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Programa de emergencia contra la pandemia y la crisis económica

El capitalismo, a través de la pandemia de Covid-19 y de la recesión mundial, está ampliando fuertemente los elementos de barbarie en el mundo. Los números reales de la pandemia  –no las mentiras divulgadas por los gobiernos– ya apuntan para más de cien millones de infectados y más de dos millones de muertos. Es una de las peores pandemias de la historia, que viene desarrollándose hace seis meses aún sin remedios ni vacunas. La recesión mundial está trayendo hambre y centenas de millones de desempleados.

Desde el inicio, alertamos que esa combinación de pandemia y recesión mundial traía consecuencias semejantes a las de una guerra mundial. Los revolucionarios tenemos obligación de presentar un programa para dar respuesta a esa crisis que el capitalismo no puede resolver.

Es desde esa perspectiva que publicamos esta propuesta de programa de emergencia contra la pandemia y la crisis económica. Se trata de una propuesta de programa que parte de la respuesta inmediata a esos problemas, combinada con medidas que apuntan para la ruptura con el capitalismo y el poder para los trabajadores.

Presentamos esta propuesta colocándonos en la primera línea de batalla de los trabajadores y oprimidos contra los ataques de los gobiernos capitalistas, que quieren que paguemos una vez más con hambre y miseria, y ahora con nuestras vidas.

Presentamos este programa para el estudio y el debate con el conjunto de los luchadores y como una herramienta para desarrollar el combate contra este verdadero genocidio producido por la pandemia y la crisis económica.
1- La pandemia y la recesión mundial abren una nueva situación mundial

Las familias de los trabajadores están llorando los muertos por la pandemia de Covid-19, la peor desde la gripe española en 1918. Ahora tienen que encarar el desempleo masivo y el hambre, productos de la mayor recesión mundial desde 1929. Nosotros, trabajadores, estamos sufriendo los mayores ataques en un siglo. Los efectos sociales son semejantes a los de un gran terremoto y un tsunami al mismo tiempo, o como las consecuencias de una guerra mundial.

Ni la pandemia ni la crisis económica son producto de la casualidad. Es el capitalismo que mata, a través del Covid-19. Es el capitalismo que trae desempleo y hambre, a través de sus crisis.El capitalismo está  llevando el mundo de vuelta de la barbarie. La miseria actual es el capitalismo con barbarie del futuro: desempleo masivo, salarios miserables sin ningún vínculo laboral.

¿Sería posible evitar todo esto? ¡Sí! Con la tecnología actual, las fuerzas productivas podrían permitir que todos pudiesen alimentarse, vestirse y vivir con dignidad, tener acceso a la cultura y a la recreación. El mundo podría vivir sin crisis económicas.

Pero, para eso, sería necesario acabar con el dominio de la burguesía, que hace que la producción esté al servicio de sus ganancias millonarias, y no de los intereses de la mayoría. Sería preciso expropiar las grandes empresas, y planificar la economía en función de las necesidades de los trabajadores.

El mundo podría estar mejor preparado para protegerse de las pandemias. Pero para eso sería preciso que la salud no fuese solo una mercadería más, bajo control de las grandes empresas. Antes de la pandemia, ya existían focos de ascensos de la lucha de clases y procesos revolucionarios en el mundo, desde Chile a Colombia, Hong Kong, Irak y el Líbano.

En medio de la pandemia, una revuelta estalló en los Estados Unidos, tornándose el centro de las atenciones de todo el mundo. Ese es el símbolo del fracaso del capitalismo. Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, sacudido por un ascenso contra el racismo y la violencia policial, fuertemente radicalizado por más de cuarenta millones de desempleados por la recesión económica, y más de tres millones de infectados por el Covid-19.

El capitalismo, que se presentaba al mundo como la única salida para la humanidad, muestra su verdadera cara. La gran burguesía imperialista no consigue asegurar el mantenimiento de la vida en su vidriera mundial. La dominación del capital fue cuestionada por un ascenso no visto desde hacía décadas y décadas, con las masas norteamericanas en las calles exigiendo cambios radicales en sus vidas. Eso desmoraliza política e ideológicamente al capitalismo e impulsa las luchas de las masas en todo el mundo.

Es probable que estemos entrando en un nueva situación mundial, con fuerte polarización de la lucha de clases, que puede llevar a revoluciones y contrarrevoluciones. Pueden ocurrir golpes militares, como el que se dio en Hungría a manos de Orbán, a partir de la presidencia del país. Hablamos de cambios bruscos de situaciones políticas, caídas de gobiernos y de regímenes.

Pueden ocurrir también guerras entre países en función de las divisiones interburguesas. No es probable una nueva guerra mundial, por la brutal superioridad militar norteamericana. Pero pueden ocurrir nuevas guerras regionales.

La disyuntiva socialismo o barbarie vuelve a estar planteada con mucha fuerza. La burguesía demostró su incapacidad de asegurar la sobrevivencia y las necesidades básicas de la humanidad.

Es necesaria una revolución socialista mundial que ponga al proletariado al frente de los destinos de la humanidad. Pero para que ese proceso sea victorioso es preciso que tenga a la cabeza una dirección revolucionaria. Por ese motivo, la tarea prioritaria en este momento histórico es la construcción de partidos revolucionarios en nivel mundial.
2- La peor pandemia en un siglo

Al contrario de lo que los gobiernos divulgan, la pandemia no está bajo control. Por el contrario, está empeorando a nivel mundial. Existen muchos más infectados y muertos por el Covid-19 que lo que los números oficiales admiten. Los gobiernos quieren esconder su absoluta incapacidad de preservar las vidas de los trabajadores. Quieren justificar el fin de las cuarentenas parciales en todo el mundo.

Está ocurriendo un verdadero genocidio, que afecta brutalmente a los más pobres, los trabajadores, los negros, los inmigrantes. La pandemia afecta a todos los sectores, pero no por igual. Son los pobres los que están siendo más expuestos, son estos los que no tienen asistencia médica garantizada, los que no tienen salario ni casas que posibiliten hacer una cuarentena.

Después de afectar duramente a los trabajadores de Europa y Estados Unidos, la pandemia ataca con mucha fuerza las periferias de las ciudades de América Latina y de Asia. Ahora está generalizándose en el África.

En esos barrios pobres, muchos de los trabajadores que aún tienen empleo son precarizados. Si no trabajan un día, no pueden comer. En las casas viven muchas personas, con frecuencia sin agua o cloacas, sin condiciones de garantizar lo mínimo para una cuarentena. Son los pobres lo que más mueren, son el verdadero grupo de riesgo de la pandemia.

Décadas tras décadas, los gobiernos de los partidos de la derecha y de la “izquierda” reformista (socialdemocracia, PT, etc.) aplicaron los planes neoliberales que desmantelaron la salud pública, privatizaron los hospitales. El virus alcanzó a la humanidad totalmente desprotegida en pleno siglo XXI. No existen hospitales suficientes, menos aún las unidades de terapia intensiva necesarias. Los sistemas de salud colapsaron.

No existen remedios seguros ni vacunas hasta ahora para el Covid-19, incluso después de los brotes por otros coronavirus (SARS en 2002, MERS en 2012). Como eso no rendía lucros para las grandes empresas farmacéuticas, no hubo inversiones en pesquisas. Solo ahora, con la pandemia, están corriendo atrás de los perjuicios. No existirá vacuna en el corto plazo, no existe tratamiento seguro. Después de meses y meses de la más grave pandemia de la historia reciente, la humanidad continúa indefensa.

