El Partido Panteras Negras de Autodefensa se fundó hace exactamente 50 años, el día 15 de octubre de 1966. Para celebrar esta fecha y hacer algunas reflexiones sobre la trayectoria, perspectiva política y legado del grupo que, hasta hoy, es una de las principales referencias de los movimientos negros a escala mundial, publicaremos una serie de artículos, abordando diferentes aspectos de esta historia, el programa sintetizado en los “10 puntos”, la organización de las comunidades negras, el papel de las mujeres, el tema de la autodefensa, las proximidades y diferencias con el marxismo revolucionario y la feroz campaña movida por el gobierno norteamericano y sus fuerzas de represión que llevó a la dispersión de la organización.
Por Wilson H. da Silva (Secretaria de Formación del PSTU-B)
En este primer artículo, abordaremos, de forma muy resumida, el contexto histórico en el que los Panteras Negras surgieron, destacando particularmente algunas cuestiones levantadas en torno a aquel del que los propios Panteras se consideraban “herederos”: Malcolm X.
La explosión de las luchas y de las organizaciones en los años 50
La década anterior al surgimiento de los Panteras Negras quedó marcada por el desarrollo del llamado “movimiento por los derechos civiles”, que nació en el sur de Estados Unidos. A pesar de haber luchado de forma ininterrumpida desde la época de la esclavitud, los negros y negras intensificaron sus acciones particularmente después de la II Guerra Mundial, cuando el discurso de la prosperidad y la propaganda de los EEUU como “guardián mundial de la democracia” chocaban brutalmente con la segregación racista institucional y las pésimas condiciones de vida en las que la población negra vivía.
La explosión de las luchas puede situarse exactamente una década antes de la fundación de los Panteras, el 28 de agosto de 1955, cuando Emmett Louis Till, un chico de 14 años, fue torturado, con los ojos arrancados y asesinado en la ciudad de Money, Mississipi, después de supuestamente haber silbado a una mujer blanca. Los responsables del crimen fueron declarados inocentes en una grotesca farsa judicial, lo que provocó una oleada de protestas que se extendieron por todo el país.
Fue en este clima que, el 1 de diciembre de 1955, en la ciudad de Montgomery (Alabama), Rosa Parks se negó a ceder su lugar en el autobús a un blanco (como determinaba la ley), detonando un boicot a las empresas de autobús que se extendió durante 381 días, contagiándose a comunidades negras de fuera del país.
Como se sabe, el principal dirigente de este proceso fue el pastor Martin Luther King Jr. (lea el artículo Los 50 años del discurso de Luther King: Sobre sueños no realizados y pesadillas cotidianas (en portugués), sobre la trayectoria de King, las luchas y polémicas de la época). Pero no fue el único. El ascenso quedó marcado por el nacimiento de innumerables entidades, de distintos matices políticos, pero generalmente bastante influenciadas por el discurso pacifista de Luther King o por una perspectiva de “reformas” que garantizasen derechos institucionales a negros y negras. Entre ellas, destacaba la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano (SCLC, creada en 1957), el Comité Coordinador de Estudiantes No-violentos (SNCC, 1960) y el Congreso por la Igualdad Racial (CORE, 1961).
En los años que siguieron, las protestas y la organización crecieron a ritmo acelerado, creando una creciente y cada vez más explosiva tensión racial en EEUU. Un ejemplo significativo de este periodo fue el “Freedom Summer”, un proyecto del SNCC que reunió, en junio de 1964, a más de mil estudiantes universitarios (blancos y negros) para ayudar a la población negra del Sur del país a pasar por el racista sistema de registro electoral.
Sin embargo, los desdoblamientos del proyecto, particularmente en el estado de Mississipi, acabaron poniendo en jaque a las perspectivas pacifistas y reformistas. Los voluntarios eran recibidos con brutalidad, tanto por la población como por las fuerzas de represión y, particularmente, por el Ku Klux Klan, el asqueroso y centenario movimiento de supremacía blanca.
