2021 ha empezado con un dramático aumento de casos de coronavirus, y con la saturación, de nuevo, de la Sanidad Pública.
En medio de este panorama, se están realizando los exámenes finales universitarios en varias comunidades, y en muchos casos de forma presencial. Ya son diversas facultades, como por ejemplo algunas de la Universitat Autónoma de Barcelona o de la Universidad Autónoma de Madrid, en las que los y las estudiantes nos hemos empezado a organizar para mostrar el rechazo a esta situación. No entendemos cómo es posible que, en un momento como el actual se siga manteniendo la presencialidad de las pruebas evaluativas.
Tras la criminalización que ha habido hacia la juventud durante este pasado año, donde se nos ha señalado como irresponsables y culpables del aumento de contagios, y tras unas Navidades en la que se han mantenido unas duras restricciones, se nos obliga a asistir a exámenes presenciales. Exámenes con aforos que pueden llegar a superar los 60 alumn@s por aula, donde las distancias de seguridad son inferiores al metro y medio, a los que tenemos que asistir en un transporte público abarrotado.
Los rectores de diferentes provincias se excusan en que, las autoridades sanitarias no han indicado que sea necesario volver a la virtualidad, y que por lo tanto la situación “no es tan grave y las universidades son espacios seguros”. Pero aquí la pregunta es, si hay posibilidades de hacer exámenes virtuales y disminuir así el riesgo de contagio, ¿a qué se debe esta cabezonería de querer hacer las evaluaciones presenciales?
Por una parte, se quiere prevenir que l@s alumn@s “copiemos”. Este argumento no podría justificar en ningún caso poner en riesgo nuestra salud y la de l@s nuestr@s. Nos encontramos en un semestre en el que no se ha garantizado una docencia de calidad en muchas universidades, y con un sistema educativo recortado hasta las trancas que sigue manteniendo métodos de evaluación del siglo pasado. Ni se inyectan recursos a la pública ni se ponen facilidades para hacer evaluaciones que se ajusten a las dificultades que estamos viviendo l@s alumn@s de clase trabajadora en el momento actual.
Por otro lado, y este es el motivo principal de fondo, no hay recursos para hacer los exámenes virtuales sin dejar a nadie atrás. La UAB, junto a otras muchas universidades públicas como la UAM, lleva años avisando de su difícil situación económica, arrastrando 65M de déficit. Es fácil intuir que a duras penas podría garantizar el gasto que supondría facilitar, a todos l@s alumn@s que lo necesitaran los recursos suficientes para hacer los exámenes virtuales. Incluimos aquí no solamente recursos tecnológicos, sino también habitacionales para aquell@s estudiantes de familias desahuciadas, o sin un espacio propio para estudiar o con convivientes contagiad@s de COVID-19.
Por eso, desde Corriente Roja decimos alto y claro NO a los exámenes presenciales. Debemos ser l@s profesor@s junto a l@s alumn@s l@s que decidamos qué alternativas de evaluación se ajustan mejor a la situación de crisis sanitaria y económica, que están muy lejos de estar controladas. Además, exigimos al “gobierno más progresista de la historia” un aumento drástico de recursos en la educación pública, para poder asegurar que todos los y las estudiantes estemos en igualdad de condiciones frente a las evaluaciones finales.
Este aumento drástico es imposible sin la reversión de los recortes en la educación de los pasados años, sin la incautación de la educación privada a manos de la pública y sin declarar el impago de la deuda pública que consume actualmente casi el 9% de nuestro PIB en los presupuestos anuales.
Entendemos que las condiciones y la falta de un movimiento estudiantil fuerte, masivo y organizado en las universidades dificultan tremendamente la organización de una huelga de exámenes. Aun así, los y las delegadas y activistas que durante estas semanas nos hemos puesto a la cabeza de denunciar esta situación en redes y medios, y escribir comunicados de protesta a los rectorados y decanatos de nuestras universidades, debemos continuar organizando la respuesta colectiva, planificando desde nuestras clases acciones junto a nuestr@s compañer@s y votadas democráticamente. Cualquier acción de protesta que hagamos codo a codo junto a nuestr@s compañer@s de clase, es un paso más en la construcción del movimiento estudiantil que necesitamos y necesitaremos en los próximos años