El Pentágono confirmó que el Ejército estadounidense, por orden del presidente Donald Trump, es responsable de ataque con drones en el aeropuerto de Bagdad que mató al general Qasem Soleimani, comandante de la fuerza de élite Al Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, a cargo de las operaciones de ese país en el exterior.
Soleimani es uno de los hombres fuertes del núcleo del poder del régimen de los Ayatolás. Puede decirse que cumplió el papel de arquitecto de la inteligencia y de las fuerzas armadas iraníes durante las últimas dos décadas. Algunos analistas incluso lo consideran la persona más poderosa del país después del Líder Supremo, Ali Jamenei. Su muerte supone un duro golpe para Teherán.
La acción militar de Trump es una provocación inaceptable. Tendrá consecuencias imprevisibles en el terreno económico, político y, posiblemente, militar. Por ahora, Ali Jamenei, aseguró una “dura venganza”. EEUU anunció el envío de 3.500 soldados más a la región, para reforzar a los cerca de 5.200 efectivos regularmente estacionados en Irak. El precio del crudo se disparó más de 4% en los mercados ante la perspectiva de una escalada bélica. El mundo está en alerta.
La LIT-CI condena enérgicamente este nuevo ataque imperialista que atenta contra la soberanía de Irán e Irak. La potencia hegemónica mundial muestra, una vez más, su carácter opresor en Medio Oriente, una región particularmente regada con la sangre de pueblos enteros masacrados por medio de guerras de conquista; de golpes militares auspiciados por el capital norteamericano; y, por si esto fuera poco, a través del firme apoyo de Washington a dictadoras teocráticas genocidas durante décadas, comenzando por el Estado sionista de Israel y Arabia Saudita.
Si la rapiña imperialista es insaciable y se ha cobrado incontables vidas en Medio Oriente, es posible que los motivos de Trump, al ordenar esta acción, sean todavía más mezquinos. En el plano doméstico, no faltan razones para asociar, al menos parcialmente, este inesperado ataque a cálculos electorales del actual huésped de la Casa Blanca, ávido de galvanizar el sector del electorado más conservador y belicista; o bien desviar un poco la atención del proceso de impeachment que Trump sufrió recientemente en la Cámara de Representantes. Incluso es posible entrever una posible intención de ayudar indirectamente a su aliado estratégico en la región, el Estado genocida de Israel, cuyo gobierno atraviesa una crisis política importante y también pasará por un proceso electoral complicado. Israel, ante la posible respuesta iraní, no demoró en declarar máxima alerta.
De manera hipócrita, Trump justificó el ataque alegando que Soleimani era un comandante sanguinario dentro y fuera de su país que “debería haber muerto hace muchos años”. Ciertamente, Soleimani no solo fue una pieza clave en el régimen dictatorial-teocrático iraní, sino que componía su ala más represora y belicista. Se estima que la brutal represión a las recientes protestas en Irán causó entre 200 y 400 muertos.
Además, sus manos están manchadas con sangre a raíz de su participación, comandando escuadrones de la muerte iraníes, en Siria e Irak. Como se sabe, en Siria el régimen iraní –junto con Rusia, Hezbolá y China– es responsable por haber ahogado en sangre la revolución popular y mantener en el poder al sanguinario dictador Bashar Al-Assad. En Irak, el desaparecido general fue responsable por el asesinato de miles de manifestantes de la revolución que está en curso. No es difícil entender por qué muchos manifestantes iraquíes, que llevan meses enfrentando el gobierno al costo de más de 400 muertos, hayan celebrado su muerte.
Pero nadie puede engañarse con los supuestos motivos humanitarios del imperialismo. El ataque que mató a Soleimani sólo puede comprenderse en el contexto de la hostilidad permanente de EEUU a la soberanía iraní, particularmente a su proyecto de desarrollo de armas nucleares. Luego de un acuerdo de progresivo desarme alcanzado con el gobierno de Obama –que significó una capitulación enrome por parte de los Ayatolás–, el presidente Trump rompió el pacto en 2018 y retomó las sanciones económicas. El asesinato de la principal figura militar de Irán abre una grave escalada en este conflicto en un contexto explosivo.
Por ejemplo, el 31 de diciembre miles de manifestantes rodearon la Embajada de EEUU en Bagdad como represalia a un ataque norteamericano en la frontera de Irak con Siria que dejó 25 muertos. El grito fue: ¡Muerte a América!
Sin otorgar ningún apoyo político al régimen dictatorial de los Ayatolás, estamos al lado del pueblo iraní en contra de cualquier agresión imperialista. Es momento de expresar, en las calles, un completo repudio al ataque de Trump a Irán e Irak.
Al mismo tiempo, en todos los países debemos expresar apoyo a los levantamientos que sacuden nuevamente a la región, principalmente en Líbano, Irak, y el propio Irán.
¡Fuera manos imperialistas de Irán, Irak e Medio Oriente!