Cuando se dan acontecimientos políticos importantes, es fundamental que el activismo y los militantes estudiemos y saquemos conclusiones que nos sirvan para aprovechar las experiencias de otros países para enfrentar los problemas políticos que nos encontramos en el país en el que vivimos. Aunque nunca se va a repetir un hecho político de un país a otro como una fotocopia, sí hay elementos que son comunes. Desde esa óptica pensamos que la situación de Brasil y en este último tiempo la subida de Bolsonaro ha generado un riquísimo debate en la izquierda mundial que no debemos desaprovechar en el Estado español.
¿Quiénes y por qué votaron a Bolsonaro?
La elección en Brasil no fue un fenómeno aislado. La subida de gobiernos y políticos de ultraderecha forma parte de la polarización de la lucha de clases en el mundo. En la medida en que aún no existe una alternativa revolucionaria, ese sector capitaliza el descontento de las masas con los regímenes y los gobiernos de turno.
Fue lo que ocurrió con Trump en Estados Unidos o Marine Le Pen en Francia. Si bien las elecciones son siempre una expresión distorsionada de la real relación de fuerzas entre las clases, tenemos que reconocer que electoralmente en Brasil hubo un giro a la derecha de la clase media y de sectores obreros en ruptura con el PT. Bolsonaro es visto por sus votantes como un salvador de la patria que promete imponer orden en el caos de la corrupción, de la violencia y de la crisis. También hay un voto de rechazo al PT, que es en gran parte responsable de esa situación tras varios años de haber gobernado.
¿Cuáles son las perspectivas de la lucha de clases?
Un sector de la izquierda plantea que vivimos tiempo de derrotas y retrocesos. Nosotros opinamos que si bien la burguesía necesita realizar duros ataques a los trabajadores, el movimiento obrero y popular no está derrotado. Los principales embates aún están por venir y no serán electorales. La tendencia es que se intensifique la lucha de clases, y el escenario principal de esa lucha serán las fábricas, los lugares de vivienda y estudio y las calles.
Agitar el fantasma del peligro fascista para capitular
Proclamar la fuerza del fascismo a todos los lados o la imposibilidad de luchar para aprovechar frentes electorales de colaboración de clases es oportunismo y capitulación. El PT y el PSOL están proponiendo nuevamente frentes políticos y electorales, retomando una vez más la campaña “Lula Libre” que no moviliza, divide a la clase y sólo sirve para fines electorales.
Es lo mismo que hacen Podemos-IU en nuestro país ante el crecimiento en las encuestas de Ciudadanos o Vox. Lo utilizan para justificar todo tipo de acuerdos con el PSOE con la excusa de no hacerle el juego a la derecha y ponen todo su accionar, incluso las pocas movilizaciones que convocan, en función de sus cálculos electorales.
Necesitamos unidad, pero para luchar y construir una alternativa obrera y socialista
Lo que se necesita en Brasil, igual que en el Estado Español, es un frente único que una a la clase para luchar, defender sus derechos y las libertades democráticas; del cual incluso los trabajadores que votaron a Bolsonaro puedan participar, porque en su mayoría no están a favor de la reforma de la jubilación ni del corte de presupuesto para educación y salud, etc…
Ese es el camino para derrotar a los Bolsonaro, Sánchez o como se llame el gobernante de turno. El camino del frente electoral es el camino a la derrota.
Al calor de esa lucha unificada, es necesario luchar por construir una alternativa de organización. Una organización revolucionaria de la clase trabajadora que no se deje corromper, que no haga alianzas con la burguesía y que defienda a fondo el programa de la revolución socialista. Un proyecto que reafirme que la liberación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores, que deben gobernar a través de consejos populares, y no de “salvadores de la Patria” que se proponen conciliar con la patronal y sus partidos corruptos.