Los números relativos a las diez semanas de duración del proyecto son expresivos. 1.062 personas fueron encarceladas, 80 voluntarios fueron golpeados, 30 tiendas o casas de negros fueron bombardeadas o incendiadas, cuatro personas fueron gravemente heridas y, el día 21 de junio, tres voluntarios (un negro y dos judíos) fueron asesinados: James Chaney, Michael Schwerner (ambos activistas del CORE) y Andrew Goodman.
Estando literalmente en una encrucijada, el movimiento negro adoptó distintos rumbos. Tomando la vía a la derecha, surgió un sector que pasó a defender la superación del racismo a través de una literal integración al sistema, a través del ascenso social (un “empoderamiento individual”) o de la vía institucional (elecciones, cargos públicos, etc.).
A la izquierda, se dió una radicalización del llamado “nacionalismo negro” que, a pesar de innumerables vertientes, siempre tuvo en su centro la defensa del “racialismo”, o sea, la idea de que el combate al racismo es una lucha exclusivamente de negros(as) y, generalmente, no tiene nada que ver con el combate al capitalismo siendo, consecuentemente, contrario a cualquier alianza con blancos(as), incluso los que son explotados y oprimidos.
La Nación del Islam se encontraba en este campo y es sintomático que, al final de los años 50, cerca de 100 mil negros(as) se habían unido al movimiento político-religioso. Uno de sus principales dirigentes, como se sabe, fue Malcolm X (1925-65) y para que entendamos la perspectiva política adoptada por los Panteras Negras, vale la pena rescatar algunos elementos del contexto y del pensamiento del dirigente negro, particularmente a partir de marzo de 1964, cuando rompió oficialmente con la Nación del Islam, hizo una primera visita a África y fundó la Organización para la Unidad Afro-Americana (OAAU).
De la defensa de derechos a los ataques al sistema
En un libro titulado “Black Liberation and Socialism” (“Liberación Negra y Socialismo”), el escritor y militante trotskista norte-americano Ahmed Shawki sintetiza la coyuntura social y política en la que los Panteras Negras surgieron: 1965 marcó un giro decisivo en el movimiento por la liberación negra. La hegemonía ejercida por los dirigentes de la ‘vieja guardia’, como Martin Luther King Jr., se había despedazado finalmente. El movimiento había logrado derrocar las leyes Jim Crow[1], en los estados del Sur, y el gobierno había aprobado una legislación en relación a los derechos civiles y al derecho al voto. El centro del movimiento iba a ser transferido, entonces, para las ciudades del Norte -donde la mayoría de los(las) negros(as) estaban viviendo, en 1965. Los negros del Norte apoyaron y se inspiraron en las luchas del Sur, pero el fin de las leyes Jim Crow no les afectaba directamente. Empleos, viviendas miserables, discriminación, violencia policial y educación de baja calidad continuaban siendo problemas fundamentales. (p.187)
Ejemplo categórico de que las cosas habían cambiado poquísimo era el hecho de que, en 1966, el año en que los Panteras Negras surgieron, el desempleo entre negros y negras era mayor que en 1954; 32% de los negros vivían por debajo de la línea de pobreza y 71% de los pobres viviendo en las áreas metropolitanas eran negros(as).
Malcolm X
Y fue ante esta situación que se produjo lo que puede ser interpretado como el paso de la lucha por derechos a un combate más ofensivo, que se dirigía también contra las estructuras del sistema, ya que era cada vez más evidente que las “reformas” (institucionales, legislativas, etc) que habían sido conquistadas estaban lejos de satisfacer las necesidades concretas de la población, incluso aunque se transformasen en realidad (lo que, también, de alguna forma estaba garantizado, como la realidad inclusive comprobó).
Este, por ejemplo, era como lo entendía Malcolm X, como se hace evidente en su último discurso internacional, titulado “El clamor de las masas oprimidas por una acción contra el opresor común”, pronunciado en la Escuela de Economía de Londres, el día 11 de febrero: 1965 será el verano más largo, más caluroso y más sangriento que se haya visto en los Estados Unidos. ¿Por qué? Yo no estoy diciendo esto para defender la violencia. Estoy diciendo esto después de un cuidadoso análisis de los ingredientes: la dinamita social y política que existe dentro de cada una de las comunidades negras del país.
