La falsa salida de la crisis del 2008 asentó el futuro de la juventud
La juventud somos uno de los principales sectores que pagamos la crisis de 2008. Las reformas laborales del PP-PSOE nos impusieron un nuevo patrón de explotación, más flexibilidad en los horarios y en los despidos, derechos laborales a la baja y convenios de vergüenza. Todo esto sirve como base para crear y ensanchar una brecha salarial entre diferentes generaciones de trabajador@s y sectores oprimidos. No sorprende a nadie encontrar en las empresas diferencias de sueldos y horarios entre «l@s de ETT» y l@s veteran@s, o entre l@s de plantilla y l@s subcontratados, o empresas enteras funcionando vía falsos autónomos, como Glovo o Deliveroo.
Además, el encarecimiento de las universidades y su privatización, supuso que miles de estudiantes de familias trabajadoras tuviéramos que dejar los estudios, de tal forma que l@s hij@s de l@s trabajador@s nos vemos condenados a trabajar donde nadie quiere. La precariedad laboral y la eliminación del trabajo indefinido para la juventud (despidos baratos, ERTEs/EREs) se cargan la estabilidad que nos permitía planificar un futuro. Ahora nos toca vivir mes a mes, pagando alquileres con precios abusivos, o quedándonos en casa de nuestros padres sin posibilidad de independizarnos. En cualquier caso, estamos condenados a una vida de precariedad.
La crisis del 2008 dejó un paro juvenil del 40% hasta el día de hoy. A pesar de que nuestra precariedad se camufle haciéndola pasar como «los inicios son siempre duros, bienvenido a ser mayor«, nosotros nos hacemos mayores y la seguimos sufriendo. Sabemos que es muy real, que va a más y que estamos viviendo peor que nuestros padres. Solo organizándonos para luchar nos salvaremos de una miseria peor que la de nuestros abuelos.
La situación actual marcada por la crisis de la COVID-19
Más allá del drama sanitario y las medidas que se han adoptado para hacerle frente, el gobierno también ha tomado medidas laborales, todas ellas, centradas en garantizar la estabilidad empresarial y que la crisis sanitaria afecte el mínimo posible a los grandes empresarios.
No es de extrañar cuán abandonados están l@s autónom@s y propietari@s de pequeños negocios, y principalmente l@s trabajador@s asalariad@s. El panorama laboral está afectando sobre todo a l@s trabajador@s de los sectores más precarios, que acostumbran a estar cubiertos por mujeres, migrantes y jóvenes. Las que vivimos empalmando curro tras curro, con trabajo informal o cobrando medio sueldo en un sobre, y ni siquiera tenemos un 70% del sueldo cubierto por un ERTE o posibilidad de seguir trabajando desde casa.
Los números son dramáticos, medio millón de pequeños autónomos acudiendo a los préstamos por cese de actividad. Y, a finales de marzo, teníamos casi tres millones de trabajador@s sufriendo ERTEs pactados por la burocracia sindical y el gobierno. Estos números todavía no han parado de subir.
Pero, lo que no recogen estos números son los despidos en los trabajos informales, los periodos de prueba ‘no superados’ y otras acciones que nos hacen perder el sueldo. Hay que sumar también los trapicheos de «te hago un ERTE pero sigues trabajando normal (trabajo informal) porque estamos pasando un mal momento y todos nos tenemos que sacrificar«. No son hechos aislados estas semanas.
El Gobierno de coalición clama «que nadie quede atrás«, pero, en verdad, está mostrando su verdadera cara y para quien gobierna. Con la colaboración directa de CCOO y UGT, sus políticas nos están llevando a la miseria.
Las medidas del gobierno tienen como único objetivo de garantizar el lucro capitalista y cargar sobre nuestras espaldas la factura de la crisis de la COVID-19. La obtención del paro a pesar de no tener el mínimo cotizado o el no descontarlo, la moratoria de hipotecas y alquileres, o el paro de los desahucios forman parte de algunas concesiones puntuales y medidas que alivian en mayor o menor grado los efectos de la crisis a las capas más afectadas. ¡Pero no nos dejamos engañar por las migajas! Sabemos que todas las concesiones que haga el gobierno ahora mismo son provisionales y con el claro objetivo de prevenir y calmar el estallido social de lucha y movilización que tiene que surgir a medida que las condiciones del Estado de Alarma y confinamiento se relajen. En todo caso, su propósito central es el mismo que el de la crisis del 2008: atacar el problema rápidamente regando a las grandes empresas y bancos con ventas de deuda pública que pagaremos l@s trabajador@s con nuevas leyes laborales. ¡Más desigualdad!
Quieren que paguemos la crisis de la COVID-19 con más de lo mismo
L@s jóvenes no somos un sector de riesgo sanitario ante la crisis de la COVID-19, pero sí que estamos en riesgo de pobreza y precariedad. Somos l@s que, ante las adversidades, durante el confinamiento hemos tenido que garantizar los servicios sanitarios, la producción en las fábricas, la funcionalidad de los servicios básicos como la limpieza, los supermercados y las tareas de cuidados. Incluso, a pesar de decretar la parada de las actividades no esenciales l@s trabajador@s de Glovo, de Amazon, Correos y otros sectores han seguido en activo. Mientras nosotr@s ponemos en riesgo nuestra salud yendo a trabajar, los ricos, la patronal y los grandes banqueros, están a resguardo en sus mansiones con el 100% del sueldo y sin ver peligrar ni su vida ni sus ingresos.
No solo hacen falta medidas sanitarias, también necesitamos medidas económicas ¡Que no nos hagan pagar la crisis!
Necesitamos un plan de choque que garantice que nadie se quede atrás porque tenemos que salir de ésta vivos y sin empobrecernos. Un plan que ponga el foco en l@s más perjudicad@s y que suministre los recursos necesarios a todo el que lo necesite, para que nadie se quede por el camino.
Recordamos como salimos de la crisis de 2008, y viendo el antes y el después de la situación de la juventud hay una pregunta que da miedo: ¿sin un plan de choque así, como quedaremos después de esta nueva crisis, ahora que llueve sobre mojado?, ¿Qué futuro nos espera?
Es necesario construir una izquierda revolucionaria y rupturista
Si hay algo que ha quedado claro con la situación actual, es que l@s trabajador@s y la juventud que formamos parte tenemos la capacidad de gestionarlo todo y, por lo tanto, de pararlo todo.
Es necesario que el conjunto de la clase trabajadora nos organicemos desde YA para parar y revertir todas las medidas que año tras año nos han ido imponiendo más miseria y precariedad. La juventud trabajadora como uno de los sectores más explotados no podemos quedar atrás. Esta lucha es para recuperar nuestro futuro que los gobiernos de turno, los grandes banqueros y la patronal nos han robado.
Es imprescindible organizarnos con l@s compañer@s de nuestros curros para exigir material de protección (EPIs), combatir los despidos y los ERTEs, exigir contrataciones dignas, acabar con el sistema de uberización laboral y con las ETTs. Ir construyendo una lucha conjunta, unificando las reivindicaciones de la juventud trabajadora con el conjunto de explotad@s y oprimid@s hacia un cambio real que nos permita a l@s jóvenes tener un futuro.
En Corriente Roja estamos convencid@s que, si no organizamos una rebelión, que no permita a los de arriba seguir gobernando y que nos permita a los de abajo tomar el control de nuestras vidas, seremos la juventud, l@s trabajador@s y l@s oprimid@s l@s que pagaremos la crisis con más precariedad, con menos oportunidades e incluso con nuestras vidas.
¡Somos las hijas de la crisis, seremos las madres de la revolución!