En el año 2007, Cándido y Morala, sindicalistas de la Corriente Sindical de Izquierdas (CSI), fueron condenados a más de tres años de cárcel. Les acusaron de destrozar una cámara de vigilancia que apuntaba a la puerta del astillero de la Naval, en las protestas que se sucedieron contra su cierre en 2005. Cándido y Morala terminaron entrando en prisión y pasaron tres semanas en la cárcel aunque finalmente les fue concedido el tercer grado y posteriormente el indulto. La protesta social tumbó la sentencia de Lino Rubio. El mismo juez que hoy condena a las seis trabajadoras de la pastelería La Suiza de Gijón.

Por: Corriente Roja Madrid

Morala advierte, “la Suiza es una lucha sindical normal y corriente y la han convertido en un escarmiento aplicando las leyes como les ha dado la gana”, “lo mismo que nos pasó a nosotros, pretenden dar ejemplo a l@s trabajador@s y que no se acerquen a la lucha obrera”. “Quien diría que estamos en pleno siglo XXI, estamos retrocediendo a pasos agigantados en derechos y libertades y en la defensa de la dignidad”, concluye.

Lo cierto es que han transcurrido 18 años y poco ha cambiado. El enjuiciamiento de las trabajadoras de la Suiza volvió a recaer en el Magistrado de lo Penal de Gijón Lino Rubio Mayo y como ocurrió la vez anterior no ha defraudado a toda su parroquia: 3 años y 6 meses de prisión. Posteriormente la Audiencia Provincial de Asturias ratificó la condena contra 6 de l@s encausad@s (inicialmente eran 8). Y por último el Tribunal Supremo, con Manuel Marchena, azote contra el Procés Catalán ha ratificado la condena, que incluye además 125.000 euros de responsabilidad civil, como indemnización a la familia Álvarez Meana dueña de la pastelería.

Pero lo realmente relevante de la sentencia es la fundamentación de la condena, donde se señala que las sindicalistas en cuestión tuvieron una “actitud coercitiva, lejos del ejercicio de un derecho sindical y libertad de expresión”, además de ser “el detonante del cierre del negocio”. Y lejos de quedarse ahí, la sentencia añade que “la afectada debió acudir a la vía judicial en reivindicación de sus derechos, y los ahora recurrentes debieron haber mantenido sus protestas extrajudiciales dentro del ámbito de sus derechos, frente a su empleador; pero los rebasaron con creces (…)”. Actualmente las 6 compañeras condenadas viven sometidas a la incertidumbre que significa esperar la orden de entrada en prisión, en cualquier momento, y que les imposibilita poder organizar cualquier plan de vida.

Sin embargo, lejos de pasar desapercibida la lucha de las trabajadoras de la Suiza ha ido cobrando una dimensión enorme fruto de la gravedad de los hechos. Este grave ataque a las trabajadoras en particular y en general a la clase obrera ha despertado una enorme ola de solidaridad y ha puesto de manifiesto que lo que está en juego es muy importante y sienta un precedente muy peligroso para todo ese sindicalismo combativo al que pretenden criminalizar y condenar con penas de cárcel.

Manifestación en Madrid

La manifestación del pasado día 8 de febrero volvió a ser un claro ejemplo de esa solidaridad que ha recorrido varios puntos del Estado español, donde se han ido organizando numerosos Actos contra la represión (como el del pasado 4 de febrero en el Teatro del Barrio), concentraciones y manifestaciones frente a este atropello a las libertades más fundamentales. Esta manifestación que contó con una importante presencia asturiana, volvió a mostrar la fuerza de una campaña sostenida que ha sido asumida por todos los sindicatos de clase, y muchas organizaciones sociales y políticas.

Las seis de la Suiza, l@s ocho de Caixabank de Guadalajara, los seis de Zaragoza, l@s 21 activistas de Rodea el Congreso, y otros casos de represión, hay que enmarcarlos dentro de esa farsa democrática a la que estamos asistiendo y el intento de recortar derechos que con lucha y mucho esfuerzo se lograron en el pasado. Para ello se sirven de su Ley Mordaza y el actual Código Penal.

Vivimos momentos muy complicados donde la clase obrera ha de tomar conciencia.  Cuando el derecho a la protesta se sigue vulnerando de manera constante y el derecho de huelga se convierte en algo testimonial fruto de unos servicios mínimos abusivos e ilegales. Cuando nos quieren sumis@s y callad@s y además tratan de amedrentarnos a base de sanciones y multas en las movilizaciones. Cuando lo que está en serio peligro es la protesta y la movilización social que se desprende del derecho a la libertad de expresión y reunión, no caben medias tintas y  se hace más necesario que nunca aunar esfuerzos y salir a la calle a gritar que: “Hacer sindicalismo no es delito”, “Que si nos tocan a un@, nos tocan a tod@s” ”, “Que no nos callarán”.

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Imagen: CNT Comarcal Sur Madrid