Desde el progresismo centralista siguen erre que erre con la manía de que el proceso catalán es un problema catalán… A ver se lo entendemos, el problema catalán, como el vasco o el gallego, es el problema de la conformación de un estado plurinacional bajo mando del ejercito español, «garantiza de la unidad nacional»… española, como dice la Constitución, texto que en su artículo 135 impone el pago de la deuda por encima de cualquier otro gasto.
Por ello, la unidad «nacional» española, simplificando, es la unidad de mando del capital español que negocia o impone, dependiendo: en el Pais vasco negocia los conciertos para no atizar el independentismo, en Catalunya mezcla la negociación y la imposición, y en Galicia tiene sus cipayos para imponer: prohibición de fabricar barcos civiles en Astano, desmantelamiento sistemático de cualquiera atisbo de desarrollo autocentrado, etc.
El problema no es vasco, catalán o gallego, el problema es el régimen del estado español que niega, bajo mando del ejército, el derecho de estos pueblos a decidir cuál es la relación que quieren mantener con el resto. Por otra parte, desde el progresismo español se viene separando la cuestión nacional de la social, como si ellos habían representado esta última frente los primeros, burgueses ellos que quieren desviar la lucha contra la austeridad y la troika. Pues eso es un argumento falso: las CUP hicieron eje en el plan de choque contra la austeridad y la UE, y al tiempo, situaron el problema en la soberanía… Porque, quien impone las leyes que obligan a todos a aplicar la austeridad, nuevamente es el gobierno y el régimen centralista.
Artur Mas y la burguesía catalana aplica sin problemas estas leyes, pues son parte de la burguesía, una burguesía que choca con el carácter ultracentralista del capital español. La crisis, la reducción de la tarta de la explotación de los trabajadores / las, hace que las peleas entre ellos tomen tintes de lucha nacional, pero no pensemos que la burguesía catalana, ni tan siquiera la que se mueve tras Artur Mas, tiene el menor interés de provocar una ruptura revolucionaria con el régimen del 78, al revés, a lo más que llega es a presionar para conseguir, y sólo la cerrazón del estado lo empuja a la «secesión».
El régimen del 78, como parte de esa alianza estratégica que es la UE, es el problema con su estructura centralista y las políticas austericidas, por eso, tenemos que romper con él, para frenar esas políticas antisociales y centralistas que impiden un desarrollo autocentrado de los pueblos, en una perspectiva de clase y social de transformación de la sociedad.