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Qué hacer ante la deriva de Izquierda Unida

Izquierda Unida está viviendo probablemente el peor momento de su historia y no son pocos los que piensan que podría estar incluso al borde de su desaparición. Además de sus crisis internas y rupturas y de estar salpicada también por casos de corrupción en lugares como Madrid, las últimas elecciones andaluzas le han propinado un golpe muy duro, pues ha perdido en torno a un 40% de votos y a punto ha estado de quedarse sin grupo parlamentario. Ahora se acercan las municipales y todo parece señalar que sufrirá otro batacazo.

 

¿Por qué Izquierda Unida no se ha convertido en la alternativa de izquierdas?
Muchos votantes de IU se inclinan en dirección a Podemos y este proceso se da justo en el momento en que era más necesario un programa y un referente de izquierdas. Todo debería estar apuntando hacia los mejores resultados de IU. Y sin embargo, quien capitaliza el descontento es Podemos, que es identificado por un sector de sus votantes como quien defiende mejor las propuestas sociales que antes le correspondían a IU.

IU es vista por todo un sector de izquierda como parte de «la casta», es decir, como políticos que una vez que han conseguido cuotas de poder (municipal, autonómico o estatal) se han preocupado más de mantener sus sillones y mostrarse sumisos al régimen, que en ser consecuentes con el programa y los sectores sociales que decían defender. La lógica electoralista que le hacía una y otra vez rebajar sus discursos y su programa, así como buscar cargos sin importar el precio, la ha ido convirtiendo en parte de lo mismo. Quien ha sentado las bases del batacazo electoral no ha sido Podemos, sino la propia IU. Por eso, cuando teóricamente debería haber llegado su gran momento, son pocos los que mantienen la confianza en IU y muchos los que salen en busca de otras alternativas.

 

¿Merecía la pena entrar en el gobierno de la Junta?
IU se presentó en 2012 a las elecciones andaluzas consiguiendo un buen resultado. Tenía una gran oportunidad para no defraudar y fortalecerse si enfrentaba con las fuerzas renovadas al gobierno del PSOE, sin entrar en la Junta, poniendo sus cargos al servicio de las luchas. Sin embargo, cegada por la ambición electoralista, entró al gobierno andaluz junto a un PSOE marcado por el caciquismo y la corrupción. Por eso la Junta sólo ha tenido oposición por la derecha e IU ha trabajado para que no se la enfrentara ni criticara desde las calles, los sindicatos, los centros de trabajo y de estudio.

La lógica de IU ha sido la clásica del reformismo: si entramos al gobierno, las políticas serán menos malas. Pero esa forma de razonar se demostró una vez más desastrosa. En primer lugar, porque cuando entras a un gobierno te haces corresponsable de todas sus decisiones: de las leyes y medidas que aprueba, de su sumisión a los dictados de la troika y de Rajoy, de los recortes y desahucios, del pago de la deuda ilegítima. En segundo lugar, porque lo que el pueblo trabajador necesita no son políticas menos malas, sino una herramienta que enfrente la dramática situación de crisis que vivimos, que movilice por las reivindicaciones y que muestre el camino para un cambio real y de fondo.

El resultado de haber cogobernado bajo la excusa del “imperativo legal” fue darle un balón de oxígeno impagable al PSOE que le ha permitido salir “bien parado” a pesar de los recortes y la corrupción. Por su parte, el PSOE, al viejo estilo de Roma no paga a traidores, ha terminado deshaciéndose de IU cuando no les hizo más falta.

 

¿Qué ha ocurrido con la CUT-SAT y con el PCA-JCA?
En Andalucía hemos contado con uno de los sectores más combativos y un referente para la izquierda de todo el estado: la CUT y el SOC-SAT, dirección política y sindical de los jornaleros andaluces. Sin embargo, ante la corresponsabilidad de IU con las políticas de la Junta del PSOE, la CUT de Gordillo y Cañamero no supo reaccionar y permaneció desdibujada dentro de IU, en lugar de salir y articular un amplio frente de izquierda enfrentado a los recortes y la austeridad. Aunque nos cueste decirlo por el respeto y el reconocimiento que les tenemos, la realidad es que la CUT ha funcionado de alguna forma como apagafuegos de IU.

Cuando la debacle de IU se convirtió en dura realidad, la CUT intentó reubicarse pero al ser de manera tardía y sin objetivos claros, también la crisis les ha pasado factura. Un sector sigue apostando por IU y otro ha salido hacia Podemos, multiplicando aún más sus propias contradicciones, hasta el punto de que entraron en su candidatura autonómica con un programa rebajado, dejando de lado la consigna histórica de la reforma agraria.

Por su parte, el PCA y la JCA se encuentran ante una crisis inevitable por ser la principal fuerza de una IU que camina hacia la desintegración, sin disponer de ningún plan alternativo y sin tampoco referentes internacionales que atraigan a los trabajadores y la juventud (Maduro y Raúl Castro difícilmente pueden ser presentados como modelos a seguir). Así, un sector grita el sálvese quien pueda e intenta correr hacia los Podemos-Ganemos y otro culpa a IU de todos los males (como si fuese un aparato ajeno del que no son responsables) y habla de la reconstrucción independiente del PCE, sin ni siquiera hacer una autocrítica seria que les permita corregir el rumbo. Por eso cada vez quedan menos dirigentes, militantes y votantes que apuesten firmemente por la continuidad de IU.

 
Izquierda Unida ha sido la organización que más activistas ha aglutinado en los últimos años. Gran cantidad de luchadores de barrios, empresas y centros de estudio han sumado sus fuerzas para hacer de Izquierda Unida una herramienta para que el pueblo trabajador pudiera avanzar en la transformación de la sociedad. A pesar de las políticas de su dirección, de su estructura burocrática y de su lógica parlamentaria, muchos militantes de IU han permanecido dentro con la esperanza de regenerar su organización a través de esfuerzo y trabajo de base. Ahora, buena parte de esa militancia y de los simpatizantes corre el grave riesgo de desilusionarse y abandonar la lucha política.

Esto sería una pérdida dramática. Para que no suceda, es urgente poner manos a la obra para que todos los activistas de IU que siguen manteniendo sus principios de izquierdas, junto a otras fuerzas anticapitalistas, a corrientes políticas y sindicales combativas, a activistas y luchadores, veteranos y jóvenes, vayamos conformando espacios de encuentro. Espacios para apoyar las luchas y para debatir cómo construir referentes unitarios con un programa de ruptura y un funcionamiento democrático donde la base tenga la última palabra.

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