Lo que llamé de Larga Depresión ya dura ocho años, iniciada después de la Gran Recesión que, por su parte, comenzó en enero de 2008. Entonces, pensando en 2017, es necesario verificar cuáles fueron mis previsiones en los años anteriores.
De Michael Roberts
Fui acusado de prever una nueva caída de la economía a cada año, y así yo acertaría alguna vez. Sería más o menos como decir que es medianoche cuando no es, pero sabiendo que en alguna hora lo será. ¿Fueron así mis previsiones anuales anteriores, es decir, apenas repetí como un papagayo que bastaría dar vuelta la esquina para que llegara una nueva recesión? Bien, a finales de 2011, dije que “es probable que 2012 sea un año más de crecimiento económico muy débil en las principales economías capitalistas. Pero no es probable una nueva gran caída de la economía capitalista”. A finales de 2012, dije: “Es probable que el crecimiento económico de las principales economías en 2013 sea el mismo que en 2012 –muy débil y debajo de la media de largo plazo–. Pero no es probable ver un retorno de una nueva recesión en 2013”. A inicios de 2014, dije que “el cambio en la lucratividad [tasa de ganancia] del capital en los Estados Unidos no sugiere una nueva recesión en 2014”. A inicios de 2015, evalué que “la economía mundial permanece rasante y va a continuar en 2015 por una buena razón: el fracaso de la inversión productiva para saltar hacia delante”. Y, a inicios de este año (2016), dije: “En cuanto a 2016, espero lo mismo que en 2015, pero con un riesgo mayor de nueva recesión global… Incluso si este año se evitase una nueva crisis global, podría ser el último año en que eso ocurra”.
Y, ahora, 2017. Cuando hice mi previsión para 2016, la economía mundial estaba desacelerando rápidamente. La economía de los EEUU estaba casi paralizada, la “recuperación” de Europa permaneció débil y el Japón parecía haber entrado en una nueva recesión. La economía de EEUU creció mucho menos que lo esperado en el segundo trimestre de 2016. El PIB real (que es el valor de la producción nacional con la corrección de la inflación) aumentó apenas 1,2%. Y la inversión empresarial de los EEUU cayó a una tasa anual de 9,7%, la tercera caída trimestral consecutiva. El Japón no tuvo crecimiento en el segundo trimestre de 2016, una desaceleración acentuada en relación al crecimiento de 2% en el primer trimestre. Y la inversión empresarial entró en colapso allá también. El crecimiento de la zona euro continuaba encajonado. Por encima de todo, se hablaba de un colapso en la economía de China por causa de la deuda pública excesiva, dando un fin a su historia de crecimiento milagroso. Gavyn Davies, ex economista jefe del Goldman Sachs y ahora un columnista del FT, recientemente describió el clima económico en el inicio de 2016: “En el inicio del año había previsiones de recesión global en 2016… Fue un período sombrío”.
Pero, a medida que el año fue pasando, el inminente colapso de la economía china no ocurrió –algo que yo preví–. De hecho, en la segunda mitad del año, había señales de una recuperación moderada en el crecimiento, ya que las autoridades chinas transfirieron más crédito para los bancos y empresas estatales y propiciaron una modesta expansión en los gastos fiscales.
Vengo argumentando ad nauseam [hasta el cansancio] que el motor de la inversión es la “lucratividad” [nivel de ganancia] del sector capitalista de las economías y, por lo tanto, del empleo y de los rendimientos. Una caída sostenida de la tasa de ganancia y de la masa de lucros acabará por llevar a una caída de la inversión luego de un año o más y, en seguida, producirá una caída en los sectores productivos de una economía capitalista, provocando, por su parte, una crisis financiera (de crédito). Eso parecía ser cada vez más probable en el primer semestre de 2016 con la caída de las ganancias y de las inversiones de las empresas.
