El Mundial de Qatar 2022 ya es historia. Aunque durante la celebración del mismo han sido pocos los gestos de protesta por parte de las selecciones nacionales, y tampoco se han producido muchas muestras de rechazo en los diferentes estadios, SÍ podemos afirmar que la lista de agravios a los derechos humanos en Qatar, las pésimas condiciones laborales y de explotación en las que se construyeron los estadios e infraestructuras (con el saldo de más de 6.500 obreros muertos), sirvieron al menos para abrir el debate sobre lo adecuado o no de la elección de Qatar como país organizador del Mundial. Las autoridades cataríes han utilizado el Mundial para limpiar su imagen. A los ojos del mundo, han tratado de mostrar un país abierto, vanguardista y reformista aunque el resultado final no ha sido el que les hubiera gustado. Este ha sido el Mundial en el que más se ha hablado de derechos humanos, según el responsable de Amnistía Internacional.
El sportswashing (limpieza deportiva) es la estrategia por la cual algunos de los gobiernos que menos respetan los derechos humanos en el mundo buscan limpiar su imagen dentro -pero sobre todo fuera- de sus fronteras, a través de su vinculación con el deporte.
En este sentido hemos asistido al intento de un blanqueo deportivo que no es nada nuevo. “En Rusia lo que ocurrió fue similar, era un país en el que no se respetaban los derechos humanos y se siguen sin respetar. En 1930 el Mundial de Italia fue portavoz del fascismo de Mussolini y más recientemente el Mundial de Argentina de 1978 en el que a diez calles del estadio donde se celebraba la final se encontraba la Escuela de la Armada donde estaban torturando a opositores”.
Ya antes de que diera comienzo el Campeonato, l@s cantantes Shakira, Dua Lipa y Rod Stewart, entre otros, cancelaron su presencia al no querer asociar su nombre a Qatar 2022. También han sido varias las expresiones artísticas de repulsa de la cita en el país árabe. Entre ellas la del artista ruso Andrei Molodkin que creó una réplica de la Copa del Mundo con petróleo catarí. La obra, titulada La Copa más sucia es una reproducción exacta del trofeo y trata de denunciar la corrupción tras la elección del país como sede del Mundial.
El Mundial de Qatar pasará a la historia, al menos, por dos protestas emblemáticas protagonizadas por las selecciones de Alemania e Irán. Impasibles y con semblante serio, los 11 titulares de Irán se negaron a cantar el himno nacional de un país que vive desde hace meses una ola de protestas contra el estricto régimen iraní. Durante la semana, el capitán del equipo, Alireza Jahanbakhsh, avanzó que el vestuario decidiría “colectivamente” si cantar o no el himno como señal de apoyo a las víctimas de las protestas desencadenadas por la muerte en septiembre de la joven Mahsa Amini, una kurda iraní detenida por violar el estricto código de vestimenta que obliga a las mujeres a llevar el velo en público. Mientras esto sucedía los jugadores de Inglaterra se arrodillaban en un reivindicativo inicio de partido en el Mundial de Qatar. Sin embargo, las amenazas de sanción por parte del organismo rector llevaron a que siete selecciones europeas dieran marcha atrás en su intención de que sus capitanes portaran el brazalete arcoíris “One Love”.
Los futbolistas de la selección alemana se taparon la boca en la foto previa al inicio de su partido ante Japón. Lo hicieron para reclamar que los organizadores del torneo hubiesen exigido que los equipos se abstuvieran de usar el brazalete arcoíris con el que se identifican causas LGTBI .
La FIFA y el comité organizador decidieron hacer frente a cualquier enseña que llevara serigrafiada la bandera multicolor. Durante los primeros días de la Copa del Mundo, se vivieron escenas de persecución y control policial contra tod@s aquell@s aficionad@s que trataran de mostrar cualquier muestra de rechazo. Entre ellos, un aficionado denunció la prohibición de entrar al estadio con una camiseta con el arcoíris o un periodista danés al que la policía paró por llevar el brazalete arcoíris mientras grababa para su programa deportivo.
Más llamativo si cabe fueron las amenazas a un periodista brasileño que portaba una bandera de la región de Pernambuco. Curiosamente, la bandera tiene un arco tricolor parecido al del arcoíris. Los policías cataríes tardaron en aceptar que no era un apoyo a la comunidad LGTBI.
