Los derechos del colectivo LGTBI están constantemente amenazados por unas instituciones «tan democráticas» que dan cabida a organizaciones ultraderechistas que no dudan en utilizarnos como chivo expiatorio. En este contexto, es totalmente comprensible que cada vez que se celebran unas nuevas elecciones las alarmas del colectivo se activen y que, en cierto modo, la lógica del «voto útil» impere: mejor ellos que VOX, ¿no?. Aunque «ellos» llevan desde 2018 en el gobierno central, y ante la crisis socioeconómica que vivimos donde los desahucios, cortes de luz y contratos a tiempo parcial están a la orden del día, parece que no existiese una alternativa digna ¿Podemos culpar al pueblo andaluz de que no haya votado este mismo mes a PSOE-UP? El PP obtuvo mayoría absoluta, pero con la mayor abstención desde 1990 ¿Debemos alegrarnos de que puedan formar gobierno en solitario cuando ya están gobernando con VOX en Castilla y León? 

Tan absurdo es votar al PP para acabar con VOX como lo es esperar que éste no salga fortalecido de mandatos «de izquierdas» más cercanos al oligopolio eléctrico que al pueblo trabajador. La desigualdad y polarización sociales van de la mano y, en ausencia de una alternativa real que busque aglutinar el interés de la mayoría pobre y trabajadora, los discursos de odio seguirán señalando a falsos culpables de la miseria social para salvaguardar a la minoría que se lucra de ella. Y esta dinámica, por la que el espacio político de la ultraderecha crece, no solo está instaurada en el Estado español: es una realidad mundial en tanto lo es la lucha de clases.

La mayoría del colectivo LGTBI es clase trabajadora por lo que tenemos que entender que, para combatir las políticas de odio, debemos aliarnos con toda nuestra clase, y eso pasa no sólo por combatir a nuestros enemigos más reaccionarios, sino también a aquellos que les ceden espacio político al desatender las necesidades de la mayoría social. Incluso las demandas específicas del colectivo LGTBI son utilizadas por estos partidos como mero reclamo electoral, dejando desastrosas consecuencias ¿Dónde está la Ley Trans de la que tanto se ha abanderado UP mientras sufríamos el tratamiento envenenado que se le ha dado en los medios y discursos parlamentarios? ¿Por qué debemos esperar a una próxima legislatura si no están asegurando algo que prometieron y que lejos de cumplir, está dejando tras de sí el aumento de transfobia?

Desde Corriente Roja tenemos claro que la lucha contra la LGTBIfobia es inseparable de la lucha contra el sistema capitalista y todos sus agentes. No es una tarea fácil pero la solidaridad de clase es nuestra mayor arma. Si nos organizamos como mayoría social para poner en común nuestros intereses y señalar al enemigo, la ultraderecha lo tendrá mucho más difícil: debemos construirnos como alternativa desde la movilización social.


Exijamos:

Libre autodeterminación de género sin requisitos patologizantes ¡Ley Trans e integral LGTBI YA!

Recursos habitacionales para el colectivo para huir de la violencia LGTBIfóbica intrafamiliar y creación de empleo público con cupo LGTBI ¡Limitación del alquiler y detención de los desahucios! Pongamos los pisos vacíos de bancos/fondos inmobiliarios al servicio de un alquiler social.

¡Educación sexual y en valores de Igualdad! Implementación en el currículo escolar con carácter obligatorio ¡ni un euro más a la concertada católica! ¡Educación 100% pública!

¡Aumento drástico en recursos sanitarios! Necesitamos personal formado y sensibilizado contra la LGTBIfobia.

Ven a seguir construyendo este programa LGTBI y de clase en Corriente Roja.