Luego de la invasión de Putin a Ucrania, la guerra de resistencia abierta por el pueblo ucraniano ya lleva 6 meses y pone a Eurasia en el epicentro de la lucha de clases mundial. La intervención creciente del imperialismo estadounidense y, en menor medida, del europeo, y la política de sanciones y de ayuda militar no cambian en sí el carácter de la guerra: una guerra de liberación nacional contra una agresión de una potencia militar.
La resistencia armada ucraniana –de composición social obrera y popular– pese a los límites impuestos por su dirección burguesa (Zelensky), se ha prolongado en el tiempo y ha superado los pronósticos del régimen de Putin y de los imperialismos. Esta extensión de la guerra tiene nítidas consecuencias para la lucha de clases en el interior de Ucrania.
La resistencia armada del pueblo ucraniano acelera múltiples contradicciones:
1.- Choca con los objetivos de los Estados imperialistas involucrados en el conflicto y sus alianzas: por un lado, fomenta las rivalidades internas dentro del bloque de la OTAN (entre EE.UU. y Alemania), por el otro los unifica hacia una solución “rápida” del conflicto; es decir, a imponer a Ucrania la pérdida de su integridad territorial. Esta lucha entre los intereses de la OTAN y Rusia en Ucrania acelera el proceso de semicolonización y tiene fuertes repercusiones en la disputa a escala mundial entre EE.UU. y China.
2.- Cada día que pasa, la resistencia obrera y popular en Ucrania choca con el régimen y gobierno semicolonial de Zelensky, que conspira contra la posibilidad de una victoria militar del pueblo ucraniano contra las tropas invasoras de Putin. Las dos reformas laborales antiobreras que impuso este gobierno de Zelensky tienen como objetivo reforzar los mecanismos legales de coerción que garantizan la explotación de los trabajadores ucranianos durante la guerra y liberan a los capitalistas de su obligación legal de pagar los salarios a los trabajadores que han ido al frente de batalla a defender el país. La lucha de la resistencia obrera y popular por la liberación nacional hoy tiene un centro fundamental en la lucha contra las medidas del gobierno de Zelensky.
3.- La guerra contra la invasión y ocupación ha desarrollado el proceso de armamento de las masas y la creciente organización de un movimiento partisano en las zonas ocupadas, que no están totalmente controlados por la cúpula militar burguesa. Eso produce crecientes temores en las clases dominantes y las potencias imperialistas, ya que la guerra está fogueando a la clase obrera en el manejo de armamento pesado y moderno.
4.- La guerra en Ucrania ha abierto, en un primer momento, una crisis energética, ya que el enfrentamiento militar inició una guerra económica (con las políticas de sanciones y nuevas alianzas) centrada en una disputa de los mercados energéticos (en especial del GNL) y de las zonas de influencia de las distintas potencias. Como consecuencia de esta competencia librada por los monopolios capitalistas y sus Estados, los precios de los combustibles fósiles se han disparado, generando un pico inflacionario en nivel mundial, y una caída brutal del poder adquisitivo de los salarios del proletariado en todos los países.
5.- En un segundo momento, la guerra ha desencadenado una crisis alimentaria grave en escala mundial. Se ha dicho de Ucrania que es “el granero del mundo” ya que es un gran proveedor de cereales para Europa y África, y también de fertilizantes. El bloqueo prolongado de los puertos, que ha impedido la exportación de los granos, ha causado una primera ola inflacionaria en la canasta de alimentación básica. Pero más preocupante es el hecho de que no ha habido siembra este año, por lo que la prolongación y agudización de la crisis alimentaria sigue planteada como consecuencia de la guerra.
6.- Otra dimensión de las contradicciones de esta guerra tiene que ver con la interacción entre la crisis energética y la creciente crisis climática. La salida que están proponiendo las burguesías imperialistas europea y estadounidense a la crisis energética es el aumento rápido de la producción de combustibles fósiles, responsables por el colapso climático: el reinicio del fracking para producir GNL, el emprendimiento de nuevos proyectos petroleros de perforación profunda, y la reapertura de centrales térmicas a base de carbón. Al mismo tiempo, el transporte fluvial de este carbón se complica por efectos de la sequía, lo que también afecta la producción hidroeléctrica en varios países de Europa. En resumen, la salida capitalista a la crisis energética acentúa la crisis ambiental y viceversa. En ese marco, cabe destacar el riesgo que representa la toma por los rusos de la Central Nuclear de Energodar, en Zaporizhie, desde donde disparan misiles al resto del territorio ucraniano, provocando la respuesta de las fuerzas armadas y de la resistencia.
El factor cualitativo que condiciona y agudiza todo lo anterior es la heroica resistencia obrera y popular ucraniana, que pese a la desigualdad en armamento impide la consolidación de las zonas ocupadas. Putin difícilmente podrá consolidar sus objetivos como una tropa de ocupación contra la población hostil y que resiste al enemigo. Es necesario analizar todas las derivaciones y consecuencias que esto traerá dentro de Rusia y su periferia. No debemos subestimar el lento pero profundo malestar [de] las masas rusas ante las crecientes evidencias de empantanamiento de la “operación militar especial”, que dentro de Rusia está prohibido llamar “guerra” y que está penado por la ley.