Los gobiernos del mundo abandonaron incluso las cuarentenas parciales, por la presión de las empresas. Están exponiendo a los trabajadores a una nueva vuelta de la pandemia. En algunos países, la reapertura se da en pleno pico de la pandemia. Los gobiernos protegen los barrios “nobles” y así que consideran controlada la pandemia en los sectores más ricos de la sociedad, dejan a las periferias pobres abandonadas a los efectos de la pandemia.

Según los científicos, en ningún país, incluso en los más afectados, se llegó al estadio de “inmunidad de rebaño” que asegura el control de la pandemia. Todos los países están amenazados por la continuidad de esa ola o de una nueva de la pandemia antes de que se alcance alguna vacuna o tratamiento eficaces.

Es preciso parar la producción en las empresas con trabajadores infectados. Es una necesidad urgente que se avance en la autoorganización de los trabajadores para exigir la asistencia médica en los barrios y las empresas.

Seguimos exigiendo cuarentena con calidad, con condiciones de vivienda y salario. Eso significa salarios garantizados para todos los trabajadores, empleados o no. Defendemos el alojamiento de los trabajadores que viven en habitaciones insalubres en hoteles o en casas y departamentos no habitados.

Es preciso testar masivamente al pueblo para rastrear y monitorear la pandemia. ¡Basta de subnotificación!

Es necesario garantizar atención médica a todo el pueblo, con el refuerzo inmediato del presupuesto de los servicios públicos de salud, con la expropiación de los hospitales privados y la construcción de nuevos hospitales y unidades de terapia intensiva.

El trabajo de otros sectores industriales debe ser convertido para la producción de respiradores simples y baratos, así como de máscaras, alcohol en gel y otros materiales esenciales en el combate a la pandemia. ¡Es preciso dar condiciones de trabajo y salarios dignos a los empleados de la salud, incluyendo el pago de horas extraordinarias en el combate al Covid-19 y la actualización de sus carreras!

Las empresas farmacéuticas y de productos hospitalarios deben ser expropiadas y puestas bajo control obrero. Las vacunas, remedios y testes deben ser gratuitos y ofrecidos a toda la población.

Defendemos planes sanitarios, de asistencia médica y servicios (luz, agua, gas, internet, etc.) para los barrios pobres. Contra el aislamiento de los barrios pobres y su transformación en guetos.

¡Las vidas de los trabajadores y del pueblo pobre importan!
3- Es posible enfrentar la crisis económica

Los gobiernos admiten que existe una crisis económica pesada. Sería imposible esconder eso. Pero dicen que la pandemia va a acabar y la economía se recuperará rápidamente. ¡Eso es una mentira! ¡Existe una recesión mundial gravísima en curso, que puede transformarse en una depresión semejante a la de 1929! No habrá recuperación rápida bajo este sistema.

Las vidas de siete mil millones de personas son determinadas por los intereses de algunos millares de millonarios y multimillonarios, propietarios y grandes accionistas de las empresas imperialistas.

Todas las definiciones de Lenin sobre el imperialismo se mantienen válidas. Solo que mucho más hipertrofiadas con la “globalización” de la economía.

Las burguesías que dominan los países dependientes son subordinadas y asociadas al imperialismo. Pueden tener conflictos parciales, pero en general reflejan esa subordinación económica con una mayor servidumbre política. En general reflejan grupos económicos que también concentraron en sus manos buena parte de la riqueza nacional asociados con el imperialismo.

El imperialismo ya había mostrado con las guerras mundiales el precio para su mantenimiento, con millones de muertos. Ahora, una vez más, con la combinación de la pandemia y la crisis económica, demuestra las consecuencias mortales para humanidad del atraso de la revolución socialista.

Ya existía una grave crisis económica mundial cuando surgió la pandemia de coronavirus. Una curva descendente de la economía capitalista, que venía desde la gran recesión mundial de 2007-2009, ya determinaba la decadencia de grandes áreas del planeta.

Las divisiones y los enfrentamientos entre las grandes burguesías mundiales, como la guerra comercial Estados Unidos-China y la crisis de la Unión Europea, expresan el desequilibrio creciente, típico de esa decadencia. Una nueva recesión mundial se anunciaba ya a inicios de 2020.

Ahí vino la pandemia. Un factor extraeconómico determinó el confinamiento de la mitad de la población mundial y la parálisis de la economía. Un golpe durísimo en una economía en crisis. Lo que se anunciaba como una nueva recesión mundial puede tornarse una depresión semejante a la de 1929.
La OCDE prevé que la economía mundial caerá entre 6 y 7,6% este año. El FMI prevé una caída de 4,9%. Ambas previsiones son mucho peores que la caída de 1,7% de la recesión de 2008. Las proyecciones indican caídas del PIB de entre 5 y 11% en los principales países imperialistas y en los emergentes, en 2020. Incluso China presentará estancamiento o incluso una recesión.
Los planes de los gobiernos –muchas veces multimillonarios– tienen en común su objetivo central: salvar las grandes empresas. Una vez más, como en 2007-2009, los gobiernos dejan de lado los planes neoliberales para aplicar gigantescos planes ‘keynesianos’ de inyección de dinero público en las empresas. Pueden evitar la quiebra de grandes empresas, pero a costa de un brutal endeudamiento público, el mayor en 150 años, superior a los que ocurrieron después de la Primera y la Segunda Guerras Mundiales. Inevitablemente, esas deudas públicas serán después cobradas a los trabajadores, con ataques a la salud y la educación públicas, las jubilaciones [pensiones], etc.

Para los trabajadores, apenas migajas, como alguna ayuda temporaria, insuficiente para revertir el hambre que se amplía. Junto con eso, los gobiernos aprovechan la pandemia para avanzar en la supresión de derechos laborales y sociales.

El desempleo se extiende rápidamente. Sea a través de despidos sumarios o no renovación de contratos, las burguesías y los gobiernos están imponiendo un desempleo masivo. Centenas de millones de trabajadores en el mundo quedarán desempleados. A través del lay-off y los cortes salariales, los trabajadores todavía verán reducidos gran parte de sus rendimientos, sin que tengan garantía de mantener siquiera sus puestos de trabajo. Millones de pequeñas empresas ya están yendo a la quiebra. En pleno siglo XXI, se morirá de hambre en las periferias de las grandes ciudades del mundo.

Vamos a tener un largo período convulsivo en esta crisis, con largos y complicados momentos en cada país, incluso después del fin de la pandemia.

Como reflejo inevitable de la crisis, los oligopolios multinacionales van a concentrar aún más la propiedad en sus manos. Los países imperialistas más fuertes, como EEUU y Alemania van a imponer aún más duramente su hegemonía. El conflicto EEUU-China se va a agudizar, y quien consiga salirse mejor y más rápido de la recesión avanzará en la división mundial del trabajo.

El imperialismo está anunciando el futuro en este momento: el capitalismo con barbarie. Las hordas actuales de desempleados pueden ser la tónica del capitalismo moderno, con uso de inteligencia artificial, 5G, etc. Los salarios rebajados, que ni siquiera cumplen la función capitalista de recomponer la fuerza de trabajo, ya eran una realidad en Haití y Bangladesh, y ahora se generalizan. A eso se junta la precarización generalizada de las relaciones de trabajo.

