Nacionalizar Nissan e intervenir el sector del automóvil para garantizar el empleo, preservar el medio ambiente y el tejido industrial del país

El sector de la automoción vive una grave crisis de reestructuración en todo el mundo a consecuencia del paso al coche eléctrico y la incertidumbre sobre su futuro. Las multinacionales del sector, cada vez más concentradas, compiten abiertamente entre sí para hacerse con el mercado internacional, con el apoyo resuelto de sus gobiernos.

En el Estado Español, el sector representa el 10% del PIB con 1,8 millones de emplead@s, incluida la industria de componentes. Es, tras Alemania, el segundo fabricante europeo y exporta el 80% de su producción. Todas las fábricas españolas son propiedad de multinacionales extranjeras, mayoritariamente francesas y alemanas, y dependen absolutamente de las decisiones que tomen éstas en sus sedes centrales. Son factorías exclusivamente de montaje (con la salvedad de Seat, que Volkswagen ya ha empezado a desmembrar). Con alguna contada excepción, sólo ensamblan coches de combustión, condenados a desaparecer en un futuro no lejano.

El cierre de Nissan

El cierre de Nissan, con 3.000 trabajador@s directos y 20.000 indirectos que van a la calle, no es ninguna sorpresa. La multinacional lo ha estado preparando durante años y a la vista de todos, traspasando modelos y producción a su socio Renault, mientras recibía subvenciones de 175 millones del Estado y la Generalitat. El cierre era una decisión tomada, por mucho que el gobierno PSOE-UP y la Generalitat nos dijeran lo contrario. Una decisión que forma parte del plan de restructuración mundial pactado por la Alianza Renault-Nissan, según el cual Renault se queda con Europa y Nissan con Asia y EEUU.

El futuro que deparan las multinacionales para el sector español del automóvil

La otra cara del asunto es la decisión estratégica conjunta de la cúpula de Renault y el gobierno Macron de concentrar en Francia el desarrollo tecnológico y la producción del coche eléctrico. Lo mismo ocurre con las multinacionales y el gobierno alemán.

En esta estrategia, las factorías españolas quedan condenadas a montar vehículos de combustión, con una producción menguante, una precarización creciente de los salarios y condiciones de trabajo y una crisis de empleo permanente. Todavía no han cerrado las factorías de Barcelona y Nissan ya chantajeaba a l@s trabajador@s de la fábrica de Santander con el cierre si no aceptaban una rebaja brutal de sus salarios.

El plan de PSOE-UP para el automóvil es una burla a l@s trabajador@s

El plan de apoyo al sector del automóvil de Pedro Sánchez, apoyado por la cúpula de CCOO-UGT, es una burla cruel porque acepta sumisamente la estrategia de las multinacionales y se limita a regalarles dinero, esperando ganar algo de tiempo. El Gobierno incluso subvenciona la compra de coches más contaminantes que los permitidos por la UE, mientras en Francia y Alemania el Gobierno sólo subvenciona coches eléctricos.

Por la nacionalización de Nissan y la intervención del conjunto del sector

Ante la situación de Nissan no hay más opción que la nacionalización, recuperando el dinero público malgastado y poniendo las factorías bajo el control de sus plantillas. Nissan, incluso si no se dedicara al automóvil, podría, con su equipamiento, cubrir necesidades sociales urgentes como las del sector sanitario.

Pero el problema va más allá de Nissan y, por eso, es necesario intervenir ya el conjunto del sector del automóvil. Solo con una gran empresa en manos del Estado y bajo control de su trabajador@s y técnicos, se puede garantizar una restructuración que respete el empleo, el medio ambiente y fortalezca el tejido industrial del país. La nacionalización de las factorías de Nissan y las de toda multinacional que quiera cerrar factorías o despedir en masa ha de ser la base de esta empresa pública.

La posición de CCOO-UGT

No es esta la posición de la burocracia de CCOO-UGT que se opone a la nacionalización de Nissan, mantiene a la plantilla directa separada de la lucha de las demás empresas afectadas y acepta las brutales rebajas salariales en la fábrica de Santander sin organizar una resistencia. CCOO-UGT son abanderados de la «unidad nacional» con la gran patronal ante la crisis económica a costa de aceptar sus propuestas y de renunciar a la derogación misma de la reforma laboral.

La tarea de organizar la movilización e impulsar la unidad desde abajo para luchar por la nacionalización de Nissan, la intervención del sector del automóvil y la inmediata derogación de la reforma laboral es la tarea del sindicalismo combativo.