a Washington, el Papa estuvo en tierra cubana. Nada es casual en la agenda del Vaticano, y esta vez no fue la excepción. Porque el Papa Francisco jugó un papel determinante en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.
Si bien los comunicados de prensa se empeñaron en señalar el carácter pastoral del viaje, el Papa se negó a recibir a los disidentes del régimen cubano de la propia isla, en un claro mensaje de apoyo a los hermanos Castro. Éste a su vez le llevó el anuncio del secretario del Tesoro norteamericano, Jacob Lew, flexibilizando las trabas “en materia de ampliación de remesas, viajes, telecomunicaciones, servicios de internet y operaciones comerciales en Cuba”.1 Esta fue la antesala de las gestiones abiertas entre Castro y Obama en Naciones Unidas para levantar el bloqueo comercial en forma definitiva. En contrapartida, y como forma de pago por los servicios prestados, el régimen castrista le devolvió a la Iglesia católica cubana varias propiedades que habían sido expropiadas por la revolución.
Así como su hermano Fidel tuvo que recibir al entonces Papa Juan Pablo II en el año 1998, en ese entonces para consolidar la penetración del capital europeo en el proceso de restauración capitalista en Cuba, esta vez fue Raúl Castro quien recibió con todos los honores a Francisco en La Habana. Casi veinte años después, un nuevo Papa vino a “bendecir” los “puentes del diálogo” que permiten la entrada del capital norteamericano en el reparto del saqueo de la Isla.
Incluso, esto ha traído disconformidades al interior de la propia corriente castrista. Aleida Guevara, la hija del Che Guevara, se negó a cumplir el llamado del Partido Comunista de Cuba (PPC) a concurrir a la misa realizada por el Papa Francisco en la Plaza de la revolución: “A la misa no (voy) porque eso para mí es hipócrita (…), ¿Qué voy a hacer parada ahí, horas y horas? (…), “es como una tarea de Partido prácticamente, con lo cual yo no estoy totalmente de acuerdo”2, agregó.
Justamente, es la dictadura del PC quien se abraza a la popularidad del Papa para morigerar el descontento creciente en el pueblo cubano ante el brutal ajuste que se viene implementando para permitir que lleguen las “inversiones” capitalistas a la Isla. Todas las corrientes castrochavistas que destacan la participación de Raúl Castro en la ONU y en la Cumbre de las Américas como un triunfo del pueblo cubano, en realidad esconden una nueva entrega del régimen castrista al servicio del poder imperialista. Algo que cada vez resulta más evidente.
Notas
1Leer nota completa en http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-281963-2015-09-18.html
2Leer nota completa en http://www.telesurtv.net/news/Hija-del-Che-Guevara-cuestiona-visita-papal-a-Cuba-20150919-0023.html