Una situación explosiva que él analizó en una entrevista concedida poco después, localizando sus raíces en el sistema que estaba detrás de la confiscación de los derechos más básicos: las mismas causas que existían el invierno de 1964 continuaban existiendo en enero y febrero de 1965. Ahora, estas causas son las viviendas inferiores, el empleo inferior, la educación inferior. Todos los males de un sistema fallido que continúan vivos donde los negros norteamericanos están concentrados [2].
No es, de forma alguna, una coincidencia que Malcolm X haya sido asesinado exactamente 10 días después de este pronunciamiento. Era evidente para los racistas (empezando por aquellos instalados en la Casa Blanca), Malcolm podría fácilmente transformarse en una “peligrosa” alternativa de dirección para este nuevo movimiento. Una posibilidad aún más temida por el hecho de que, en la medida en que avanzaba en el análisis de la realidad a su alrededor (y principalmente después de haberla ampliado a nivel internacional), Malcolm X también se distanciaba del “racialismo” y se aproximaba a una perspectiva mucho más peligrosa a ojos de la burguesía: la unidad de “raza y clase”.
Fue después de su viaje a África cuando Malcolm X no sólo declaró haber encontrado muchos “revolucionarios verdaderos” que no eran negros ni pacifistas (como Luther King), sino que también colocó el socialismo en el horizonte de las luchas de negros(as), así como defendió durante un fórum promovido por el Partido Socialista de los Trabajadores (SWP), el día 29 de mayo de 1964: Todos los países que, hoy, están emergiendo de los grilletes del colonialismo se están moviendo en dirección al socialismo. Yo no creo que esto sea un accidente. La mayoría de los países coloniales eran capitalistas, y el último baluarte del capitalismo, hoy, es América. Es imposible para una persona blanca creer en el capitalismo y no en el racismo. No existe capitalismo sin racismo. (…) Cuando ellos tienen una filosofía que hace que tu sepas que no tienen racismo en su perspectiva, generalmente ellos son socialistas o su filosofía política es el socialismo.
De Malcolm X a los Panteras Negras
Detrás de la nueva ubicación política de Malcolm X había una situación global como mínimo explosiva. Además del proceso de independencia de los países africanos, la Guerra de Vietnam, la Revolución Cubana, las luchas en América Latina y la creciente rebelión en Europa, literalmente, hacían temblar corazones y mentes, alimentando vientos rebeldes y revolucionarios que se expandieron por muchas partes del mundo.
Una situación que, en opinión de Malcolm X, debilitaba el capitalismo hasta el agotamiento, como declaró en una entrevista el 18 de enero de 1965: Es imposible que el capitalismo sobreviva, sobre todo porque el sistema capitalista necesita chupar la sangre para vivir. El capitalismo solía ser como un águila, pero ahora es más como un buitre. Solía ser lo suficientemente fuerte como para ir y chupar la sangre de quien quiera que fuera, fueran fuertes o no. Pero ahora se hizo más cobarde, como el buitre, sólo puede chupar la sangre de los desamparados. A medida que las naciones del mundo se liberan, el capitalismo tiene menos víctimas, menos para chupar, y se hace cada vez más débil. Es sólo una cuestión de tiempo, en mi opinión, antes de entrar en colapso total. [3]
En este momento, Malcolm X estaba actuando bajo la bandera de OAAU y sus métodos de acción directa (y armada) sin duda reflejaban sus caracterizaciones. De todos modos, también en consonancia con su análisis, Malcolm X comenzó a defender cada vez más la unidad en la lucha contra la opresión, empezando por la unidad internacional.
Esto es lo que se hace evidente al final de su discurso en Londres, cuando sostuvo que era el momento de discutir con «todos nuestros hermanos africanos, nuestros hermanos de Asia, nuestros hermanos de América Latina y los pueblos de Europa, algunos de los cuales afirman querer hacer lo correcto», para que se haga lo necesario de manera que se garanticen nuestros derechos – no en algún momento del futuro lejano, sino que casi inmediatamente. (…) Y, a medida que se ven los pueblos oprimidos de todo el mundo uniéndose a las personas de raza negra en Occidente, están viendo que ellos mismos son oprimidos. En lugar de verse a sí mismos simplemente como una minoría oprimida en los Estados Unidos, ellos son parte de las masas oprimidas de todos los rincones del mundo, que ahora están llamando a la acción contra un opresor común «.