La recta final del torneo, final incluida, fue generando una cierta indignación por un “olvido” cuanto menos llamativo: ni la FIFA ni los jugadores presentes en dicha final tuvieron un solo gesto de solidaridad con Amir Nasr-Azadani, el futbolista iraní condenado a muerte por el régimen de los Ayatolás, por defender a las mujeres y las libertades más básicas en su país. La pena es la horca, el mismo método con el que fueron asesinados los jóvenes, ambos de 23 años, Mohsen Shekari y Majid Reza Rahnavard, por su participación en las manifestaciones que comenzaron en septiembre a raíz del asesinato de Mahsa Amini. La ejecución fue en público, con transmisión de los medios oficiales.
Dentro del mundo del fútbol se dieron algunas honrosas excepciones como la del colombiano Radamel Falcao quien lanzó un mensaje a través de las redes sociales “Esto es inaceptable. Todos con Amir Nasr-Azadani”, escribió ‘El Tigre’ en su cuenta oficial de Twitter. Otro de los colombianos que se manifestó fue el volante colombiano de la Juventus, Juan Guillermo Cuadrado, quien también utilizó sus redes sociales para expresar su opinión. “Inaceptable” dijo y agregó: “creo que el mundo del fútbol debemos estar con Amir”. El exjugador del Atlético de Madrid, Diego Godín y del Real Betis Balompié Borja Iglesias, o el propio Mar Bartra: ¿Nos vamos a quedar con los brazos cruzados y mirando hacia otro lado? No se puede aceptar algo así, de ninguna manera. Todos con Amir Nasr-Azadani y con todas las personas que pasan y han pasado por algo así. BASTA. STOP. También la Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales (FIFPRO) pidió en sus redes sociales el levantamiento inmediato de la amenaza de pena de muerte con la que podría ser castigado por las autoridades iraníes Amir Nasr-Azadani.
En las redes sociales aparecieron algunos mensajes reclamando una reivindicación de las máximas estrellas del fútbol que nunca llegó y la exigencia al máximo organismo mundial que gobierna las federaciones de fútbol: Y si el futbolista condenado a muerte fuera más famoso, ¿la FIFA haría algo? Tampoco las voces de los Messi, CR7, Mbappé que tienen miles de millones de oídos alrededor del mundo dijeron nada. Entre los tres jugadores mencionados suman 987,8 millones de seguidores en Instagram.
El fútbol profesional masculino mueve actualmente montañas de dinero que arrastra a estas figuras mediáticas a desligarse de sus raíces y mantenerse ajenos a los problemas sociales. Son los nuevos millonarios privilegiados y endiosados que viven en una burbuja alejados de los problemas cotidianos que el resto de la población sufre. El caso de Amir Nasr-Azadani es una muestra más de que, aun tratándose de un compañero de profesión quien en esta ocasión está en peligro, han decidido optar por el silencio con tal de no perder dinero, fama o poder. Walter Casagrande el legendario delantero del Corinthians de Brasil ha juzgado en varias ocasiones la falta de coraje de algunos futbolistas para abordar los problemas sociales, y cómo frente al miedo de los futbolistas que participaron en el Mundial de Qatar y no se atrevieron a portar el brazalete LGTBI por temor a ser expulsados y multados, los jugadores del Corinthians que formaban parte del movimiento Democracia Corinthiana surgido en la década de 1980, se rebelaban y se ponían la camiseta que pedía Elecciones Generales durante la dictadura de Brasil. Dos maneras muy distintas de encarar situaciones difíciles y complicadas en la vida.
Durante casi un mes el mundo del fútbol ha mirado hacia el Mundial de Qatar. Mientras tanto se impulsaba una campaña en redes sociales para sumar fuerzas a favor de Amir Nasr-Azadani. A través de change.org se levantó la petición para frenar la ejecución del jugador iraní con el objetivo de llegar a alcanzar el millón de peticiones. Inmediatamente la respuesta de la gente se dejó sentir desde diversas partes del mundo. Una campaña que debe ser asumida por todas las organizaciones obreras, sindicales, estudiantiles, y todas aquellas que se revindiquen democráticas, defensoras de los DDHH y de izquierda.
El comportamiento que han tenido las grandes estrellas del fútbol y los grandes clubes como Barça, Madrid, Atlético de Madrid, Manchester City o Bayern de Múnich que han preferido no pronunciarse y olvidarse de que actualmente hay un joven futbolista sentenciado a muerte en su país, demuestra una vez más hacia dónde quieren conducir al que llaman el deporte rey. Al fin y al cabo los valores del capitalismo que transformaron por completo en una industria el mundo del fútbol no han hecho otra cosa que aplicar su máxima, no permitiendo que la condena a muerte de un futbolista en Irán les arruinara un evento de la importancia de un Campeonato Mundial de Fútbol que tanto les ha reportado económicamente.