Las rebeliones son, por definición, desordenadas, desestruturadas; sólo cuando hay conciencia clara del objetivo, se estructura y se ordena, dentro del que define una rebelión, el desorden de todas las estructuras previas. No se puede destruir y construir al mismo tiempo; no se destruye y construye una casa al mismo tiempo…
Por Roberto Laxe
Por el contrario, nos vamos directos a la teoría de la conspiración y al idealismo: una rebelión surge de la cabeza de algún gran dirigente: y no es así. las masas cuando entran en actividad no tienen un plan preciso, consciente, eso hay que construirlo, y a eso se llama partido revolucionario.
«Es el caos, mejora la situación»
Cuando una rebelión se hace consciente, ve más allá de desorganizar el aparato de dominación burgués, y las masas empiezan a tomar conciencia de que es posible otra sociedad, se llama revolución. Pero que nadie le pida, ni a una rebelión ni a una revolución, un plan preciso, determinado a priori; nadie tiene la «bola mágica» que permita prever lo que puede suceder cuando las masas entran en actividad. Como decía Gramsci, se puede saber como comienza, mas nunca como terminará.
El salto de conciencia entre la desorganización del aparato productivo y de dominación, y la lucha por una nueva sociedad, con todos los limites que tiene la lucha por el nuevo, no está determinado, para pesar de muchos de nuestro izquierdistas pro Putin /Al Assad, en ningún despacho ni en ninguna cúpula, sino en algo tan simple como básico en el marxismo: la lucha de clases, y en ese marco hay que construir la máxima expresión de esa conciencia, el partido.
Es el desarrollo de esta lucha de clases hasta lo final, lo que determinará si una rebelión inconsciente, se transforma en una revolución consciente. Lo peor para un supuesto marxista es reducir la lucha de clases a una lucha de aparatos, que toman sus decisiones en los despachos. En los despachos, salvo para un burócrata, no se resuelve nada; el máximo ejemplo de este desprecio por la lucha de clases son las cúpulas sindicales, que se creen que a través del pacto social y la desmovilización de la clase trabajadora, por su «cara bonita» o «gran inteligencia y preparación», van a conquistar mejoras.
Si las mejoras sociales nunca vinieron de la mano del pacto social, al contrario, en el pacto siempre se acuerda a la baja; que no será en la rebelión y la revolución… Sólo la acción directa e independiente de la población trabajadora puede dar el salto de la rebelión espontánea a la revolución consciente.