Lula fue denunciado por el Ministerio Público Federal (MPF) y existe la posibilidad de que sea preso. Inmediatamente, se armó un coro que va desde el PT, el PSOL y todos sus apoyadores para defenderlo. El PT defiende a Lula simplemente negando las acusaciones. Quieren convencer al país de que Lula “no sabía” nada del esquema nacional de corrupción que existió en este país durante los gobiernos del PT. Y que Lula tampoco se aprovechó personalmente de toda esa corrupción. El triplex y el sitio [chacra, lugar de descanso] no serían suyos. Las palestras pagas a 250.000 dólares no serían parte de un esquema de corrupción.
Por: Eduardo Almeida
Creer eso es más o menos como creer en Papá Noel y el conejito de Pascuas. La realidad es que el PT, durante largos trece años gobernó junto y para la gran burguesía de este país. Gobernó para los bancos y multinacionales, para la burguesía agraria y latifundista. Aplicó en el país los planes del imperialismo. Lula fue endiosado por Bush y por Obama. Dilma fue, en su primer gobierno, saludada también por los gobiernos y periódicos del imperialismo. El gobierno petista lideró la intervención militar en Haití al servicio de las multinacionales.
Junto con eso, el PT absorbió los mismos vicios de la corrupción del PSDB, del PMDB, del PP. No por casualidad tenía en su base a corruptos notorios como Michel Temer, Fernando Collor, Paulo Maluf, Renan Calheiros, Jader Barbalho y tantos otros. El PT se aprovechó del esquema de corrupción montado en los gobiernos del PSDB y creó otros.
Sus dirigentes pasaron a tener los hábitos de consumo de la burguesía. Se tornaron amigos de grandes burgueses y socios de las grandes empresas. Zé Dirceu se hizo abogado e intermediario de negociados de las grandes empresas en el Brasil, América Latina y África. El propio Lula, a través de su hijo, se hizo socio de la Oi [telefonía y telecomunicaciones] y de la JBS [la mayor empresa privada del país]. Es el mismo proceso de aburguesamiento que ocurrió con Daniel Ortega, dirigente del Frente Sandinista y hoy uno de los mayores millonarios de Nicaragua. O con Diosdado Cabello, uno de los mayores representantes de la boliburguesía venezolana que creció junto con el chavismo en el poder.
Al dirigir grandes esquemas de corrupción, los dirigentes petistas comenzaron también a sacar una parte para sí mismos. El famoso triplex y el sitio de Lula son partes de eso y, digamos, partes menores. Hay mucho más por ahí.
La verdad, sabida por todos lo que no se dejan llevar por el cuento de hadas petista, es que ese partido es tan corrupto como el PSDB y el PMDB. Lula y Zé Dirceu son tan corruptos como Aécio y Alckmin.
Es verdad que la justicia burguesa alcanzó al PT en el esquema del mensalón [coimas mensuales a diputados] y ahora con la Lava Jato [lavado de dinero]. Y es verdad que dejó en segundo plano al PSDB.
El PT sirvió a la burguesía hasta que dejó de tener el apoyo de la clase trabajadora. El PT está pagando ahora por toda la traición que hizo a los trabajadores, aplicando planes neoliberales, garantizando ganancias récords a los bancos, asegurando la victoria del agro-negocio en el campo, paralizando la reforma agraria. La burguesía resolvió sacarse de encima al PT cuando los trabajadores dejaron de apoyar a Lula y al PT. Y los trabajadores dejaron de hacerlo por la continuidad de la miseria, por la brutal crisis de la salud y la educación públicas, por todo lo que conocemos del país, o sea, por los planes de la burguesía aplicados por el PT.
Ahora la burguesía quiere asegurar que la candidatura de Lula en 2018 se inviabilice. Si el PT ya no sirve para contener a los trabajadores es mejor apostar en uno de los partidos tradicionales de la burguesía, como el PSDB o incluso el PMDB. Y para eso se vale de la justicia burguesa.
Era imposible que la burguesía alcanzase a Lula cuando él aún tenía apoyo de la clase trabajadora. Ni la dictadura consiguió eso. Si hoy Lula está en la más completa defensiva y puede acabar preso es porque es repudiado por la mayoría absoluta de los trabajadores. Y esa ruptura de la clase trabajadora con Lula y el PT es lo que existe de más progresivo en este momento político del país.
Defender a Lula junto con el PT es oponerse a esa ruptura extremadamente progresiva. Defender a Lula negando la realidad evidente de la corrupción para decir que es “invención de la derecha” es un error catastrófico.
Pero existen también los que hacen una defensa “por la izquierda” de Lula. Admiten que Lula y el PT gobernaron junto con la burguesía. Admiten que fueron gobiernos corruptos. Pero afirman que no es por eso que Lula está siendo atacado, sino por su pasado de líder sindical. Y defienden a Lula como “parte de la clase trabajadora”. Afirman que solo admitirían la prisión de Lula en caso de que fuesen los propios trabajadores quienes lo prendiesen. Como comités obreros que impongan una justicia obrera solo existe en situaciones revolucionarias mucho más avanzadas que la realidad brasileña actual, ese sector de la izquierda asume la defensa de la impunidad de Lula.
Se trata de un equívoco gigantesco. Eso significa asumir la defensa del que fue en su momento un gobierno burgués. No se puede definir un gobierno en una sociedad capitalista por el origen de sus gobernantes, sino por la clase a quien él sirve. Los gobiernos del PT fueron burgueses porque fueron instrumentos de la política de la gran burguesía. Los actos clarísimos de corrupción del PT fueron realizados como parte de un gobierno burgués.
¿Cómo pueden estos sectores de la izquierda defender a Lula como parte de la clase obrera? ¿Los gobiernos petistas eran gobiernos de la clase obrera? Que los trabajadores en aquella época se engañasen con los gobiernos petistas era natural. Pero estos nuevos apoyadores del petismo saben que se trataba de gobiernos burgueses. Peor todavía, cuando los trabajadores rompen con el PT, ¿cómo defender a Lula contra la conciencia actual de los trabajadores?
Además, esos nuevos apoyadores del PT entran en un dilema insoluble. ¿Cuál debe ser el programa de la izquierda revolucionaria contra la corrupción? Uno de los elementos fundamentales es la prisión y la confiscación de los bienes de los corruptos. ¿Es verdad? ¿Eso no se aplica a Lula? ¿O Lula no es corrupto? ¿O debemos tener un programa para los corruptos de la “derecha” y otro para los corruptos de la “izquierda”? ¿Y Zé Dirceu? ¿Los nuevos apoyadores del PT defienden también la libertad de Zé Dirceu?
¿Acaso la diferencia de tratamiento de la justicia burguesa en relación con el PT nos debe hacer defender al PT? Al contrario. Nosotros defendemos la prisión y expropiación de los bienes de todos los corruptos. Y eso significa exigir la prisión de Lula y también de Aécio y de Renan, por estar involucrados en la Lava Jato, de Alckmin por el robo de la merienda escolar, y así con todos. Tener una política diferente nos tornaría cómplices de Lula, y debilitaría completamente la lucha contra la corrupción también del PSDB y del PMDB.
La izquierda que se enorgullece de ser revolucionaria e independiente de la burguesía no puede ser cómplice de quien traicionó a los trabajadores para ser amigo de los banqueros, de los dueños de las constructoras, de Bush y de Obama. ¡Fuera todos ellos!
Traducción: Natalia Estrada.