La identificación de un «enemigo común» también llevó a Malcolm X a una nueva comprensión acerca de la alianza con los no negros, como ya había declarado cuando estuvo en El Cairo para asistir a una reunión de la «Organización por la Unidad Negra», en 1964: Vamos a trabajar con cualquiera, con cualquier grupo, no importa su color; siempre y cuando estén realmente interesados en tomar las medidas necesarias para poner fin a las injusticias que afectan a la gente negra en este país. No importa cuál sea el color de estas personas, no importa sus posiciones filosóficas, económicas, políticas o sociales, siempre que sus fines y objetivos estén orientados a destruir este sistema de buitres que ha chupado la sangre de los negros en este país . Si es así, ellos están bien con nosotros.
A pesar de aparentemente haber expandido sus criterios, sabemos que deben ser entendidos dentro de la perspectiva de alguien que era famoso por la defensa de la lucha contra el racismo «por todos los medios necesarios». Y, por supuesto, no sería “cualquier” blanco o posición política, filosófica, etc. que se sometería a eso. Y, aún más importante, es el hecho de que, cada vez con mayor intensidad y convicción, Malcolm X se dio cuenta de que estas medidas deberían ser obligatoriamente anticapitalistas.
Este fue el tono de su último discurso, pronunciado ante los estudiantes de la Universidad de Columbia en Nueva York el 18 de febrero de 1965, sintomáticamente sólo tres días antes de su muerte: Estamos viviendo en una Era de Revolución y la revuelta del negro norteamericano es parte de la rebelión contra la opresión y el colonialismo que ha caracterizado esta época …. es incorrecto clasificar la revuelta del negro como un simple conflicto racial del negro contra el blanco, o como un problema puramente americano. En cambio, hoy en día, estamos viendo una rebelión mundial de los oprimidos contra los opresores, los explotados contra los explotadores.
Nacen los Panteras Negras
El 21 de febrero de 1965, millones de hombres y mujeres negros en todo el mundo lloraron la muerte de Malcolm X con la misma intensidad con la que se enfurecieron de una rabia incontenible que llevó a cientos de miles de personas a las calles y protestas. Entre ellos había dos amigos que se habían conocido en una universidad de Oakland, California.
Sus nombres eran Huey P. Newton y Bobby Seale. Huey tenía 25 años; Bobby ya había llegado a los 30. Ambos también ya eran activistas políticos. Bobby Seale había militado en el Movimiento de Acción Revolucionaria (RAM) y los dos habían participado en el Comité Consultivo de los Estudiantes del Sur. Sin embargo, sus nombres, sin duda pasarían a la historia como los fundadores del Partido de los Panteras Negras de Autodefensa, el 15 de octubre de 1966.
Los métodos e incluso la actitud de Malcolm X eran referencias visibles en las acciones que comenzaron a realizar y rápidamente impactaron a la sociedad americana. Aprovechándose de la legislación en materia de armas, los Panteras desarrollaron una política radical de autodefensa y comenzaron a montar patrullas para vigilar las comunidades y desafiar la violencia racista y policial. Se enraizaron en las comunidades, desarrollaron (a partir de 1969) proyectos como «desayunos gratuitos a niños» y clínicas de salud locales.
El impacto del movimiento se hace evidente a partir de la dimensión que ganó. A finales de 1960, los Panteras Negras tenían oficinas en cerca de 45 ciudades (así como una representación en Argelia (África), que se desarrolló entre 1969 y 1972), reunían a más de cinco mil miembros, además de miles de seguidores, y llegaron a vender 250.000 periódicos por semana.