En el capitalismo, las crisis económicas son periódicas. Después de esta vendrán otras, tal vez más graves aún. No podemos permitir que la humanidad siga muriendo o viviendo en la miseria para sostener las súper ganancias de las multinacionales.

Es preciso combatir el hambre, garantizando directamente la alimentación en los barrios populares. Por la autoorganización de los trabajadores para imponerse frente a la crisis causada por el capitalismo. Para eso, es necesaria la expropiación de las empresas productoras y comercializadoras de alimentos. Defendemos el derecho de los pobres a la expropiación de comida de los supermercados o de donde sea.

Organizar a los desempleados en comités en los barrios populares. Unir por la base a los trabajadores empleados y desempleados, en las empresas y barrios.

Es preciso prohibir los despidos con efectos retroactivos desde el inicio de la pandemia. Es preciso acabar con la precarización y tercerización del trabajo, dando estabilidad a todos los trabajadores.

El desempleo puede ser combatido asegurando de inmediato un salario equivalente al necesario para el sostén de todos los trabajadores. Es preciso un plan de obras públicas para emplear al conjunto de los trabajadores.

¡Contra los cortes de salario y el lay-off! ¡Reajuste salariales automáticos de acuerdo con la inflación! Trabajemos menos para que trabajemos todos. Que los sindicatos y asociaciones de trabajadores asuman estas propuestas para unir a los trabajadores empleados con los desempleados.

¡Jubilaciones con salarios iguales a los de los trabajadores en actividad! No a las reducciones de las pensiones que condenan a los viejos al hambre. Reducción de la edad de jubilación: descanso a quien trabajó toda la vida, oportunidad para los jóvenes que ahora comienzan a trabajar.

¡En defensa de las huelgas obreras para que los trabajadores puedan imponer su alternativa contra la crisis económica!

¡Reversión inmediata de todos los planes neoliberales! ¡Garantía de empleos con vínculos laborales que aseguren vacaciones, aguinaldo y pensiones decentes a todos los trabajadores!

Los capitalistas, los grandes explotadores guardan sus secretos bajo siete llaves. Los monopolios, que tienen en sus manos 90% de la producción, jamás prestan cuentas de sus negociados y operaciones bancarias sospechosas, sus lavajes de dinero en los paraísos fiscales. ¡Por la abertura de los libros contables de las empresas! ¡Abolición del secreto comercial!

No existe forma de cambiar la economía sin acabar con el control del capital financiero. Si los trabajadores controlasen los bancos, podrían direccionar la economía de forma completamente diferente. Es preciso expropiar los bancos y los fondos financieros, e instituir un único banco estatal por país, bajo control de los trabajadores. Que los trabajadores controlen la economía.

No pagar las deudas interna y externa para garantizar el capital suficiente para financiar ese plan. Imponer un impuesto sobre las grandes fortunas. Abolición de las deudas actuales de los trabajadores con los bancos y tarjetas de crédito. Crédito y ayuda financiera para las pequeñas empresas, que deben ser salvadas de la quiebra.

Es necesario expropiar las grandes empresas y planificar la producción para suprimir crisis como estas y atender las necesidades de los trabajadores y del pueblo pobre. Defendemos planes para que sean los capitalistas –y no los trabajadores– los que paguen por la crisis.
4- Es preciso recordar el ejemplo de la URSS
Trenes libres de piojos trasladando pacientes con Tifus
La Revolución Rusa de 1917 fue la única que puso verdaderamente al proletariado en el poder. La Comuna de París ya lo había hecho, pero solo duró tres meses. Una democracia más amplia que la más democrática de las democracias burguesas. Una democracia de los trabajadores, que podían discutir y decidir cotidianamente sobre los problemas fundamentales del Estado y de la economía.

Cuando hablamos de que sería posible evitar las crisis económicas y enfrentar la pandemia, recordamos experiencias históricas que demuestran eso categóricamente.

La Revolución Rusa enfrentó la epidemia de tifus enseguida después de la toma del poder, en 1918, aún con el país destruido, sin condiciones sanitarias ni estructura hospitalaria. Pero fue posible derrotar la epidemia girando la estructura del nuevo Estado ruso, con los pocos recursos que tenía para eso.

Lamentablemente, las derrotas de las otras revoluciones en el mundo dejaron aislada la Revolución Rusa. Como consecuencia, se gestó una burocracia en el interior de la URSS, que tomó el poder a través de la contrarrevolución estalinista.

Incluso burocratizada, la URSS preservó la propiedad estatal y la planificación de la economía, lo que posibilitó la transformación de uno de los países más atrasados de Europa y de Asia en la segunda economía mundial, atrás apenas de los Estados Unidos.
Eso trae una segunda comparación necesaria. Cuando el mundo se hundió en la depresión de 1929, con retrocesos de muchos países entre 20% y 30% en el PIB anual, la URSS se desarrollaba fuertemente. La producción industrial creció a 16% por año entre 1928 y 1940.
Toda esa experiencia histórica fue apagada de la memoria por el dominio de la burocracia estalinista y sus innumerables crímenes hediondos. Su acción contrarrevolucionaria impidió la extensión de la revolución mundial, alejó completamente al proletariado del poder, e impuso un dominio totalitario brutal, que no tiene nada que ver con el socialismo.

Después de parasitar los Estados obreros, esas mismas burocracias comandaron la restauración del capitalismo. Eso ocurrió tanto en China (década de 1970, con Deng Xiao Ping), en Rusia (década de 1980, con Gorbachov), como en los demás Estados obreros burocratizados.

Esos Estados ya no eran obreros y sí burgueses cuando grandes revoluciones democráticas derrocaron las dictaduras estalinistas. Se inició, así, la restauración del capitalismo por las propias burocracias. Los levantamientos de la década de 1990 se dieron contra dictaduras burguesas así como contra la caída brutal del nivel de vida determinado por el inicio de la restauración.

Esas revoluciones fueron muy progresivas por haber derrotado esas dictaduras burguesas. Y haber destruido el aparato mundial del estalinismo. No obstante, como producto de la ausencia de direcciones revolucionarias con peso de masas, fueron direcciones burguesas las que comandaron esos procesos. Nuevas burguesías, muchas originadas de las viejas burocracias, dirigen estos Estados.

Eso aún no ocurrió en China ni en Cuba. Ahí se dio la restauración del capitalismo, pero siguen las dictaduras estalinistas burguesas.

La propaganda burguesa aprovechó esos dos hechos que ocurrieron en momentos diferentes –la restauración del capitalismo comandada por las burocracias y, después, el derrumbe de las dictaduras burguesas estalinistas– para divulgar mundialmente “la muerte del socialismo”, como si las masas se hubiesen rebelado contra el socialismo y no contra las dictaduras burguesas.

Desde entonces, esa ideología es absolutamente mayoritaria en todo el mundo para mostrar el capitalismo como única alternativa para toda la humanidad.

La realidad actual de esos países, como Rusia o China, demuestra que la vuelta al capitalismo hizo que las poblaciones volviesen a estar sujetas a las mismas catástrofes que los otros países capitalistas sufren, como la pandemia y la recesión económica. Y necesitan también de nuevas revoluciones socialistas.

