Un filósofo griego dijo que «la política es la guerra con palabras», y en todas las decisiones («palabras» en forma de autos, providencias y demás burocracias judiciales) del juez Peinado solo hay un objetivo político, alimentar los argumentarios de la extrema derecha política y mediática.

Por: Eusebio López

Primero fue ver a Begoña Gómez sentada en el banquillo de los acusados, gravar el interrogatorio y luego filtrar, convenientemente editadas, sus declaraciones. Así el PP VOX ya tenían una imagen (que vale más que mil palabras), la esposa del presidente Sánchez en el banquillo de los acusados, y la posibilidad de usar sus palabras contra Sánchez, previamente editadas y seleccionadas por los medios de propaganda.

Como esto le salió a medias, puesto que la «investigada» se apoyó en su derecho a no declarar, solo quedó la foto del banquillo.

Entonces va y llama a declarar a Sánchez como testigo, que, como tal no puede mentir, como si hizo otro presidente que fue llamado a declarar, el desconocido M. Rajoy -al que no le paso nada-; y lo hace aun sabiendo que Sánchez tiene la opción de no hacerlo por el derecho a no declarar contra su esposa; así alimenta dos nuevos argumentos, si no declara, es que «algo tiene que ocultar», y si declara, «veis, el presidente declarando ante un juez».

Pero al sr Peinado (el término «juez» le viene muy grande) le da exactamente igual; sabe que tiene patente de corso para investigar lo que le dé la gana, ningún estamento judicial, del CGPJ para abajo, le va a parar los pies, pues la extrema derecha ha decidido echar a Sanchez cuanto antes: los «Florentino Pérez» están perdiendo mucho dinero porque el PP VOX no controlan las cuentas del estado, y no están recibiendo las subvenciones que vienen de los fondos europeos para la reconversión industrial, los «new generation».

¡Están desesperados por recuperar ese control! Porque la política, además de ser la «guerra con palabras», es «economía concentrada» (Lenin); y saben bien que estar fuera del gobierno les debilita ante sus patrocinadores del «palco del Bernabeu», donde se concentra el llamado «capital castizo».

Frente a la extrema derecha no se puede entrar el terreno que ellos quieren, el kafkiano sistema judicial burgués, donde un juez es un sr. investido de un poder casi absoluto basado en dos patas, uno, «las leyes son telarañas que cogen a las pobres moscas y dejan pasar a avispas y abejorros» (¿¿¿M. Rajoy???), como dijo Joaquim Bosch, dos, el corporativismo del aparato judicial que dificilmente va a desautorizar a un juez que, a todas vistas, está haciendo «la guerra con palabras».

Hay que hablar claro; el «caso Peinado» es del libro, como lo fue el Lava Jato en Brasil contra Lula, y que terminó como terminó, con los jueces que llevaron a cabo la campaña político-judicial están suspendidos y Lula de presidente de Brasil. Al sexo hay que llamarle sexo, y al amor, amor. Pueden estar interrelacionados, pero no son lo mismo.

La importancia del «caso Peinado» es que un aparato judicial lleno de «peinados» y una legislación represiva como vemos con la negativa del gobierno a derogar la Ley Mordaza o las reformas del Código Penal que llevan a sindicalistas a la cárcel, es una herramienta de primer orden contra cualquier atisbo de respuesta de lucha popular contra las consecuencias de la crisis capitalista y su deriva militarista.

Galiza, 24/07/24