El pasado 6 de abril dos navíos de guerra norteamericanos lanzaron 60 misiles
tomahawk contra la base aérea de Shayrat en Homs, Siria. Un misil cayó en el mar y los demás arrasaron la base aérea y varios aviones de guerra sirios (los relatos varían entre 5 y 25 aeronaves de fabricación rusa, los demás despegaron horas después del bombardeo, hacia otras bases). La base está operando nuevamente.
Por: Fabio Bosco
El gobierno Trump utilizó como pretexto el ataque perpetrado por la aviación siria con armas químicas contra la población civil en Khan Sheikhun, en la provincia rebelde de Idlib, en el cual 84 personas murieron y más de 300 fueron afectadas. Alegó que Assad no cumplió el acuerdo de 2013 para eliminar todo su arsenal químico.
Según un reportaje de Al Jazeera, la población alcanzada, en medio de los funerales de sus seres queridos, conmemoró la represalia americana y demandó más intervención internacional contra el régimen asesino de Assad.
Entendemos que cualquier debilitamiento del poderío militar del dictador sirio sea conmemorado por la población luego de seis años de represión genocida, medio millón de muertos, ciudades destruidas, y doce millones de refugiados dentro y fuera del país.
No obstante, es importante destacar que la política americana, contraria a la revolución siria, no cambió. Si los Estados Unidos realmente quisieran “ayudar” a la revolución siria, hace tiempo habrían proporcionado armas pesadas necesarias para la defensa dela población, como los misiles portátiles antiaéreos (llamados man-pads o stinger). Los bombardeos americanos contra sectores de las milicias rebeldes y contra la población civil en las provincias Idlib, Alepo y Raqqa continúan. Todo para imponer un acuerdo en Ginebra entre el régimen y la “oposición moderada”, para desarmar a los rebeldes y reconstruir un Estado capitalista y autoritario. No hay ningún motivo para confiar en el gobierno de Trump ni en sus aliados europeos, árabes, turcos o israelíes.
La decisión de Trump sobre la represalia americana es una muestra. Escogió lo menos dañino al régimen sirio entre las tres opciones ofrecidas por sus asesores militares: bombardear el palacio presidencial localizado en una colina aislada en Damasco; todas las bases aéreas del régimen; o apenas la de Shayrat, atenuada incluso por un aviso previo a los militares rusos para que retiraran sus efectivos y avisaran a Assad. Queda claro que su objetivo no es acabar con el régimen sirio, sino presionarlo para negociar en Ginebra.
La reacción del gobierno ruso también confirma esta hipótesis. En lugar de cualquier represalia militar o diplomática, Putin solo suspendió temporariamente la coordinación de ataques aéreos en territorio sirio con la aviación americana, pero confirmó la visita del secretario de Estado, Rex Tillerson, a Moscú esta semana. El bombardeo de Trump aumentó la dependencia bélica del régimen de Assad con relación a los rusos. También amplió la presión sobre Assad y sus aliados iraníes a negociar en Ginebra una “transición” que mantenga lo esencial del régimen sirio actual, negociación que interesa tanto a Putin como a Trump y al imperialismo europeo.
Assad utiliza los ataques americanos para confundir a la opinión pública internacional sobre su falso antiimperialismo, mientras evalúa sus planes de retomar toda Siria manu militari.
Para la clase trabajadora siria no habrá paz ni garantías contra armas químicas mientras el régimen sirio, con o sin Assad, permanezca. La dictadura impuesta a través de la policía, del ejército y de las varias agencias de seguridad (llamados mukhabarat en árabe) garantiza el enriquecimiento de capitalistas ligados al régimen, como Rami Makhlouf, garante de seguridad del Estado nazi-sionista de Israel; e impide una Siria libre, en la cual el pueblo trabajador sirio pueda expulsar a todas las fuerzas extranjeras (rusas, americanas, iraníes, Daesh, Hezbollah, y otras), juzgar a los criminales de guerra assadistas, reconstruir el país sobre bases socialistas para atender a los trabajadores, garantizar el retorno de los refugiados, retomar las Colinas del Golán ocupadas por el Estado de Israel y apoyar las luchas de todos los pueblos árabes comenzando por la lucha por la liberación de Palestina del río al mar.
Siria solo podrá ser libre a través de la lucha de los trabajadores y las trabajadoras sirios, con el apoyo y la solidaridad internacional de los explotados y oprimidos en todo el mundo.
Traducción: Natalia Estrada.