En la división internacional del trabajo, sin dudas a Latinoamérica se le impone su función de exportadora de materias primas y recursos naturales.
El control sobre ellos ha llevado a que los países imperialistas hayan desarrollado marcos jurídicos que permitan patentar seres vivos y los conocimientos asociados a ellos. Todo expresado a través del mecanismo de leyes de propiedad intelectual que se imponen a través de la OMC (Organización Mundial de Comercio), de la OMPI (Organización Mundial de Propiedad Intelectual que depende de la ONU), de los tratados de libre comercio, entre otros marcos regulatorios, y que permiten patentes sin límites y excepciones.
Actualmente existen numerosas patentes de plantas medicinales, de especies cultivadas alimentarias y agroindustriales, de animales domésticos y de laboratorio, e incluso genes y células humanas. Estas patentes están en manos de unas pocas empresas como Monsanto, DuPont, Avenis, Syngenta, BAFS, Merck, entre otras. Así, no cabe duda que son las grandes multinacionales quienes se ven beneficiadas por este régimen de patentes.
En un trabajo publicado en Journal of Technology Management & Innovation (2012, Vol.7, Issue 2, págs.184-94) se identifican conocimientos científico-tecnológicos originados y financiados por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) que fueron a parar al exterior. Constata que nuestras universidades públicas desarrollan conocimientos con potencial aplicación industrial que son apropiados por empresas transnacionales de los Estados Unidos, Japón, Israel o España.
Un estudio de Manuel Krauskopf (2007) analizó investigaciones científicas realizadas en Chile y su impacto sobre tecnologías patentadas en los Estados Unidos, entre 1984 y 2003. El trabajo observó que la investigación local no era utilizada por su industria sino por empresas norteamericanas que se apropiaban de los resultados de la investigación y desarrollo chileno. Así, universidades latinoamericanas desarrollan conocimientos con potenciales aplicaciones y sin protección, al servicio del saqueo de las multinacionales.
En Argentina, en biomedicina, entre los años 1999 y 2010, cerca de 53% de las patentes fueron apropiadas por Bayer Schering Pharma (Alemania), Isis Pharmaceuticals, Trubion Pharmaceuticals, Tracie Martyn International Ltd. y Dionex Corp. (Estados Unidos) que servirían para la posible producción de nuevos fármacos. Y aproximadamente 30%, por instituciones como Waissman Institute de Israel, University of North Carolina, Georgia State University Research Foundation, Universidad Complutense de Madrid, Tokyo University of Science Educational Foundation, entre otras, y que serán transferidas a la industria.