En el mundo entero, el capitalismo está duramente cuestionado por esa combinación de pandemia y recesión mundial. Está existiendo un choque en la conciencia de las masas de todo el mundo. Es hora nuevamente, de levantar las banderas socialistas con toda fuerza. Defendemos el socialismo con democracia obrera, vigente en los primeros años de la Unión Soviética, y denunciamos la versión estalinista burocrática aún defendida por sectores de la izquierda.
5- La pandemia es consecuencia de la destrucción de la naturaleza

El capitalismo destruye a los trabajadores y también la naturaleza. La producción capitalista movida por las ganancias consume muchos más recursos de la naturaleza que los que se pueden reponer, desde hace por lo menos medio siglo. Por eso, tenemos el calentamiento global, la contaminación de los ríos y de la atmósfera, la reducción de las especies vivas.

El desmonte desenfrenado causa una destrucción de los equilibrios ecológicos y posibilita la mutación descontrolada de virus que antes estaban confinados en animales silvestres. Esa agresión contra la naturaleza es responsable por la aparición de las recientes epidemias como el ébola, el SARS, el MERS y, ahora, el Covid-19.

El planeta camina hacia un colapso ecológico irreversible en caso de que el capitalismo se mantenga. Nuevas pandemias surgirán después de la actual.

Pero esto no es inevitable. Es necesario acabar con el control de la economía por las grandes empresas multinacionales. Es preciso planificar y racionalizar la explotación de los recursos naturales del planeta tomando en cuenta el medio ambiente y no la ganancia de una pequeña minoría de multimillonarios. Pero para eso, es urgente la expropiación de esas empresas y la reconversión ecológica de la producción, que garantizará que cesen las agresiones contra la naturaleza y se impida el colapso ecológico.
6- Las luchas de las masas en los Estados Unidos

El ascenso de masas revolucionario luego del asesinato de George Floyd trajo a los Estados Unidos para el primer plano de la lucha de clases mundial. No fue simplemente una revuelta coyuntural y episódica. Fue la primera vez en décadas y décadas que las masas pasaron a la ofensiva y la burguesía blanca más poderosa del mundo quedó a la defensiva. La primera vez en que una lucha de esa magnitud y radicalización escapa a la dirección burguesa del Partido Demócrata. Independientemente de sus resultados inmediatos, los EEUU entraron en una nueva situación de polarización e inestabilidad.

El imperialismo norteamericano viene presentando una decadencia en su hegemonía industrial y expresa cada vez más un parasitismo financiero gigantesco. Sigue siendo hegemónico en el mundo, por su preponderancia financiera y la categórica superioridad militar. Pero su decadencia se mostró en vivo y en colores al transformarse en el centro mundial de la pandemia, con más de 130.000 muertos, más del doble que los de la guerra de Vietnam.
Ahora, la recesión económica apunta hacia números de depresión. El desempleo pasó de 4,4% en marzo para 14,7% en abril. Incluso con ligera caída posterior por la reapertura de la economía, esos índices nunca habían ocurrido desde la depresión de 1929.
La revuelta por la muerte de George Floyd tiene como móvil inmediato la lucha contra el racismo en los Estados Unidos. Una vez más, la lucha contra las opresiones asume una centralidad fundamental en el ascenso de las luchas en todo el mundo.

La radicalidad y masividad de esas luchas se alimentan de las consecuencias de la pandemia y de la crisis económica. No existiría tal participación de la juventud blanca en las movilizaciones si la lucha contra la opresión racial no fuese fermentada por tan brutal situación social.

El Partido Demócrata, que siempre trajo a remolque el movimiento sindical en EEUU, una vez más intenta encaminar todo el ascenso y la oposición contra el gobierno hacia el terreno de las elecciones presidenciales de noviembre. No obstante, también tuvo que reprimir directamente las luchas para intentar mantener el control.

La lucha de las masas en EEUU debilita al imperialismo e impulsa el movimiento de masas en todo el mundo. Sus resultados tiene enorme importancia para la lucha de clases mundial.

El proletariado norteamericano tendrá que escapar de las garras del Partido Demócrata y de la burocracia sindical para construir una alternativa de independencia de clase. La tarea de construcción de un partido revolucionario en EEUU adquiere enorme centralidad en los días de hoy.
7- La crisis de la Unión Europea
Europa ya presentaba claros signos de decadencia en los inicios del año, con el estancamiento de Alemania, su carro jefe y perspectivas de recesión del conjunto del continente. La pandemia alcanzó duramente el continente, en particular Italia, España, Francia e Inglaterra. Ahora, el continente ve profundizarse su decadencia y una tendencia a la polarización de la lucha de clases.

La previsión de la OCDE es de una caída del PIB europeo de entre 9 y 11,5%. Ese es un índice más próximo de una depresión que de una recesión. Alemania, incluso con su estancamiento, consiguió aplicar un plan multimillonario de rescate para salvar sus grandes empresas y controlar la pandemia. La situación es más grave en otros países imperialistas, que no consiguen hacer algo semejante.

La Unión Europea sufrió un serio golpe con el Brexit. Frente a la pandemia y la recesión se vio aún más dividida, mostrando que no existe ninguna “solidaridad europea”, a no ser la del lucro de las empresas de las grandes potencias. Por eso, no consiguió tener ninguna respuesta conjunta para la pandemia en los países más afectados. La política de préstamos a los países sirve apenas para salvar las grandes empresas y rápidamente se convertirán en medidas de austeridad, a ser cobradas de los trabajadores europeos.

Los gobiernos europeos se presentaron en general con una política de “unidad nacional” para enfrentar la pandemia; eso es aún más presente en gobiernos dirigidos por la socialdemocracia como es el caso de España (con Sánchez, del PSOE), y Portugal (con Costa, del PS).

Se trata de una farsa. No existe unidad entre la gran burguesía y los trabajadores. Esos gobiernos trabajan esencialmente para preservar las grandes ganancias de las grandes empresas, sin proteger realmente a los trabajadores, que sufren los efectos brutales de la pandemia. Esa “unidad nacional” va a chocarse con la realidad de la crisis económica y de los muertos por el Covid-19.

Ahora, los gobiernos europeos acabaron con las cuarentenas parciales para salvar las empresas, como en Italia, España y Francia. Eso expone directamente a los trabajadores a una nueva ola de contaminación de la pandemia.

Antes de la brutal crisis, Francia fue sacudida por la movilización de los chalecos amarillos y después, por una gran huelga de los transportes. Incluso durante la pandemia hubo movilizaciones importantes contra el gobierno, inspiradas en el ejemplo norteamericano.

Movilizaciones parciales importantes ocurrieron en otros países, apuntando el camino frente a la actual crisis. Con el agravamiento de la realidad objetiva, es posible que surja un proceso revolucionario en algún país europeo.

La ultraderecha vino colocándose como alternativa frente al fracaso de los viejos partidos socialdemócratas y conservadores europeos frente a la grave crisis social y por sostener las políticas de ‘austeridad’, recesivas y antiobreras de la Unión Europea. Esos sectores colocan la culpa de la crisis del desempleo en los inmigrantes y apelan al nacionalismo xenófobo. Para enfrentar la imposición imperialista de la UE, nuestra alternativa no es el nacionalismo burgués xenófobo de Le Pen, Salvini o Johnson, sino la estrategia revolucionaria e internacionalista de la Unión de las Repúblicas Socialistas de Europa, una verdadera Europa de los Trabajadores y los Pueblos.
8- China frente a la crisis

China, desde la restauración del capitalismo se insertó en la división mundial del trabajo como una especie de “fábrica del mundo”. Grandes multinacionales se instalaron en el país para producir para el mercado mundial, aprovechándose de la mano de obra barata y de la dictadura china.

