Treinta años después de la proclamación de Juan Carlos I como Rey de España podemos observar como proliferan las banderas antimonárquicas en las manifestaciones. Sectores crecientes de la juventud cuestionan un régimen que les fue impuesto y sobre el que nadie les preguntó. Cada vez más jóvenes acuden con banderas republicanas, con ikurriñas y con esteladas a las movilizaciones contra los ataques del neoliberalismo, ligando así la batalla contra el capitalismo con la lucha contra la monarquía y el centralismo españolista.Por Ángel Luis Paras

En este 30 aniversario del rey reivindicamos la actualidad de la lucha por la III República y por el derecho de autodeterminación de los pueblos del Estado español.

30 años de monarquía

Hace treinta años moría Franco y, tal y como lo había decidido el dictador, lo relevaba el rey como Jefe de Estado. Así se pasaba de una dictadura a una monarquía con democracia parlamentaria. Dos regímenes en apariencia diferentes pero con la misma misión. Tanto la monarquía surgida de la Transición, como el golpe de estado del 36 contra la II República, buscan modelos de Estado que salvaguarden los intereses del capital.

¿Fue ese el objetivo del golpe de estado de Franco? Como él mismo proclamó, el levantamiento fascista no fue tanto contra la República en sí, sino contra su incapacidad para aplastar al movimiento revolucionario de la clase trabajadora y de las naciones oprimidas. Se trataba de mantener los privilegios de capitalistas, terratenientes e iglesia, para lo cual era (y sigue siendo) indispensable un Estado duramente centralizado y, por supuesto, unido.

¿Y al morir Franco? Por lógica, después de la dictadura, lo que tocaba era la III República. Sin embargo, con la complicidad traidora de la izquierda mayoritaria -PSOE y PCE-, se nos impuso la monarquía y su bandera.

¿Por qué un rey? Los motivos fueron básicamente los mismos que en el 36. El capitalismo español, debido a su enorme debilidad, necesita de un Estado centralizado económica y políticamente para mantener a raya a los trabajadores, a los estudiantes y a las naciones oprimidas. Y al mando de este Estado debe haber un jefe intocable.

¿Es éste su papel? Si preguntamos a un joven por el rey, nos responderá que es un vividor y un parásito… y aunque esto es verdad, el rol que juega va mucho más allá. También se argumenta que es una figura simbólica y el garante de la democracia. Pero esto no es así. La monarquía concentra un gran poder político. La Constitución -aceptada por la izquierda oficial- otorga al monarca una serie de privilegios que lo colocan como una pieza clave en el sostén del capitalismo español. El rey es el jefe supremo del ejército, encargado de mantener la forzada «unidad de la nación española». Puede paralizar leyes y no aceptar a un presidente electo. Además «la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad», es decir, no puede ser juzgado ni sentenciado. Y ante todo esto no tenemos ni voz ni voto (lo llaman democracia y no lo es).

El rey también juega un papel importante respecto al imperialismo español al ser la encarnación política del dominio de los grandes bancos y empresas estatales (BBVA, Santander, Repsol, Telefónica, Endesa…). A menudo le vemos viajando a países dependientes acompañado de grandes empresarios. Así se enmascaran como relaciones diplomáticas lo que en realidad son negociaciones de las multinacionales españolas para saquear a esos pueblos.
Por la III República

Por todo esto, la lucha por la III República representa mucho más que la mera sustitución de un rey por un presidente. Al luchar por la República estamos atacando la piedra angular sobre la que se sostiene todo el capitalismo español. Es la ruptura que tenemos pendiente desde la mal llamada Transición, en la que nos impusieron la monarquía dando continuidad a un aparato de estado franquista que nunca se depuró (altos mandos militares, guardia civil, políticos, jueces, iglesia…). Derribar a la monarquía es una tarea fundamental de todos los revolucionarios. No se puede aspirar al socialismo y a la vez ignorar el modelo de Estado con el que nos exprimen y oprimen los capitalistas.

La lucha por la III República representa la lucha por la autodeterminación de las nacionalidades, por el fin de los privilegios de la iglesia, de políticos y de altos funcionarios, por la reforma agraria, por la desaparición de los cuerpos especiales de represión y por la reconquista de las libertades democráticas.

Para nosotros esta lucha va asociada a la lucha por un Gobierno de los Trabajadores ya que, en realidad, esta batalla saldrá victoriosa únicamente si culmina en una república socialista. La III República no es un fin en sí misma, sino un paso más en el camino hacia el socialismo. Un paso indispensable para que vascos, catalanes, gallegos, andaluces, etc, tengan el derecho a establecer su propia república y decidir sus relaciones con el resto, con soberanía y en pie de igualdad, en una confederación socialista o de repúblicas socialistas. En este marco defendemos la máxima unidad de la clase trabajadora, única clase que puede garantizar los derechos de los pueblos, al mismo tiempo que la lucha por el socialismo.