A la vez que se plantea a los pueblos de Belarus, Kazajistán la necesidad de continuar su lucha para echar a sus gobiernos títeres de Putin. Debemos prepararnos para la posibilidad de estallidos sociales o movilizaciones en la región de la ex Unión Soviética, producto de las contradicciones de la guerra, y también para una aceleración del proceso de bonapartización de sus gobiernos. Incluso, hay focos de tensión militar, como el enclave ruso en la región de Transniester, en la frontera entre Moldavia y Ucrania, sobre el río Dniester.
Hoy, pese a la simpatía con el pueblo ucraniano, la acción independiente de las masas en favor de la resistencia ucraniana –sea en Europa o en escala mundial– está bloqueada, por un lado, por la acción de los aparatos burocráticos, en especial los neoestalinistas y castrochavistas transformados en putinistas, con su “campismo” supuestamente antimperialista. Por el otro, por las políticas de los gobiernos, de apelar constantemente a la “unidad nacional” e intentar convencer a sus proletariados que pueden confiar en sus gobiernos y sus intenciones, con declaraciones de “intenciones de ayuda” al pueblo ucraniano. Corresponde a los revolucionarios denunciar la política hipócrita de los distintos imperialismos y plantear que el proletariado en cada país debe buscar expresar su solidaridad internacionalista con la resistencia ucraniana, con independencia de clase frente a sus gobiernos.
Las contradicciones en el interior del imperialismo
La crisis de la alianza energética ruso-alemana, las interrupciones en el suministro del gas y petróleo, sus efectos económicos y sociales en las masas europeas en el próximo invierno, el aumento de los costos de producción para la máquina de exportación alemana, azuzan la rivalidad entre los imperialismos.
Durante este primero período de la guerra, el imperialismo estadounidense ha logrado imponerse –pese a sus divisiones– como dirección política y militar del conflicto. Esta hegemonía se ha expresado en la resolución de la cumbre de la OTAN celebrada en junio, en Madrid. Sin embargo, no desaparecen las contradicciones de fondo dentro del bloque de la OTAN ahora en expansión, sino que se acentúan, y van a seguir actuando en la realidad.
El rearme de los Estados imperialistas y China, y el plan ahora explícito de la OTAN para contener el avance de China, apunta también a que la guerra puede evolucionar en la dirección de una recomposición más amplia de las alianzas (y rupturas de alianzas) entre las potencias mundiales y regionales a escala mundial.
La clase obrera debe tomar en sus manos la conducción de la resistencia a los invasores
La resistencia obrera y popular armada ucraniana choca cada vez más con el régimen y el gobierno semicolonial que representa los intereses capitalistas que son centralmente los de las corporaciones imperialistas y los diversos grupos oligárquicos. Como hemos señalado, la dirección política del enfrentamiento militar, encarnada en el gobierno de Zelensky, conspira contra la vitoria del pueblo ucraniano: la clase obrera debe tomar en sus manos la conducción de la resistencia a los invasores, levantando un programa revolucionario. Estamos ante la necesaria combinación de la guerra de liberación nacional con la lucha por la independencia política de la clase obrera por su liberación social.
Los ejes de nuestro programa, que hemos levantado y debemos seguir desarrollando al interior de Ucrania, son la expropiación de todos los activos de los oligarcas y empresas rusas asociados al régimen de Putin, la nacionalización y centralización en manos del Estado de la economía, al servicio de la defensa nacional, bajo el control de los trabajadores, y la centralización de las defensas territoriales como organización de la resistencia en milicias obreras que favorezcan la tendencia a la independencia del gobierno. Debemos llamar a defender la soberanía nacional a costa de las ganancias capitalistas y derrotar los despidos, suspensiones forzosas, y garantizar el pleno empleo, como parte de un plan de defensa nacional, con una política de exigencia y denuncia hacia la política concreta de Zelensky hoy. Al mismo tiempo, debemos avanzar en el proceso de organización independiente de la clase, a nivel político y militar porque solo la clase obrera ucraniana, aliada con el resto del proletariado mundial, puede asegurar estas tareas de defensa nacional, tomándolas en sus propias manos.
Para esta tarea gigantesca y urgente es necesaria una dirección obrera revolucionaria que se nutra del movimiento revolucionario internacional y de sus mejores tradiciones. La CSP-Conlutas de Brasil. junto con otras organizaciones sindicales europeas se ha demostrado una palanca fundamental en el impulso de la campaña solidaria y para ampliar la difusión y el apoyo a la resistencia. Ya se ha realizado un primer Convoy Obrero de apoyo la resistencia ucraniana y está organizándose un segundo. Ponemos todas nuestras fuerzas al servicio de esa tarea.