Su fuerza social también se reflejaba en el arte y la cultura, como a través de la cantante Nina Simone, e incluso en el mundo del deporte. Todo el mundo acompañó en 1968, durante los Juegos Olímpicos de Ciudad de México, cuando, en la final de los 200 metros lisos, Tommie Smith (1er lugar) y Juan Carlos (3er) reciben sus medallas levantando los brazos con los puños cerrados (el símbolo del movimiento) y bajando la cabeza durante la ejecución del himno americano.
La importancia que tuvieron en la lucha contra la opresión en general puede ser ejemplificada por el hecho de que Huey Newton fue uno de los primeros líderes de una organización a apoyar la rebelión LGBT en Stonewall (en contra de la postura lamentablemente LGBTfóbica de importantes líderes del grupo) y que hayan surgido, en su dirección, mujeres como Angela Davis y Assata Shakur.
También sabemos que los Panteras Negras pagaron un alto precio por la osadía (y también, hay que decirlo, por sus errores de análisis y política). El hecho es que, habiéndose dado cuenta del potencial de los Panteras, la burguesía estadounidense no escatimó esfuerzos para destruirlos.
En 1969, el célebre director del FBI, J. Edgar Hoover, declaró públicamente que los Panteras eran «la principal amenaza para la seguridad nacional del país», lo que significaba dar luz verde a una verdadera guerra sucia movida en contra del movimiento. La declaración fue utilizada para el monitoreo, infiltración, maniobras legales y clandestinas, persecución policial y una serie de otras tácticas que resultaron en una enorme cantidad de sus líderes encarcelados, asesinados o exiliados; locales invadidos, quemados o bombardeados, así como una infinidad de otros crímenes.
Esta es una historia, sin embargo, que merece ser rescatada con más cuidado y profundidad. Esto es lo que haremos en los siguientes artículos. Incluso porque creemos que la historia de los Panteras Negras nos permite reflexionar sobre una serie de temas que tienen que ver con la lucha negra hoy. Al fin y al cabo, además de los métodos y de la perspectiva política de Malcolm X, los Panteras también heredaron sus muchas contradicciones y algunos de los grandes debates que estaban abiertos en el momento de su asesinato: el internacionalismo, el panafricanismo, la unidad de la clase, los límites del «nacionalismo negro/racialismo» y de las reformas, la eficacia de la lucha institucional, el derecho a la autodefensa, entre otros.
Por ahora, sólo recordar que la fundación de los Panteras Negras debe ser saludada y celebrada por todos aquellos, hombres y mujeres, que luchan contra el racismo y por un mundo más justo, libre e igualitario. Retomar su historia para nosotros del PSTU (sección brasileña de la LIT-CI) es también homenajear a los muchos y muchas de los que fueron perseguidos, encarcelados y dieron su vida por el proyecto, como por ejemplo Mumia Abu-Jamal. Reflexionar sobre sus éxitos y errores es importante para nosotros para llevar adelante esta historia. Hasta la victoria. Hasta el socialismo. Con raza y clase.
Traducción de Belén Rodríguez y Gabriel Huland
[1] Las leyes Jim Crow, que impusieron una severa segregación de los negros(as) recibieron este nombre en referencia a cómo fueron llamados los regimientos formados por unos 400.000 negros que fueron movilizados en la Guerra Civil de América del Norte (1861-65) . El nombre, a su vez, fue tomado de la música «Jump Jim Crow» («Salta Jim Crow»), de la década de 1830, en la que el cantante blanco Thomas D. Rice, utilizando «blackface» (el rostro pintado de negro), ridicularizaba a los hombres y mujeres de raza negra. Las leyes que prohibían que los hombres y mujeres de raza negra frecuentaran los mismos lugares públicos que blancos (as) – los aseos y autobuses escolares – o tuvieran acceso a los derechos mínimos (como el voto) se impusieron a partir de 1877 y estuvieron vigentes hasta 1965.
[2] J.H. Clarke. Malcolm X: the man and his times. New York: Macmillan Co., 1969, p. 209.
[3] Entrevista concedida a Jack Barnes e Barry Sheppard, publicada en la edición de Marzo-Abril de 1965 en la revista Young Socialist
Publicado originalmente en portugués en http://www.pstu.org.br/node/22212