Un año después de la firma del acuerdo de la vergüenza, la situación de los refugiados que llegan o intentan llegar a Europa huyendo de calamidades en sus países se ha deteriorado. El coste humano es la consecuencia más visible de la política de la Unión Europa para reducir el flujo migratorio hacia continente.
Por May Assir y Gabriel Huland
Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), “desde la entrada en vigor del acuerdo, más de 4.800 personas han muerto ahogadas en el Mediterráneo, un 25% más que en el mismo periodo del año anterior”. En lo que va del año, 525 personas han muerto en el Mediterráneo intentando llegar principalmente a la costa italiana. El año pasado fueron 5.098, según distintas ONG.
Pese las ásperas declaraciones del gobierno turco hacia los gobiernos de distintos países de la UE, incrementadas en los últimos días a raíz de la crisis diplomática entre Ankara y La Haya, el balance del primer año de aplicación del acuerdo de la vergüenza es más que positivo si se analiza desde la perspectiva de la UE.
Desde principios de 2017, cerca de 2.810 personas han llegado a Grecia por mar, un 2% del número registrado el mismo periodo el año pasado (143 mil). Muchos migrantes, sin embargo, están utilizando otras rutas migratorias, como por ejemplo la que sale del Norte de África por Libia. Rutas mucho más peligrosas y donde se están dando la mayoría de las muertes en este momento.
La política de la UE es interrumpir a cualquier costa, por lo menos momentáneamente, el flujo migratorio para tener un mayor control de quienes entran en su territorio. Las autoridades europeas y el FMI ven a los refugiados como mano de obra barata y cualificada que cumple un papel en presionar los salarios a la baja y reactivar la productividad del capital. Por este motivo no puede entrar cualquiera.
Hay cerca de 62.000 personas en condiciones miserables en Grecia y otras 12 mil en Serbia y Bulgaria. Sólo a Italia han llegado este año más de 16.000 personas rescatadas en el mar. Muchos países, como Hungría, Macedonia y Bulgaria, están construyendo muros y cerrando sus fronteras. Todas estas personas están a la espera de ser reubicadas en los distintos países, como parte del plan anunciado por le UE, pero sólo el 9% de las reubicaciones han sido realizadas.
Por otro lado, la UE aumenta la militarización y externalización de sus fronteras, apostando por la creación de centros de internamiento de extranjeros en los países de donde salen la mayoría de los refugiados. En Turquía ya se están creando dichos centros y el próximo paso es hacerlo en Libia.
La situación de los refugiados en Turquía también es degradante. Se calculan que más de 300 mil niños son empleados como mano de obra semi-esclava y no tienen acceso a ninguna clase de protección social. La frontera turco-siria está cerrada y ya se han dado distintos casos de represión y asesinatos de personas que buscaban entrar a territorio turco.
Abrir las fronteras de la UE
La multitudinaria manifestación en Barcelona en solidaridad con los refugiados demostró una vez más que hay una enorme disposición de acoger a los refugiados que llegan a Europa. La xenofobia y la islamofobia no son las únicas ni las más fuertes reacciones a la inmigración. Los populismos de ultraderecha se aprovechan de una parte de la insatisfacción popular para diseminar discursos de odio. Los gobiernos de la UE, sean de derecha o izquierda, lo permiten.
Todos estamos consternados ante los discursos de Trump contra los inmigrantes y ante su política de deportaciones y construcción de un muro en la frontera con México. En Europa, sin embargo, ya se vienen aplicando las mismas políticas restrictivas a la inmigración. La única diferencia es que vienen adornadas con un discurso “humanitario” que no pasa de una enorme hipocresía.
Los refugiados que llegan no vienen por su propia voluntad, sino por motivos político-económicos causados, entre otros motivos, por el saqueo de sus países a manos de empresas europeas y la complicidad de la UE con dictaduras y regímenes sanguinarios.
Por eso, todos los que lleguen a Europa deben poder entrar libremente y se deben facilitar las vías legales para su acogida. En esta labor es muy importante la actividad de las distintas plataformas de apoyo a los y las refugiadas existentes en el Estado español.