Llamamos a los sectores más conscientes de la clase trabajadora y de la juventud a continuar por el camino que abrimos el 1-O y 3 de octubre con la huelga general.
Por Corrent Roig
Diada Nacional catalana 2o18:
Libertad presos políticos, retorno de exiliados/as ¡Cataluña tiene derecho a decidir!
RECUPEREMOS EL ESPÍRITU DEL 1-O
A medida que se acerca el 11 de septiembre, la tensión política no deja de crecer. C’s, con Rivera al frente, en una
competición desbocada con el PP, moviliza bandas de gente con la cara tapada y palos para sacar lazos amarillos y convoca una manifestación donde agreden a un periodista y se exhibe simbología nazi, mientras gritan vivas al rey, a la Guardia Civil y a la unidad forzada de España. PP y C’s exigen a Sánchez mano dura contra la Generalitat y que vuelva a aplicar el artículo 155.
En esta situación, el Gobierno Sánchez muestra cobardía e impotencia. No planta cara a C’s y PP. Habla de diálogo con la Generalitat, pero no se atreve ni siquiera a exigir a los fiscales que retiren las acusaciones de rebelión contra los ex consellers encarcelados, cuando todo el mundo sabe que no se sostienen. Incapaz de hacer frente a las presiones del aparato judicial, financia con dinero público los litigios particulares de Llarena en Bélgica. Se ratifica en que nunca negociará un referéndum de autodeterminación y no esconde que volvería a aplicar el artículo 155 si la Generalitat emprende la vía unilateral. En la cuestión catalana, como en la económica y la cuestión social, el Gobierno Sánchez no va más allá de cambios cosméticos.
Por su parte, el presidente Torra, de acuerdo con Puigdemont, calienta el discurso, anuncia que no aceptará la sentencia del Supremo contra los ex consellers y que, si Sánchez no pacta un referéndum de autodeterminación, quedará abierta la vía unilateral. Pero no podemos olvidar que la dirección independentista, después del 1 de octubre, cuando tenía las mejores condiciones para hacerlo, no proclamó la república catalana ni llamó a levantarse para defenderla. La ex consellera Ponsatí fue muy clara cuando reconoció que “jugábamos al póquer e íbamos de farol”. A la hora de la verdad, entregaron las instituciones sin resistencia y aceptaron las elecciones del 155.
Con estos antecedentes, nadie sabe el alcance de la iniciativa del presidente Torra y no son pocos los que ven una maniobra de presión al gobierno Sánchez cara a los próximos juicios. Tampoco sabemos qué quiere decir cuando declara que no aceptará las sentencias del Tribunal Supremo: ¿está dispuesto a liberar a los presos políticos, ahora que están en prisiones catalanas y bajo tutela de la Generalitat? Todo el mundo sabe, por otro lado, que en todos estos movimientos hay una pugna soterrada con ERC por la hegemonía del movimiento independentista.
Desde el punto de vista de la clase trabajadora, no tenemos nada que ganar y sí mucho que perder apoyando la unidad forzada española y a las fuerzas reaccionarias que la defienden, cada vez más alineadas con la ultraderecha europea.
Llamamos a los sectores más conscientes de la clase trabajadora y de la juventud a continuar por el camino que abrimos el 1-O y 3 de octubre con la huelga general: enfrentándonos a la represión del Estado contra el independentismo y defendiendo como los primeros el derecho soberano de Cataluña a decidir. Lo tenemos que hacer porque queremos una unión libre y no forzosa, una unión de repúblicas construida con el resto de pueblos del Estado, liberada de la monarquía heredera del franquismo. Algunos dirán que retomar la lucha por el referéndum y por el derecho a decidir es volver atrás y que ya tuvimos el 1-O. Pero más allá de los deseos y ante la traición de la dirección independentista de Puigdemont y Junqueras, que invalidaron los resultados del referéndum del 1-0 legitimando las elecciones del 21 de diciembre, ahora toca reconstruir una mayoría por el derecho a la autodeterminación. Corresponde a los sectores más conscientes de la clase trabajadora encabezar esta lucha necesaria que encontrará la oposición de la burocracia sindical de CCOO y UGT.
Al mismo tiempo, tenemos que exigir en el Parlamento de Cataluña que aplique de manera soberana y sin demora las leyes sociales recurridas por Rajoy y suspendidas por el Constitucional y que apruebe las reivindicaciones básicas del pueblo trabajador, como por ejemplo la derogación de las reformas laborales del PP y de Zapatero, un Salario Mínimo Interprofesional obligatorio de 1100 €, una pensión mínima de 1080 € cómo reclama la Marea Pensionista, o la prohibición de desahucios por razones sociales. En esta batalla nos encontraremos enfrente al PP y C’s, pero también al gobierno Sánchez y al de Torra.