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Que el árbol de Vox no nos oculte el bosque que la da cobijo, el Régimen del 78.

Tras el resultado de las elecciones andaluzas se han encendido todas las alarmas; “alerta antifascista», clamó Pablo Iglesias… Miles en la calle contra Vox y su entrada el parlamento andaluz. Hasta los mismos que hace un año jaleaban el “a por ellos”, la Cadena Ser, están ahora asustados por la aparición de una organización que a duras penas mantiene las formas democráticas.

Vox es un paso adelante en la radicalización a la derecha del capital español y del régimen. Tras ellos están el IBEX 35, los medios que les han dado una cobertura, como hace varios años hicieran con Podemos para, tras el 15M, frenar el desangre de la socialdemocracia en sus dos versiones, PSOE e IU, y sobre todo un sector del régimen del 78. Vox se toma en serio las palabras de Aznar del 2000, de “ahora vamos a recuperar lo que tuvimos que conceder en la Transición”.

Pero no nos confundamos, Vox no es facista; todavía no necesitan el fascismo para derrotar a la clase obrera y aumentar exponencialmente la explotación, la legislación laboral del PPSOE, es decir, del régimen del 78, ya ha reducido significativamente el nivel de vida de los trabajadores y trabajadoras. Vox es una costura más que se rompe del régimen del 78.

El régimen del 78 es como un traje, que mientras la economía iba bien, permitía a través de las horas extras y el endeudamiento que la clase obrera pareciera clase media, y a ésta le sentaba como un guante. Tras diez años de crisis económica, de la que no se ven perspectivas serias de solución, ese traje se ha quedado pequeño ante los problemas sociales que ha generado, rompiendo por sus costuras. Vox es una de esas costuras, como el proceso catalán es, en el otro extremo, otra de sus costuras. La clase obrera y los pueblos sienten que ese traje les queda pequeño ante el engorde de los problemas sociales.

En este cuadro, se van imponiendo las salidas que hablan claro: Vox dice claramente lo que muchos sectores sociales, incluso de la clase obrera, sienten. Mas, el problema no solo está en Vox, que es una de sus manifestaciones; la más violenta hasta ahora, pero solo es parte del problema, … no es el problema. El enemigo está en el gobierno que sigue haciendo las políticas del régimen, que no deroga reformas laborales, de pensiones o leyes mordaza, que se niega a nacionalizar Alcoa, porque es “hacer comunismo” (esta contestación fue aplaudida por toda la derecha).

La crisis del régimen del 78 es la que da origen a monstruos que tenía bajo su cobijo, y en su tendencia a la centralización; en Galiza desde que esta Feijoo no se han realizado ninguna transferencia en competencias autonómicas, congelando en los hechos la autonomía, como pide Vox; el caso catalán no hace falta ni mencionarlo, etc…

Agitar a Vox como el enemigo a batir es mirar para el dedo, cuando el sabio señala la luna. Vox es parte del régimen del 78, solo quiere endurecerlo más volviendo a sus orígenes, la Ley de Reforma Politica del 77, no destruirlo. No quieren acabar con las libertades democráticas, como haría un fascista, sino recortarlas para mejor imponer los planes de explotación y saqueo del capital. Con esta sobreactuación de Vox, convierte en real otro refrán, “alguién vendrá que bueno te hará”.

Un “alerta antifascista” que significa que los “demócratas” se unen contra el “fascismo”. ¿Y quiénes son los “demócratas”? El PSOE, un sector del PP, Cs, PNV, Pdcat… Los que no hace ni cuatro años afirmaban la “nueva política”, bajo “nuevos paradigmas”, por encima de la dicotomia “izquierda y derecha”, ahora nos recuerdan las alianzas antifascistas de los Frente Populares de los años 30, de “demócratas contra facistas”, que condujeron a la clase obrera europea y sobre todo española a la derrota más sangrienta de la historia.

Hay una diferencia que la hace más peligrosa, si cabe; cuando el stalinismo levantó la consigna de Frentes Populares puso a la clase obrera y sus organizaciones a disposición, como carne de cañón, de los sectores democráticos de la burguesía; anuló el programa de la revolución socialista en función del programa de la democracia burguesa. Pero la burguesia mundial miraba con buenos ojos la derrota que Hitler, Franco o Mussolini habían infringido a sus clases obrera, y no tenía la menor intención de armar a la clase obrera. Como dijera  Casares Quiroga ante el 19 de julio del 36, armar a los obreros, no, “después a ver quién les quita las armas”.

La diferencia con la actualidad es que las organizaciones de la clase obrera están destruidas o están absolutamente “abducidas” por la ideología pos moderna y pos marxista; la clase obrera está ya disuelta en la sociedad como un sector más. Proponer, en estas condiciones, “una alerta antifascista”, sin poner en el centro la recuperación de la centralidad de la clase obrera en la lucha contra el fascismo, es, simplemente, un saludo a la bandera para ocultar tus vergüenzas.

Recuperar la centralidad de la clase obrera en la lucha contra el fascismo significa situar los problemas donde están; el capitalismo actual del Estado Español, y mundial, no apuesta por el fascismo puesto que hoy nadie cuestiona la propiedad privada de los medios de producción y distribución…; no lo necesitan. El capital español necesita recentralizar más el regimen del 78, aumentar la explotación de la clase obrera y recortar más lo derechos de los oprimidos (mujeres, naciones sin estado, inmigrantes…) Para ello el traje del regimen tiene margen de maniobra, aunque esté rompiendo por las costuras. Vox es un empujón en ese sentido.

La tarea de los revolucionarios es la de no confundir las partes del regimen (Vox, PP, Cs, y de otra manera, PSOE, UP) con él. Para derrotar a Vox debemos enfrentar al regimen que lo generó y le da cobijo, fortaleciendo los procesos de consulta republicana que ya comenzaron a darse; convirtiéndolo en un verdadero movimiento de masas por la ruptura con el régimen y por la apertura de un proceso constituyente que resuelva las necesidades sociales y garantice los derechos del pueblos a decidir.

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