Desde entonces, China avanzó mucho en el mercado mundial. La nueva gran burguesía china produce en escala continental para el territorio chino y para el mercado mundial, aprovechándose del apoyo de los grandes bancos estatales. China es una exportadora de capitales (la más importante para los países semicoloniales) y ejerce una opresión sobre esos países. Al mismo tiempo, tiene un peso fundamental en el mercado de commodities mundial por su papel en la importación de materias primas.

China se integró en el mercado mundial como submetrópoli privilegiada. Pero ahora pelea para ascender en la división mundial del trabajo. Esa es la base fundamental para la guerra comercial EEUU-China, que se expresa en luchas como el control de la tecnología 5G. Ahora, con la recesión mundial en curso, quien salga mejor de la crisis puede avanzar en ese conflicto.

La pandemia se originó en China, en Wuhan. Aparentemente había sido controlada, pero ahora hay señales de nuevos casos. La economía fue duramente afectada por la pandemia y por la recesión mundial. Es posible que en 2020, China tenga un estancamiento de su economía, en función del bloqueo en las exportaciones para el mercado mundial en recesión. Puede ser incluso que inicie una recesión, que sería la primera de importancia desde la restauración del capitalismo. Eso es gravísimo para una dictadura militar que se mantiene por la combinación de represión y un crecimiento económico robusto.

Aprovechando la pandemia, el Estado chino reforzó sus sistemas de control y represión internos. Y ahora extendió las garras sobre Hong Kong, con la aprobación del decreto 23 para sofocar el levantamiento en ese país.

El proletariado chino –hoy el mayor del planeta– ya venía protagonizando una serie de huelgas antes de la pandemia y de la crisis económica. Con el posible estancamiento o incluso la recesión de la economía las condiciones de vida van a empeorar mucho más, y es posible que exista una explosión de movilizaciones. ¿China conseguirá ahogar el levantamiento de Hong Kong? ¿La dictadura china se afirmará en el mercado mundial pos crisis? Esas posibilidades están planteadas. Pero existe otra, con la integración del proletariado chino en los procesos revolucionarios del mundo.
9- Los países semicoloniales

Los países semicoloniales están siendo duramente afectados por la pandemia y la recesión mundial. El epicentro del Covid se desplazó de China hacia Europa y después hacia los EEUU. Pero el pico de la pandemia se está concentrando en los países semicoloniales de América Latina, Asia y África. Es ahí que millones de muertes van a dar números definitivos a la pandemia.
El FMI prevé una caída de la producción en América Latina de 5,3%. África tendrá una caída de 1,6%, con África del Sur con retracción mucho mayor, de 5,8%. La India está teniendo un freno durísimo en su economía. Centenas de millones de trabajadores podrán perder sus empleos.
Los muertos abandonados en las calles de Guayaquil son solo las primeras señales crecientes de la barbarie que está llegando. Países con pésima estructura hospitalaria, con partes considerables de la población sin agua ni cloacas están siendo barridos por la pandemia. El hambre está pesando de manera brutal en las calles de los barrios pobres de América Latina y del África negra.

Los gobiernos burgueses varían de posición frente a la pandemia. Algunos tienen una posición negacionista, de subestimar la enfermedad, negándose a tomar medidas mínimas del aislamiento, como Bolsonaro (Brasil), Ortega (Nicaragua), López Obrador (México), Magufuli (Tanzania).

Otros gobiernos tienen una política de aparente combate al Covid y el llamado a la unidad nacional, como Fernández (Argentina). Estos últimos ganaron más apoyo político de masas en los primeros meses de la enfermedad.

Todos, no obstante, se guían por la búsqueda de garantizar las ganancias de las empresas y el pago de las deudas externas al imperialismo.

La dura realidad de una caída brutal de la economía y la devastación de la pandemia va a originar crisis en los gobiernos y regímenes de esos países. Esa realidad puede llevar a una fuerte polarización de la lucha de clases, con un enfrentamiento más agudo de revolución y contrarrevolución, ascensos revolucionarios, caídas de gobiernos, golpes militares, etc.

Ya teníamos, en el inicio del año, procesos revolucionarios en curso, con distintos niveles, en Chile y Colombia, en América Latina. Ahora existe una tendencia al surgimiento de nuevos procesos revolucionarios en el mundo.

En el Ecuador, después de la insurrección de octubre del año pasado, las movilizaciones fueron frenadas. Ahora, con la crisis y la pandemia, resurgieron en las calles de Quito, Cuenca y Guayaquil, amenazando retomar el proceso revolucionario.

La crisis del gobierno Bolsonaro es creciente, teniendo ya un sector importante y creciente contrario en la base, pero aún con apoyo de un sector minoritario de masas. Frente a la gravedad brutal de la pandemia y de la crisis económica, el país puede explotar en nuevas movilizaciones.

En el Medio Oriente y el Norte de África, después de las luchas conocidas como la Primavera Árabe de 2011, ocurrieron derrotas importantes en Siria y en Egipto. El proceso revolucionario resurgió en 2019 en Argelia y Sudán, derrocando gobiernos, así como en el Líbano y en Iraq. Después vino la pandemia y la crisis económica. La gran baja del precio del petróleo se abatió fuertemente sobre toda la región. Debilitó particularmente dos pilares de la contrarrevolución en la región. Arabia Saudita tuvo que retroceder parcialmente en Yemen del Sur, en su intervención militar en la guerra civil. Irán comenzó a retirar sus fuerzas militares de apoyo a Assad en Siria.

En Palestina, en medio de toda esa situación, el gobierno de los Estados Unidos y el nuevo gobierno Netanyahu siguen con la expansión colonial y la limpieza étnica, y coordinan la implementación del “Acuerdo del Siglo”, un nuevo paso en la anexión de territorios palestinos. La economía palestina, fuertemente dependiente de Israel y del imperialismo, tendrá una caída en el PIB de 14% y una pérdida de U$D 2,5 mil millones con la pandemia. Existe una oposición creciente contra el gobierno de la Autoridad Palestina por su postura colaboracionista con Israel. Los enfrentamientos y el llamado a la resistencia se acentúan.

Comenzaron a darse nuevas movilizaciones en el Líbano y en Iraq, aunque menores, pero radicalizadas. Una nueva ola de fuerte polarización entre revolución y contrarrevolución puede estar generándose en Medio Oriente.

En la India, el gobierno represivo de ultraderecha (Modi), venía enfrentando grandes movilizaciones contra una ley antimusulmana a inicios de este año. Se trata de uno de los mayores proletariados del mundo, con una brutal superexplotación. El gobierno venía sosteniéndose sobre la base de un crecimiento económico de 7% en los últimos años, que ahora se redujo bruscamente, pudiendo entrar en recesión a lo largo del año. El desempleo saltó de 8 a 26% desde el comienzo de la crisis hasta ahora. El estancamiento de la economía de la India y el fuerte impacto de la pandemia son estímulos para una posible explosión del gigantesco proletariado indiano.

Puede ser que estamos avanzando hacia una nueva polarización de la lucha de clases entre revolución y contrarrevolución en los países semicoloniales, con nuevas explosiones revolucionarias en un nivel superior al que se daba a inicios del año.

En todos esos procesos, será necesario enfrentar directamente la dominación imperialista y las burguesías nacionales asociadas.