Pero, en el tercer trimestre, los lucros de las empresas en las grandes economías ensayaron un retorno al territorio positivo y las principales economías capitalistas parecían evitar la reducción del crecimiento en dirección a la tasa cero. La inversión productiva continúa débil, pero, si los lucros continuasen subiendo, la inversión también podría acelerarse. El banco de inversiones JP Morgan parece pensar así. En el pasado, así como yo, los economistas del banco destacaron el fuerte papel que los lucros desempeñaron en el direccionamiento del ciclo de inversiones (capex). Así, “la reciente estabilización del crecimiento del lucro global representó un buen augurio para el capex a este respecto” (JPM).
Lucros corporativos globales
Figura 1. Lucratividad media global de las empresas, base anual.
Los mercados financieros en el último mes fueron impulsados por la posibilidad de una recuperación económica sostenida y también por la perspectiva de grandes cortes de impuestos corporativos y de gastos en infraestructura, a ser iniciados por el nuevo presidente oligarca norteamericano, Donald Trump, en 2017. Y, en los Estados Unidos, las familias también están más optimistas. El índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan llegó a 98,2 en diciembre de 2016, el mayor resultado desde enero de 2004.
Figura 2: Índice de Confianza del Consumidor (%), EEUU.
Ese optimismo renovado incentivó a la Reserva Federal [Fed-Banco central] de los EEUU en diciembre a convivir con el peligro y arriesgar una elevación de su tasa de interés con el objetivo de controlar la inflación y el crédito y, supuestamente, esta debe subir en el próximo año [2017]. Así, los economistas de la corriente dominante están ahora previendo una aceleración en el crecimiento económico.
Gavyn Davies resumió esto: “Hubo una recuperación acentuada de la actividad global, y en las últimas semanas esta se tornó sorprendentemente fuerte, por lo menos para los modestos padrones vistos hasta ahora en la recuperación económica pos-choque (…) Es la primera vez que en todas las principales economías crecen las tasas arriba de la media en varios años”. Entonces, dice Davies, “en general, tal vez podamos tener esperanza, aunque todavía no confianza, de que la economía global va a comenzar a superar las poderosas fuerzas de la estagnación secular en el próximo año”.
Pero ese optimismo para 2017, ¿es justificado? Al final, todos los años desde el fin de la Gran Recesión, en 2009, las principales agencias económicas internacionales, el FMI, la OCDE, etc., previeron un aumento del crecimiento del PIB, del comercio y de la inversión. Y todos los años ellos tuvieron que tragarse sus palabras y rever sus previsiones para abajo. La inversión en las principales economías está ahora cerca de 20% debajo de lo previsto por el FMI en 2007.
Desaceleración de inversiones, 2008-2014
Figura 3: Descomposición de los gastos por región. Comparación con las previsiones hechas por el FMI en 2007 (índice cero).
Pero quien sabe las agencias y los economistas tengan razón en este momento y mi previsión de una nueva recesión (prevista para 2018) esté equivocada. Bien, puede ser. Pero considere esto. En primer lugar, el llamado aumento del crecimiento económico de los EEUU es mínimo. Si las previsiones actuales del último trimestre de 2016 fueran confirmadas, la tasa de crecimiento de los EEUU será de apenas 1,5%, la menor tasa anual de crecimiento desde 2012. Y el crecimiento del PIB real per cápita en 2016 será el menor desde el fin de la Gran Recesión en 2009.
En segundo lugar, gran parte de este crecimiento muy modesto se dio a expensas de la expansión del consumo de las familias y del endeudamiento de las empresas (alimentado por tasas de interés bajas e inyecciones masivas de crédito). Las tasas [de interés] de hipotecas están en el punto más bajo de todos los tiempos y el mercado inmobiliario está creciendo nuevamente. En el tercer trimestre, el consumo personal contribuyó con dos tercios de la tasa de crecimiento de 3,5% (anual) alcanzada por la economía de los EEUU, con el comercio y el mercado de acciones contribuyendo con el resto. La contribución de la inversión empresarial fue nula.
