Ha ardido ya la pólvora de la moción de censura y podemos hacer un primer balance. El PP dice que la moción ha sido derrotada y que sale victorioso de la prueba. Pero la moción ha dejado aún más en evidencia el carácter corrupto del Gobierno, la podredumbre del PP y la complicidad mafiosa de la jerarquía judicial y policial. Ha mostrado a las claras la debilidad política de Rajoy. Su única defensa ha sido presentarse como elemento de estabilidad y garantía de un «crecimiento» basado en la precariedad laboral y social y en las ganancias del Ibex35.

Editorial Página Roja 43

La moción de censura de Unidos Podemos (UP) ha jugado un papel de válvula de escape institucional a la indignación social ante el deterioro general de las condiciones de vida y el tsunami de la corrupción.

Para UP no ha sido una moción para tumbar al Gobierno sino una operación parlamentaria para fortalecerse y disputar base electoral al PSOE.

Para Podemos, la lucha por derribar al Gobierno no se hace desde la calle. Por eso «pasó» de la manifestación de las Marchas de la Dignidad del 27 de Mayo y contraprogramó una concentración estatal una semana antes en Sol, en apoyo a la moción: ¡todo debe subordinarse a la acción parlamentaria!

La moción ha mostrado también el objetivo estratégico de UP, que es formar un gobierno de coalición con el PSOE (con Sánchez como presidente). Si hace dos años su modelo era Tsipras, ahora es un gobierno a la portuguesa. Lástima que el gobierno Costa, formado por el partido socialista portugués y apoyado en el Bloco de Esquerda y el partido comunista, no sea un modelo muy recomendable para la clase trabajadora.

El gobierno Costa, nos dicen desde UP, es amigo de los trabajadores y hace crecer la economía. Y lo hace sin pelearse con la UE y respetando sus reglas, el colmo de la felicidad. Lástima que las cosas no sean así. Es verdad que no es como el anterior de Passos Coelho, que estuvo lanzando medidas salvajes de ajuste semana tras semana, igual que hizo aquí en su momento Rajoy o el PASOK en Grecia o el anterior gobierno socialista en Portugal o actualmente Tsipras. Ahora, la tarea básica del gobierno Costa es -mientras la coyuntura se lo permita- mantener los grandes recortes y reformas, mientras hace algunas concesiones menores. La frontera de estas concesiones la marca la UE y es infranqueable. Por eso los presupuestos portugueses siguen al servicio del pago de la deuda y mantienen la ley de trabajo de Passos Coelho, que arrasa con los derechos sindicales. Por eso no han regularizado a los trabajadores contratados por el Estado. Por eso continúan con una precariedad laboral extrema, los salarios más bajos de la UE tras Grecia y pensiones miserables.

UP ha emplazado al PSOE a preparar una nueva moción de censura para finales de año. Pero Sánchez no tiene prisa y defiende otra versión del gobierno a la portuguesa, sumando también a Ciudadanos (C’s), el partido inventado desde el Ibex 35.

Al PSOE no le hizo ascos cerrar filas con Rajoy frente al referéndum catalán. Ábalos lo dejó muy claro: “reiteramos nuestro compromiso con cuantas medidas legales se adopten”.

Pablo Iglesias tomó una posición ambigua destinada a mantener los puentes con el PSOE y no enfrentarse de cara al movimiento soberanista catalán. Deslegitimó el referéndum unilateral en nombre de un referéndum pactado (¿con quién?), al tiempo que advertía al Gobierno contra las medidas represivas. Mano a mano con Iglesias, Xavi Domènec (Catalunya en Comú) se ofreció a ERC para una futura «nueva mayoría» en Cataluña, «más allá de las hojas de ruta» soberanistas, apostando por el fracaso del referéndum y por unas nuevas elecciones autonómicas que canalicen la rebelión en el cuadro de la reforma del régimen monárquico.

Por nuestra parte, nos reafirmamos en que la vía para acabar con este gobierno corrupto de la troika es desde la calle, dando continuidad y profundidad a la jornada del 27 de Mayo, en el marco de las Marchas de la Dignidad y en defensa de su programa de cambio real y de ruptura con este régimen alérgico a la democracia y a los derechos de los trabajadores. Del mismo modo, no hay defensa real del derecho a decidir que no pase por apoyar el referéndum catalán, porque si no es unilateral nunca lo será. Ni habrá ningún gobierno al servicio de la clase trabajadora basado en la alianza con el PSOE, el respeto al régimen y a la UE.