Una vez más, es necesario apuntar la trágica permanencia de la crisis de dirección revolucionaria de masas que puede llevar a la derrota los procesos más avanzados. Por ese motivo, la construcción de partidos revolucionarios se impone como una necesidad objetiva.
10- Las luchas contra el racismo y demás opresiones

Las luchas contra las opresiones son parte fundamental de los procesos revolucionarios en el mundo. No por casualidad la revuelta contra el racismo en EEUU es un símbolo mundial de las luchas en este momento.

La pandemia y la recesión afectan cualitativamente más a los trabajadores y pobres. Y, entre ellos, aún más a los sectores oprimidos.

Los gobiernos estimulan el racismo, la xenofobia, el machismo, la LGBTfobia para dividir a los trabajadores y trabajadoras, para arrojar a nativos contra inmigrantes, hombres contra mujeres, blancos contra negros.

Son los negros y los inmigrantes lo que están más expuestos porque trabajan en las fábricas y en los sectores esenciales que no paran. Caravanas de inmigrantes en América Central expresaron la radicalización y la desesperación de esos sectores.

Es preciso unir a los trabajadores en las luchas contra todo tipo de opresión. No se puede avanzar en la unidad de los trabajadores si no se lucha contra las opresiones que dividen a los trabajadores.

Para luchar contra la opresión es necesario luchar contra el capitalismo, que utiliza las opresiones para mantener su dominación y para superexplotar a los oprimidos. Para eso es necesario luchar también contra las direcciones reformistas que defienden estrategias capitalistas. Por un lado, apuestan en el empoderamiento por dentro del capitalismo, una perspectiva equivocada, más aún con la recesión. Por otro lado, también dividen a los trabajadores blancos y negros, entre mujeres y hombres, impidiendo una lucha común contra el racismo y el machismo. La participación de la juventud blanca en la lucha contra el racismo en EEUU es un ejemplo mundial a ser seguido.

¡Es preciso defender el fin de la represión policial y del asesinato de los negros! Reorganización de las policías con criterios democráticos, con elección de todos los oficiales!

¡Salario igual para trabajo igual! Mujeres y hombres, negros y bancos deben tener el mismo salario para el mismo trabajo. Por el derecho de los inmigrantes a la legalización y el asilo sin restricciones y a tener salarios iguales a los de los trabajadores nativos, así como jubilaciones [pensiones]. Por el derecho a salud, vivienda y comida para todos los migrantes. Por el fin de las deportaciones y las legislaciones restrictivas migratorias. Por el derecho a la nacionalidad por lugar de nacimiento, para que nadie sea inmigrante en su propio país. Documentación y subsidios para todos los inmigrantes desempleados.
11- ¡Contra la violencia sobre las mujeres! ¡En defensa de los derechos LGBTs!

Ya existían señales en los últimos años y un gran ascenso de las luchas de las mujeres, con movilizaciones gigantescas contra la violencia machista y por el derecho al aborto. En los procesos revolucionarios, la participación de las mujeres en la vanguardia es grande, por veces mayoritaria.

La pandemia y las medidas de cuarentena trajeron el aumento de la violencia machista en las casas, así como los femicidios y las violaciones.

Ninguna discriminación por raza, nacionalidad u orientación sexual en la asistencia médica. ¡Las vidas de todos importan!

Salarios igual para trabajo igual. ¡Oportunidades iguales! ¡Abajo la rebaja salarial y de tipos de trabajo para las mujeres!

¡Por el fin de la violencia contra las mujeres! Derecho al aborto legal, seguro y gratuito en todo el mundo. Cuotas laborales y oportunidades de empleo para toda la comunidad LGBTI.

¡Desmantelamiento de las redes de esclavización sexual de mujeres y prisión de todos los traficantes! Contra la persecución policial a las prostitutas.

La cuarentena no debe aumentar la jornada diaria de las mujeres. Reducción de las horas de trabajo sin reducción salarial para todas las trabajadoras con hijos, incluidas las que trabajen en home office.

Aumento de los presupuestos para las políticas de protección de las mujeres, con líneas de atención y casas de refugio contra la violencia. Aumento de los presupuestos para la defensa de la infancia, contra la violencia intrafamiliar en el confinamiento.

Abajo la violencia y la LGBTfobia. Derecho inmediato y universal a la identidad.
12- El reformismo es el brazo de la burguesía en el movimiento de masas

Los partidos y organizaciones reformistas –la socialdemocracia, el estalinismo, PT, Podemos, Syriza, etc.– tienden a cumplir un papel central en la crisis actual. Con la crisis de los gobiernos y los regímenes, la burguesía buscar utilizar esos partidos aún más que en el pasado para contener el movimiento de masas, frenar o evitar nuevos procesos revolucionarios.

Esos partidos no son “aliados más a la derecha” de los revolucionarios. Son enemigos de los procesos revolucionarios por ser brazos de la burguesía en el movimiento de masas.

Pueden, con la autoridad de ser dirigentes políticos de oposición, dirigentes sindicales y de movimientos feministas, negros o de inmigrantes, encaminar las luchas hacia acuerdos con los gobiernos burgueses. O aún, desde los gobiernos, ayudar a implementar los planes de la burguesía y reprimir las luchas.

En este momento de brutal crisis del capitalismo, las direcciones reformistas se esfuerzan para presentar en todos lados alternativas de “humanización del capitalismo”. Bernie Sanders, que fue apoyado por gran parte de la izquierda reformista mundial, se encaja abiertamente en la alternativa burguesa imperialista electoral de Biden.

Los neorreformistas como Syriza –así como Podemos, Bloco de Esquerda, etc.– ya mostraron su papel directamente en los gobiernos burgueses. Apoyan o forman parte de los gobiernos de la socialdemocracia para defender el Estado burgués en nombre de la ‘democracia radical’ en los momentos de crisis o convulsión social. El Frente Amplio de Chile y el PSOL del Brasil siguen sus pasos.

La estrategia de esos partidos no pasa de una versión moderna del reformismo de Bernstein. Ahora, el horizonte pasó a ser el capitalismo humanizado, una utopía imposible, como cada día muestra la pandemia.

Los distintos sectores de la Iglesia cumplen papeles muy diferentes de país a país. Desde el apoyo a los gobiernos más a la derecha al papel de auxiliares del reformismo. Consiguen tener una base ideológica y una visión de mundo que permite incorporar sectores importantes de la juventud, en general apostando en una estrategia de reformas del capitalismo.

La crisis de dirección revolucionaria, por la hegemonía de las direcciones reformistas sobre el movimiento de masas, sigue siendo la causa de las derrotas de los procesos revolucionarios. Ahora, con esta nueva situación creada por la pandemia y la crisis económica, pueden surgir nuevos procesos revolucionarios, lo que torna aún más importante luchar contra las direcciones reformistas.
13- La dictaduras burguesas apoyadas por el castro-chavismo

El reformismo estalinista y el nacionalismo pequeñoburgués evolucionaron hacia la gestación de nuevas burguesías al controlar aparatos de Estados. Fue así en Nicaragua con la familia Ortega como con el chavismo en Venezuela, y con Assad en Siria.

En China y en Cuba hubo procesos diferentes, porque vivieron revoluciones socialistas en el pasado. No obstante, las burocracias estalinistas comandaron la restauración del capitalismo, siendo base de la gestación de nuevas burguesías, también a partir del aparato de Estado.

