El pasado noviembre se aprobó un proyecto de ley en el Parlamento Turco con el que el gobierno pretendía amnistiar a aquellos hombres que hubiesen mantenido relaciones sexuales con adolescentes, tras haberse casado con ellas mediante una ceremonia religiosa, lo que además no sería legal porque la civil, única válida en Turquía, no está permitida para menores de 17 años. La amnistía se aplicaría una vez y de manera retroactiva a los condenados antes del 16 de noviembre.
Por Elena B. y Laura Requena
El partido en el gobierno que propuso esta ley, el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), niega lo evidente: Esta ley legaliza la violación y el abuso de menores y promueve el matrimonio forzoso infantil
La medida ha sido ampliamente rechazada tanto en Turquía, donde ha habido una oleada de protestas, como en el resto de países europeos, cuyos medios de comunicación han mostrado su repulsa hacia ella.
Matrimonio infantil y violencia machista
Turquía dispone de unas de las leyes más severas del mundo contra el abuso infantil y cualquier relación sexual con un menor de edad es considerada abuso.Pero aún así es costumbre que sean las familias las que deciden estos matrimonios infantiles forzosos, especialmente en las zonas rurales. El gobierno insiste en que con esta ley acabaría con el problema del matrimonio infantil, mientras que es todo lo contrario. Simplemente es una forma de justificar lo injustificable y de quitarse de encima un problema que hay en el país desde hace mucho tiempo. El matrimonio infantil es una realidad. Las cifras de los matrimonios con menores de edad son increíblemente altas en Turquía. Pero el problema del matrimonio infantil no desaparece legalizándolo y menos aún cuando no se penaliza al acusado de un delito tal como es una violación o una agresión sexual.
La protección de la infancia tiene que ser algo esencial en cualquier país. Con esta reforma, las menores estarían desprotegidas ante los abusos sexuales, lo que supone un retroceso en los derechos de las niñas y en la propia emancipación de las mujeres.
El verdadero proyecto político del gobierno
Este proyecto de ley muestra la verdadera cara del gobierno. El gobierno turco utiliza el islam como cobertura ideológica para unas políticas ultraconservadoras con las que ataca a hombres y mujeres de la clase trabajadora y una deriva cada vez más autoritaria. Los numerosos comentarios misóginos de altos cargos del partido en estos años, incluidos los del propio Erdogan, dejan claro que este gobierno no cree en la igualdad entre hombres y mujeres, sino que su proyecto político promueve y necesita la sumisión de estas en todas las esferas de la vida social.
Pese a que la legislación contra el maltrato machista se ha endurecido, la violencia contra la mujer se ha disparado en Turquía desde que el AKP está en el gobierno (Desde 2012, una media de 286 mujeres han sido asesinadas por año. En los primeros 10 meses de 2016, 274 turcas han muerto a manos de sus parejas o familiares.)
Un ejemplo del machismo institucional es que en los últimos años, los tribunales turcos han dictado polémicas sentencias absolutorias o que rebajaban mucho la pena a los maltratadores. En 13 de los 26 juicios por homicidios machistas sentenciados en el primer semestre de 2015, hubo reducciones de condena por “buen comportamiento”, “arrepentimiento” o “provocación” por parte de la víctima, bien por el “modo de vestir” o porque “puso los cuernos” al agresor. Como denuncian las organizaciones de mujeres, “la sociedad se ha vuelto cada vez más conservadora y peligrosa para las mujeres, a causa de la visión machista y ultraconservadora que promociona el Ejecutivo islamista”.
El partido que ha propuesto dicha reforma y que se encuentra en el poder (AKP) ha ido demasiado lejos con este proyecto de ley. Con este tipo de leyes, las mujeres perdemos el derecho a decidir sobre nosotras mismas, a poder vivir sin miedo, a que no nos maltraten física y psíquicamente; el derecho a vivir libres.
Los privilegios de los hombres no son algo que suela estar escrito en un papel, pero en este caso parece que era lo que se pretendía. Solo que cuando aquí se habla de privilegios, se está hablando de la normalización de algo tan atroz como es la violación o las agresiones sexuales a niñas y la impunidad del agresor. Por desgracia, aunque haya leyes que por el contrario, castiguen estas conductas, sigue habiendo impunidad. Y en cuantiosas ocasiones, se culpa a la víctima de dicha agresión, tanto si es verbal como si es física. Y además esto empeora cuando la agresión se ha producido por parte de un pariente o compañero de la víctima.
Grandes movilizaciones contra la reforma
Gracias a las presión ejercida desde las asociaciones de mujeres, desde la oposición y desde los medios de comunicación, el AKP ha dado un paso atrás, demostrando que la lucha y la movilización es el único camino para defender nuestros derechos. El primer ministro turco, Binali Yildirim, anunció que retira su proyecto de ley, pero las asociaciones feministas han advertido que seguirán en pie de guerra y que sus protestas no cesarán. Pese a la retirada de este proyecto de Ley, continúa la ofensiva de un gobierno que para someter a las mujeres exalta la maternidad, quiere restringir el aborto o el acceso de las mujeres a la planificación familiar y al igual que otros gobiernos imperialistas, intenta cargar totalmente sobre las mujeres, el peso y la responsabilidad de las tareas domésticas y de cuidados.
Para acabar con la discriminación y la violencia contra la mujer y las niñas, no es suficiente con dictar leyes punitivas que después tampoco se aplican por falta de presupuesto o de voluntad política. Para que las mujeres y las niñas podamos vivir en una sociedad en la que no sea algo cotidiano la violencia machista hay que combatir aquellas creencias e ideologías que promueven que somos meros objetos al servicio del placer de los hombres y defender que nada ni nadie, sino nosotras, tiene derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Pero sobre todo es necesario poner en marcha medidas concretas que protejan a la infancia y que mejoren las condiciones materiales de vida de las mujeres, promoviendo su emancipación.
Ni en Turquía ni en el resto de países se parará de luchar contra las violencias machistas. Esta lucha fue, es y será dura. No daremos ni un paso atrás en la lucha contra la misoginia y la ideología machista, que no es sólo de las mujeres sino de toda la clase trabajadora.