Fue Adolfo Suárez el que dijo «puede prometer y prometo», y con ello definió perfectamente lo que es una democracia representativa y burguesa, tutelada como la española por los neo franquistas, o no, como las del resto de Europa. Todas las candidaturas «pueden prometer y prometen», y todos y todas sabemos de los limites que esas promesas tienen.
Lo grave de la situación no es que las derechas (PSOE incluido) y los partidos del régimen, utilicen esa lógica «suarista»; es lo suyo; ellos prometen de todo porque saben que cuando comiencen a gobernar, los dictados van a venir del poder real, de la CEOE, del IBEX 35, de Bruselas, del ejercito y su cabeza visible, el rey, o de la iglesia… Lo que en la transición se llamaban los «poderes fácticos».
Lo grave es que las fuerzas que se dicen transformadoras, aunque hayan reducido su mensaje a ser el «consejero de izquierdas/social» del PSOE, no comiencen sus discursos con un: todo lo que podamos prometer va a tener que enfrentar los siguientes enemigos, y por lo tanto, la única promesa real que podemos hacer, es que solo con la lucha lo vamos a conquistar.
Se prometen políticas que impulsen un desarrollo sostenible que no supongan la destrucción actual de la naturaleza. Esto es imposible de realizar si no se acaba con la lógica depredadora del sistema capitalista. El desastre ecológico no es resultado de la inconsciencia del ser humano, sino de la necesidad intrínseca del sistema a la acumulación de capital; “renovarse o morir” es su lema… Pero renovarse no al servicio de las necesidades sociales, sino de la concentración de capital en cada vez menos manos.
Cualquier alternativa que no denuncie la raíz del problema, no deja de ser una utopía, un saludo a la bandera que tendrá como consecuencia que la fuerza política que quiera gobernar tenga que aceptar estos limites, … O bien rompe abiertamente con ellos.
Se prometen a nivel municipal políticas de viviendas para los llamados “sectores más desfavorecidos” de la sociedad, como si esa situación fuera consecuencia de una lotería, donde unos son favorecidos por la suerte y otros no.
Se obvia que la vivienda es una mercancía como cualquier otra, por lo que su construcción y venta es parte del mercado capitalista, y que para darle una a todas las personas que las necesitan habría que romper con ese mercado; nacionalizando el suelo y el parque de viviendas. Por ello prometer vivienda digna sin romper con el mercado capitalista es directamente engañar a la población.
Todos los municipios tienen, en mayor o menor medida, privatizados los servicios públicos, sean de transporte, ORA (que no más que la privatización del suelo público), guarderías, etc. La única manera que se conviertan en verdaderos servicios públicos, y no negocios con los beneficios garantizados por las instituciones y ayuntamientos, es remunicipalizarlos. Ah!, nuevamente encontramos con los intereses privados, de las grandes empresas de “servicios” tipo ACS, ACCIONA, etc., que hacen un gran negocio con esos servicios.
Pero las promesas que se hagan también tienen una premisa, que si no se mencionan como previo a cualquier oferta electoral, convierten al que lo haga, en el mejor de los casos, en un utópico, y en el peor en un fraude: las leyes de austeridad como la Ley Montoro de control de Déficit las convierten en papel mojado. Un candidato puede prometer lo que le plazca en campaña electoral, después vendrá el tío paco con las rebajas, y las promesas por el desagüe.
Esta es la realidad de cualquier campaña electoral, son un paripé para hacer que la población de un aval por cuatro años a quien va a gobernar en nombre de los que realmente cortan el bacalao, los dueños de las empresas de servicios, principalmente las que cotizan en el IBEX 35, de los bancos que prestan a los ayuntamientos e instituciones para que estos contraten esas compañías privadas, y toda la red de pequeñas concesiones privadas de servicios que pululan alrededor de estas instituciones.
Esta es la lógica del mercado electoral, los candidatos / as llevan hasta el final el “puedo prometer” de Suárez, y compiten en a ver quién promete más. Es un mercado y el ganador se lleva las llaves de los presupuestos municipales, desde donde se financiarán a las empresas privadas. Acabar con estas redes clientelares grandes y pequeñas, municipalizando todos los servicios públicos, es el primer paso para construir una politica municipal al servicio del pueblo trabajador.
La lógica de una política transformadora es la opuesta y, frente a las apariencias, la única realista. Como vimos es una utopía pensar que bajo este sistema capitalista en crisis, con este régimen del 78 con las libertades administradas por los neo franquistas de la Audiencia Nacional (ex TOP) y bajo la mirada atenta de la Unión Europea y su política de recortes, se puede tan siquiera pensar en modificar lo más mínimo las condiciones de vida de los barrios obreros y populares.