En todos esos países existen dictaduras burguesas, corruptas y represivas. El apoyo dado a ellas por los partidos reformistas castro-chavistas en todo el mundo solo indica el grado de degeneración de esos partidos. Apoyar el genocidio del pueblo sirio por la represión de Assad es asumir parte de la responsabilidad de ese crimen contra la humanidad. Apoyar la dictadura de Maduro en Venezuela –que vive una depresión económica y una crisis humanitaria por culpa del chavismo desde hace veinte años en poder– es manchar las banderas socialistas. Apoyar la dictadura china es defender directamente el modelo capitalista de superexplotación de los trabajadores para el mundo.

Ahora, esas dictaduras enfrentarán el desafío de la pandemia y de la recesión económica. Inevitablemente, la insatisfacción en las bases va a crecer enormemente.

Pueden generarse nuevas explosiones como ya ocurrieron con la revolución siria de 2011, derrotada por la dictadura, y el ascenso de 2018 contra Ortega, también derrotado por la represión del gobierno.

Es preciso combatir la ideología de que en Venezuela, en Cuba y en China existe socialismo, como dicen tanto los defensores de la gran burguesía como los simpatizantes del estalinismo. De la misma forma como en el pasado fuimos obligados a delimitarnos de forma categórica de las dictaduras estalinistas como “ejemplos de socialismo”, hoy tenemos la obligación de denunciar que se trata de dictaduras burguesas y corruptas. No existe ni una pizca de socialismo en esos países. No existe nada de antiimperialismo en esos gobiernos.
14- Los neoanarquistas reformistas

Los grupos y movimientos neoanarquistas y autonomistas consiguieron ganar prestigio en sectores de vanguardia de las luchas, capitalizando el desgaste de las organizaciones reformistas y de las burocracias sindicales. Existen múltiples grupos, desde el zapatismo, los que tiene referencias en John Holloway, Toni Negri, Chantal Mouffe, y muchos otros. Ellos tienen muchas diferencias entre sí, pero comparten ideologías opuestas al marxismo.

Esos grupos no apuestan en la organización de los trabajadores. No defienden el proletariado como sujeto social de la revolución. No proponen la destrucción del Estado burgués, al contrario de los anarquistas clásicos. No defienden, por lo tanto, la revolución socialista. Se limitan a una práctica reformista de organización de asociaciones locales o cooperativas. Además, son directamente enemigos de la necesidad de construcción de partidos revolucionarios.

Hoy son una faceta más del reformismo, con una apariencia de izquierda libertaria. Son aliados estratégicos del reformismo en los procesos revolucionarios, a pesar de parecer sus enemigos en los primeros pasos de esos procesos. Por eso, muchas veces, terminan siendo base de apoyo electorales de alternativas reformistas.

No basta luchar contra las direcciones reformistas, es preciso también enfrentar esas corrientes. En la medida en que ellos consigan dirigir procesos de lucha, son garantía de nuevas derrotas.
15- En defensa del control obrero

Son los trabajadores que construyen el país y saben cómo garantizar la producción. En un momento de crisis aguda del capitalismo, como la actual, la defensa del control obrero es aún más importante.

Solo imponiendo la voluntad de los trabajadores desde la base se puede impedir la destrucción masiva de las fuerzas productivas que está siendo causada por la crisis capitalista.

Frente a las mentiras de los gobiernos sobre los números de la pandemia, son los trabajadores, desde las bases, los que deben asumir el control de la situación. Los trabajadores de la salud pueden cumplir un papel que los gobiernos no asumen. Los habitantes de los barrios populares deben informar la realidad y controlar los medios de combate a la pandemia.

Son los trabajadores los que deben conocer la contabilidad de cada fábrica. Son ellos los que deben asumir el control de las empresas que amenazan despedir a trabajadores.
16- ¡Abajo la represión! ¡Por los comités de autodefensa!

La violencia policial está presente en todo el mundo. El repudio generalizado de las masas norteamericanas contra el asesinato de George Floyd trajo a la luz la bronca acumulada contra la acción de las policías en todo el mundo. Los gobiernos recurren a la represión para tapar el descontento generalizado. El odio contra la represión se transforma en un fuerte alimento para nuevas luchas.

No existen maneras de reformar la policía, cambiando su carácter. Los aparatos represivos son parte central del Estado burgués. Pero es necesario tener una política destinada a quebrar la jerarquía de las FFAA y de la policía, llamándolas a no reprimir las luchas, exigiendo la elección de sus comandantes por las comunidades.

Al mismo tiempo, es fundamental utilizar todas las oportunidades para desarrollar la autodefensa de los trabajadores. Eso debe ocurrir a partir de la defensa de las movilizaciones, así como en la defensa de los barrios de los trabajadores contra las invasiones de la policía. La autodefensa en los barrios es también la única manera real de protegerse contra la amenaza de los bandos ligados al narcotráfico.
17- Los sindicatos y la autoorganización

Trotsky decía que en esta época imperialista los sindicatos son cada vez más atados al Estado burgués. En una situación como la que estamos viviendo, de pandemia y recesión, las presiones en este sentido se redoblan. Las burocracias sindicales son el instrumento para esa esterilización de los organismos que deberían estar al frente de las luchas mínimas de los trabajadores.

Por ese motivo, en muchos países, los sindicatos son vistos por los trabajadores como parte del régimen burgués, parte de “lo que está ahí”, que no inspira ninguna confianza en las bases. Por otro lado, muchas veces los procesos de reorganización aún no generaron nuevos organismos. La resultante es una desorganización de los trabajadores que limita el potencial de las luchas.

Es fundamental el llamado al frente único de las organizaciones obreras para que asuman la lucha frente a la grave crisis económica y las consecuencias de la pandemia. Eso es importante para posibilitar una lucha unificada contra esta catástrofe que nos afecta. Importante también para desenmascarar a las burocracias que no asuman esta lucha.

Ese llamado a la unidad es para avanzar en las luchas directas de los trabajadores, manteniendo toda nuestra diferenciación política con las direcciones reformistas y burguesas. Eso no tiene nada que ver con frentes políticos o unidad permanente con esas direcciones. Las luchas solo podrán avanzar si los trabajadores superan esas direcciones.

Muchas veces esa batalla está estrechamente ligada a una lucha por una nueva dirección y por la democracia obrera. Sin democracia obrera no existe posibilidad de garantizar el peso de las bases. Sin nuevas direcciones, muchas veces no es posible garantizar ni la democracia obrera ni las luchas.

En otros lugares, es necesario un proceso de autoorganización para la construcción de nuevos organismos, sea en los barrios de los trabajadores, sea en las empresas.
18- En defensa de las libertades democráticas

Los Estados burgueses –tanto los organizados como regímenes democráticos como los regímenes bonapartistas– imponen cada vez más represión contra las luchas de los trabajadores.

La represión directa de las movilizaciones, la ocupación militar de los barrios populares, el asesinato de los dirigentes populares, la criminalización de los movimientos, la censura sobre la prensa, la vigilancia y el control sobre cada paso de la población están el alza para los gobiernos burgueses.

Los presos políticos mantenidos en las prisiones incluso durante la pandemia, como es el caso de Chile o de los palestinos, son la expresión consciente del genocidio de estos gobiernos.

Muchas veces los gobiernos legitiman esas medidas como si fuesen “para garantizar la cuarentena” y por eso tienen el apoyo incluso de sectores de la izquierda. Son los estados de excepción, estados de emergencia, toques de queda, etc. En realidad, están previniéndose contra las convulsiones sociales que se están incubando desde las bases.

