Más de 1 millón de personas, según la CGT francesa, salieron a la calle el último sábado (10/04) en más de 200 ciudades francesas para protestar contra la reforma del código laboral (Ley El Khomri) promovida por el gobierno de François Hollande, del Partido Socialista. La manifestación, convocada por 4 centrales sindicales (CGT, FO, Solidaires, FSU) y tres organizaciones de juventud (UNEF, UNL, FIDL), fue la sexta jornada de lucha desde la presentación a la Asamblea Nacional del proyecto de ley que significará un enorme retroceso en los derechos laborales de la clase trabajadora del país. Está convocada una nueva manifestación estatal el 26 de abril. La unidad entre trabajadorxs y estudiantes tiene un potencial explosivo, especialmente en Francia, escenario de las históricas manifestaciones de Mayo de 68.
Por Gabriel Huland
Francia es la quinta economía global, representa cerca de un 20% del PIB de Europa y tiene una de las clases obreras más dinámicas y combativas del mundo. El país vive todavía el estado de excepción decretado por el gobierno tras los atentados del pasado 13 de noviembre. Más de 70% de la población está en contra de la reforma, según encuestas, lo que explica las masivas movilizaciones de las últimas semanas. El 31 de marzo fue escenario de otra gran manifestación en la que también participaron cerca de 1 millón de personas en más de 250 ciudades. Después de esta manifestación se formó el movimiento NuitDebou” (Noche en pie) referenciado en el 15M español y que desde entonces reúne a miles de personas diariamente en la Place de la Republique para discutir distintos temas políticos y de interés social como la reforma laboral, la cuestión de los refugiados, la UE y la crisis económica global.
La ebullición social en el país galo puede preanunciar una nueva ola de luchas y conflictividad social en el viejo continente, en el marco de una estagnación económica y de una serie de ataques, aplicados por los gobiernos nacionales e impuestos por la UE y la Troika. La reforma del código laboral francés, una exigencia de la UE desde hace mucho tiempo, introduce cambios significativos en la legislación y está basada en la reforma laboral aprobada en el Estado español por Mariano Rajoy, del PP. A la hora de atacar derechos y defender los intereses de las grandes empresas, las diferencias entre los dos bloques de partidos políticos europeos (socialdemócratas y conservadores) es prácticamente inexistente. Después de las primeras manifestaciones el gobierno fue obligado a retirar algunos puntos del proyecto, pero el movimiento exige su retirada total.
La reforma propuesta por Hollande prevé, entre otros cambios, el abaratamiento del despido, la reducción de la remuneración por horas extras trabajadas, la supremacía de los acuerdos colectivos entre empresarios y trabajadores en relación a la ley y los acuerdos sectoriales, el fraccionamiento del tiempo de descanso, la generalización de los contratos temporales, además de permitir el despido caso los empresarios invoquen una supuesta “dificultad económica” de la empresa. Es decir, es una reforma hecha a medida para reducir el costo de la mano de obra para mantener los beneficios patronales, la “competitividad de las empresas”, en el lenguaje tecnócrata del gobierno y de la UE.
Francia vive una situación económica complicada. En 2015 el déficit público llegó a 3,9% del PIB (la UE exige que se reduzca a menos de 3% antes de 2017), la deuda pública ronda el 95% del PIB (similar a la del Estado español) y el crecimiento económico fue prácticamente nulo (1,1% en 2015, 0,8% en 2014, 0,2% en 2013 y 0,0% en 2012). Por su carácter imperialista, Francia sobrevive básicamente gracias a la exportación de productos de alto valor agregado y de las remesas de lucros de sus empresas que actúan en el exterior, especialmente en sus antiguas colonias, pero también en otros países semi coloniales.
El paro creció desde que Hollande asumió el gobierno, habiendo ascendido el año pasado a más del 10% de la población económicamente activa. La situación es más dramática en la juventud, que sufre niveles de paro superiores al 25%. Más del 30% de los jóvenes no tiene contrato fijo y la perspectiva de tenerlo se hace cada vez más lejana, ya que un 90% de los contratos firmados actualmente son precarios.
Otro de los graves problemas vividos por lxs trabajadorxs franceses e inmigrantes es el aumento de la islamofobia y la extrema derecha. Partidos como el Front National crecen en intenciones de voto y difunden un discurso xenófobo y racista. Según las últimas encuestas presidenciales, si las elecciones ocurrieran hoy, Hollande no pasaría a la segunda ronda y la disputa se daría entre Le Pen y el ex presidente Nicolás Sarkozy.
La jornada del 09 de abril no tuvo lugar únicamente en Francia, una vez que se organizaron concentraciones en otras capitales europeas como Madrid, donde una centena de activistas se reunió en la emblemática Puerta del Sol para solidarizarse con las manifestaciones en el país vecino. Una de las diferencias importantes entre el 15M y las recientes manifestaciones en Francia es el protagonismo de la clase trabajadora y el movimiento sindical. Las manifestaciones en Francia vienen acompañadas de huelgas y piquetes, lo que le da una fuerza superior y una mayor combatividad. El movimiento NuitDebout se ha extendido ya a más de 60 ciudades francesas.