Crecimiento real de inversiones privadas – Estados Unidos (% base anual)
Fig. 4: Crecimiento real –después de descontada la inflación– de las inversiones.
Las ventas globales de títulos de la deuda (mitad por las empresas) alcanzaron un récord en 2016, igualando niveles no vistos desde antes del crash financiero global. El dinero levantado fue empleado en la especulación financiera, en la compra de acciones de las propias compañías y en dividendos más elevados a los accionistas, impulsando los mercados de acciones y no la inversión productiva.
Pero el consumo doméstico, aun cuando sea responsable por la mayor parte de los gastos nacionales, no impulsa el crecimiento. Y si los intereses de las tarjetas de crédito y de las hipotecas aumentaran, debido al mantenimiento de la política del FED de subir su tasa básica de interés durante 2017 según lo planeado, el crecimiento del consumo puede ser reducido. La recuperación de las ganancias de las empresas se basa en mantener la inversión productiva y los salarios bajos (debilitando, así, el crecimiento de la productividad) y no en una expansión de la inversión, ventas e ingresos. Además de eso, el crecimiento global proviene principalmente de economías emergentes como China (mitad del crecimiento total). Apenas un cuarto del crecimiento viene de las principales economías capitalistas, con los EEUU, Europa y el Japón haciendo contribuciones insignificantes.
Globalmente, los niveles de la deuda corporativa, continúan subiendo más rápido que la inversión productiva. Como la PIMCO, líder mundial de inversiones en títulos, comentó: “El bajo costo de financiamiento, con tasas récords de intereses bajos, simplemente torna el ‘apalancamiento’[1] tentador (…) Eso ocurre en todos los ciclos económicos, pero lo que torna este especial es el incentivo adicional para emitir títulos de deuda a tasas de interés muy bajas. (Pero) siembra las semillas de la próxima recesión o del próximo evento de crédito”.
Figura 5: Deuda empresarial (excluido el sector financiero) e inversión productiva, en relación con el período anterior a la Gran recesión (diciembre de 2007, base 100).
Y existe ahora la perspectiva de más reducción del comercio global, pues varios acuerdos comerciales internacionales murieron o se hundieron –mientras “Donald” [Trump] habla de tarifas comerciales más elevadas y construcción de muros–.
Figura 6: Volumen mundial del comercio, antes de la Gran Recesión (crecimiento medio anual de 5,7% y después (crecimiento medio anual de 2,7%).
Una de las ilustraciones más gráficas de que los días de la globalización acabaron, tornando más difícil para el capitalismo obtener mayores lucros con la exportación de capital cuando los lucros caen en casa, es la caída acentuada del flujo global de capital –de más de 25% del PIB mundial en 2007 para cerca de cero ahora–. Los bancos pararon de prestar a otros bancos y están tomando su dinero de vuelta, mientras los inversionistas están cada vez más renuentes a comprar títulos corporativos en otros países.
El aumento de las tasas de interés, juntamente con la alta deuda de las empresas, el débil comercio mundial y la débil inversión de las empresas no parecen una receta para la recuperación económica en 2017. Por lo tanto, 2017 no mostrará un aumento del crecimiento, contrariando las expectativas de los optimistas. Probablemente, podremos esperar una caída acentuada en las principales economías en el segundo semestre del próximo año [2017]. Si eso va a generar un nuevo aprieto de crédito en las empresas más débiles y más presión sobre los bancos, semejante al que ahora ocurre en Italia, es difícil de juzgar. Pero, lejos de un nuevo boom del capitalismo, el riesgo de una nueva recesión aumentará.
Título original: Forecast for 2017
Fonte: https://thenextrecession.wordpress.com/2016/12/28/forecast-for-2017/
Traducción del inglés al portugués: Marcos Margarido.
Traducción al español: Natalia Estrada.
[1] Apalancamiento (leverage, en inglés) es un término “técnico” para la especulación financiera (NDT)