La única promesa que se puede hacer en plena campaña electoral es la de luchar antes y después de las elecciones por una ciudad al servicio de los seres humanos, frente a las actuales construidas para mantener la estructura de clases de la sociedad; donde los servicios no son servicios, sino “nichos de negocio”, donde la vivienda es una mercancía no un derecho, y por lo tanto “nicho de negocio”, donde el urbanismo está puesto al servicio del automóvil privado y el transporte individual, en detrimento del transporte colectivo.
La utopía de las “fuerzas del cambio” es que “pueden prometer y prometen” un cambio en las ciudades y villas, sin señalar desde el principio que los enemigos a batir son los mismos que aprobaron reformas laborales y de pensiones, que enviaron a “piolines” contra los catalanes, que aprobaron leyes como la Mordaza, y que tienen al frente a la monarquía neo franquista, con la vigilancia de la UE.
Es utópico pensar, y menos ya prometer, que se puede hacer la menor gestión al servicio de la clase trabajadora y los sectores oprimidos, sin enfrentar desde los municipios al régimen del 78 y la UE, sin romper con ellos. Entrar a gobernar en gobiernos municipales en estas condiciones, las convierte en parte del problema y no de la solución.
La perspectiva no es otra que la de que solo luchando contra este Régimen y la Unión Europea, abriendo unos procesos constituyentes que rompa con ellos, y sea parte de una Europa de los Trabajadores / as y los pueblos, se puede revertir la situación de degradación constante que viven los barrios obreros y populares. En este camino, se defenderán en la movilización todas las exigencias parciales, pero siempre bajo la óptica de la ruptura con el régimen y la UE. Cualquier otra perspectiva solo es vender humo y utopía a la población trabajadora.
Los ayuntamientos, parte del estado
Cuando llegan las elecciones municipales, parece que los ayuntamientos son instituciones ajenas al estado, al régimen del 78; como si fueran parte de la democracia directa. Y ciertamente es todo lo contrario. Son instituciones tan del régimen que son las que mantienen el esquema de poder más individual, son cuase dictaduras del alcalde, que tiene un poder casi total.
Lo que cambiaron son las formas de elegir a los concejales; bajo el franquismo se votaba (si, se votaba, solo que solo se “presentaban” los franquistas, los que no lo eran acababan en la cárcel) por secciones sociales, el tercio familiar, por elección de los organismos sindicales del municipio, lo que se llamó popularmente el tercio sindical, y entre entidades económicas, culturales y profesionales del municipio, con una lista de candidatos que proponía el gobernador civil al ayuntamiento, y que se llamaba el tercio de entidades o corporativo. Ahora son los partidos los que establecen las listas de candidatos a concejales.
La transición en los ayuntamientos hizo lo mismo que en el estado, manteniendo el esquema de la institución del franquismo, se introdujeron las formas de la democracia representativa y burguesa que les dio un barniz progresista. Pero siguen siendo instituciones opuestas por el vértice a la democracia directa.
Los elegidos, desde el alcalde hasta los concejales no puede ser revocados por los electores, se fijan ellos sus salarios sin limite, deciden sobre condiciones importantes de la vida de la población como el transporte, la vivienda o el urbanismo, con los limites que impone el estado, y que bajo ningún caso pueden traspasar. Por ello, en torno a los ayuntamientos, y sus presupuestos, se mueven unas redes clientelares de pequeños, medianos y grandes empresas que se benefician de las privatizaciones y saquean los presupuestos municipales.
Por ello, los municipios no son esas instituciones “cercanas” al pueblo como nos venden; sino que son instituciones de un mismo régimen con el que hay que romper, acabando con el poder omnímodo del alcalde, rebajando los salarios de los concejales, por ley, al de la media de la clase trabajadora -no basta con entregar una parte a una ONG, no es un problema individual, sino colectivo-, estableciendo la revocabilidad de todos los cargos.
Un verdadero municipalismo que se base en la democracia directa, debe fomentar las AA VV / asambleas populares, que con carácter decisorio, puedan acordar sobre las partes de los presupuestos que les correspondan a su territorio; no solo sobre un porcentaje irrisorio como los llamados “presupuestos participativos”, que dejan el grueso del mismo a disposición del gobierno municipal de turno. Unas AAVV / asambleas populares independientes del municipio, sin subvenciones ni nada por el estilo, que controlen junto con las organizaciones obreras, el funcionamiento de la institución.
Esto, claro está, supone romper también en el municipio, con el régimen del 78; por lo que la lucha por conquistar la democracia directa en los ayuntamientos es parte del proceso constituyente más amplio, a nivel estatal.