Es preciso defender las libertades democráticas para que los trabajadores y la juventud puedan organizarse y luchar.
19- Combatir la ultraderecha
La polarización de la lucha de clases lleva una tendencia creciente al surgimiento de sectores de ultraderecha. Eso tiene sus expresiones electorales pero también el surgimiento de grupos directamente fascistas en las bases.

Es muy importante diferenciar la ultraderecha institucional de los grupos fascistas. Las organizaciones reformistas, para justificar su alianza con las organizaciones burguesas “democráticas”, llaman a toda la ultraderecha de “fascistas”. Pero fascistas son sectores que se preparan y actúan con perspectivas incluso militares de destruir el movimiento obrero y sus organizaciones.

La ultraderecha institucional actúa a través de la democracia burguesa, e incluso crece a través de las elecciones, como Trump, Bolsonaro, Le Pen, Vox, y otros. Se apoyan conscientemente en la división y la opresión como metodología para dividir a la clase obrera. Y muchas veces consiguen dividir, como con el apoyo en el proletariado blanco contra los negros, de los trabajadores blancos contra los inmigrantes o indígenas, de los hombres contra las mujeres, etc.

Existen sectores minoritarios directamente fascistas surgiendo a la sombra de esos procesos. Son ultra minoritarios, porque la burguesía no siente necesidad de ellos. Pero existe una tendencia a que crezcan a la sombra de la crisis de la democracia burguesa, protegidos por la ultraderecha institucional.

Es preciso entablar una batalla política e ideológica dura contra la división racista, machista, LGTfóbica y xenofóbica que las ideas de la ultraderecha incitan dentro de la clase trabajadora. Además del combate político e ideológico es necesario también organizar comités de autodefensa para el combate militar, cuando sea necesario.
20- La juventud sin perspectivas
Foto : Richard Ulloa / La Tercera.
En todo el mundo, la juventud ha sido fuertemente afectada por los planes neoliberales capitalistas. Los bajos salarios y la precarización de las relaciones laborales tornaron a la mayor parte de los jóvenes en personas sin futuro. El desmantelamiento de la educación y de la salud públicas reducen aún más las perspectivas de vida de la juventud.

La pandemia y las medidas de confinamiento trajeron el cierre de escuelas y universidades en todo el mundo, llevando a la ampliación de la educación por internet. Pero eso aumentó la distancia educativa entre quien tiene acceso a la internet y computadoras y quienes no lo tienen, que son la mayoría de los jóvenes pobres del mundo.

Ahora, el desempleo va a pesar mucho más entre los jóvenes. Eso puede llevar a nuevas explosiones populares, con esa juventud radicalizada a su frente.

No por casualidad, la juventud de los sectores populares estaba a la vanguardia de las luchas en los procesos revolucionarios. La sensación de que no tienen nada que perder mueve a los jóvenes hacia las luchas directas y el enfrentamiento con la policía.

La Primera Línea en Chile –los combatientes que defienden las movilizaciones contra la policía– es símbolo de un proceso mundial. La juventud de los barrios populares fue vanguardia también en los procesos revolucionarios del Ecuador, Colombia, Iraq, Líbano, Hong Kong, así como ahora lo es en los Estados Unidos.

¡Educación pública y gratuita en todos los niveles! ¡Por la revocación de los planes neoliberales que desmantelan la educación pública! ¡Por el aumento en los presupuestos de la educación pública! Garantía de condiciones de acceso gratuito a la educación online durante la pandemia.

¡Empleo garantizado para la juventud! ¡Salarios iguales para jóvenes y adultos! ¡Contratación inmediata formal de todos los jóvenes precarizados.!
21- Acceso público y gratuito a la internet

La comunicación moderna tiene en la internet y en las redes sociales un desarrollo importantísimo. En el aislamiento causado por la pandemia, eso se tornó aún más omnipresente.

No obstante, lejos de significar una democratización de la comunicación, continúa siendo un privilegio el acceso a computadores y redes sociales. Las empresas usan las redes sociales para propaganda, los grupos de ultraderecha para diseminar mentiras e ideologías xenófobas.

Es preciso socializar el acceso a internet, con computadoras y teléfonos portátiles simples y gratuitos y redes wifi públicas generalizadas.
22- Socialismo o barbarie

El Estado es en realidad una dictadura de las clases dominantes para imponer su control sobre la sociedad. Sea a través de democracias burguesas, sea a través de regímenes bonapartistas, la política que es aplicada es la de las burguesías. Una ínfima minoría impone su voluntad a millones de personas, a través de los gobiernos, de los parlamentos y de las fuerzas armadas.

En las democracias burguesas, las elecciones son manipuladas por las grandes empresas que financian a los mayores partidos, y siempre vencen, a través de partidos de derecha o de “izquierda” reformista. Los planes económicos aplicados son muchas veces los mismos gane la “situación” o la “oposición”.

La democracia de los ricos está en crisis. La farsa del “Estado de todos” es cada vez más percibida por los trabajadores. La corrupción es un mal de todo Estado burgués.

Queremos destruir el Estado burgués y construir una democracia de los trabajadores. Esa democracia debe apoyarse en los organismos de los trabajadores, con delegados electos y mandatos revocables en cualquier momento. Todos los funcionarios deben tener salarios iguales a los de un obrero medio.

No estamos inventando nada. Estamos apoyándonos en los ejemplos históricos de la Comuna de París y de los siete primeros años de la revolución rusa antes de la burocratización estalinista. Como decía Lenin, una democracia de los trabajadores era mil veces más democrático que la más democrática de las democracias burguesas.

La combinación de la expropiación de las grandes empresas con la planificación de la economía permitirá una nueva sociedad que podrá atender las necesidades de los trabajadores y no garantizar las ganancias de los patrones.

Solo avanzando en dirección al socialismo podremos evitar la barbarie. Solo así podremos evitar el colapso ecológico que se aproxima y recomponer la destrucción de la naturaleza causada por el capitalismo.
23- Por la construcción de partidos revolucionarios, secciones de la IV Internacional

Estamos iniciando un nuevo momento histórico, marcado por la pandemia, la crisis económica, y nuevos enfrentamientos entre revolución y contrarrevolución en el mundo.Momentos así llevan a grandes sacudidas en la conciencia de las masas y de la vanguardia. Debemos buscar transformar eso en ruptura con las direcciones burguesas y reformistas.

La tragedia de casi todas las revoluciones ha sido la ausencia de direcciones revolucionarias. Por más heroicas que sean las acciones de las masas ellas serán derrotadas, caso no se supere la crisis de dirección revolucionaria.

Por ese motivo, no existe tarea más importante que la construcción de partidos, que unan a los revolucionarios alrededor de un programa y de la concepción bolchevique de partido. La construcción de esos partidos es inseparable de la reconstrucción de la IV Internacional, una internacional revolucionaria, en los moldes de la III Internacional dirigida por Lenin y Trotsky.

Como decía Trotsky en su mensaje grabado para la Conferencia de Fundación de la IV Internacional en 1938:
“Sí, nuestro partido nos toma por entero. Pero, en compensación, nos da la mayor de las felicidades, la conciencia de participar en la construcción de un futuro mejor, de llevar sobre nuestras espaldas una partícula del destino de la humanidad y de no vivir en vano”.
Queremos llamar a los activistas de las luchas a construir junto con nosotros partidos revolucionarios y la Liga Internacional de los Trabajadores, nuestro embrión de una internacional revolucionaria. Esa es la única manera de enfrentar la barbarie que nos amenaza y forjar un futuro socialista.

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