Que Rubiales no ha entendido nada y que además, no ha habido por su parte ningún tipo de arrepentimiento es ya un hecho irrefutable. También lo es su discurso machista y vergonzante que despertó los aplausos de la Asamblea, y que nos indica que todavía existe una cultura que lo escuda y apoya. Que el problema es estructural y hay una disputa política de fondo.
Por: Antonio R.
No, Rubiales no es la víctima de «una cacería», como dijo en su intervención. La víctima es Jenni Hermoso y no se puede normalizar ni defender el beso no consentido como un simple “gesto de cariño sin importancia” porque no lo es. Lamentablemente, seguimos rodeados de señores que piensan que “no hay para tanto”. Gente, en algunos casos con mucho poder, que no acaban de entender lo que está pasando, porque para ellos besar en la boca a una mujer sin su permiso carece de importancia y como en el caso de Rubiales les parece anecdótico. Son de aquellos que opinan que la sociedad actual se está convirtiendo en más aburrida. Tratan de presentarse como víctimas, ofendidos, asegurando vivir en un mundo menos libre y lleno de inquisidores. Aunque todavía siguen siendo unos grandes privilegiados se resisten a perder esos privilegios. Suelen entender la lucha de las mujeres no como reivindicación de igualdad sino como intentos de éstas para dominar a los hombres, o romper el orden social establecido. Ese que les permite ante cualquier delito seguir gozando de la impunidad más absoluta.
Con frecuencia, cuando las mujeres denuncian algún tipo de violencia sexual, como el acoso, el abuso sexual, no tienen pruebas contundentes porque ocurren a puerta cerrada y esa suele ser la manera en que los agresores se defienden diciendo. “tú no tienes pruebas”, “es tu palabra contra la mía”. En el caso de Jenni Hermoso un sector de ese machismo rancio utiliza la misma lógica tratando de enviar a las mujeres un mensaje de desesperanza e impotencia, porque a pesar de que hay testigos (80.000 personas en un estadio y millones más por redes sociales y televisión), a pesar de que la diferencia de poder, es totalmente palpable y demostrable, se niegan a reconocer la agresión sexual. Tratan de normalizar estas actitudes como algo aceptable y fruto del momento y donde denunciar es exagerado y no tiene sentido.
La propia RFEF, en su “Protocolo de actuación frente a la violencia sexual” incluye «besar a la fuerza» como un acto de violencia sexual. El poder que en este caso tiene el presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), sobre la jugadora es inmenso. Existe una desigualdad tan grande que el libre consentimiento no tiene cabida. Excusarse también en que el deseo de ese beso fue, como dijo Rubiales, “exactamente el mismo que podía tener dándole un beso a una de mis hijas», es un argumento muy utilizado en el discurso machista: ¿Cómo voy a ser machista si tengo hermanas, hijas y adoro a mi madre? Sin embargo, este hecho no exime a ningún hombre de tener comportamientos machistas. Las conductas machistas son producto y resultado de las normas y estereotipos que hay en esta sociedad capitalista.
El papel del Gobierno
Si Rubiales no siguió ejerciendo como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), tras lo acontecido en la final del Mundial femenino, fue porque la FIFA –máximo organismo del fútbol mundial- le suspendió de sus funciones al menos durante 90 días. Esa es la realidad. Por más que el gobierno de Pedro Sánchez se despachara con declaraciones aparentemente contundentes contra la figura de Rubiales y lo que representa, la verdad de los hechos es que el gobierno no actuó hasta cinco días después del comportamiento vergonzoso, aberrante y machista de Luis Rubiales. Actuaron con calma, y según ellos respetando los tiempos de la Federación. Primero, pidiendo paciencia y esperando a que fuera Rubiales quien diera explicaciones, y segundo esperando a que como una fruta madura éste dimitiera. Cuando todo falló y Rubiales decidió atrincherarse en la propia Federación llegando a retar a todos los estamentos con su ya famosa frase en la Asamblea del “No voy a dimitir” al gobierno no le quedó más remedio que activar el mecanismo de la inhabilitación exprés a través del TAD que además de ser una verdadera chapuza terminó naufragando.
La no dimisión de Rubiales sumada al pronunciamiento del TAD (Tribunal Administrativo del Deporte), donde éste consideró que en la final del Mundial femenino lo que se produjo son infracciones contra el decoro y no hubo abuso de poder, es un insulto a la inteligencia y da alas a que comportamientos machistas de manual como el de Luis Rubiales puedan volver a repetirse. Una resolución que evitó el cese inmediato al considerar la falta como grave y no muy grave. Este organismo deportivo se basó en la Ley del Deporte de 1990 y actuó como ya nos tiene acostumbrada la justicia protegiendo al agresor en vez de a la víctima e ignorando a las miles de personas que exigían en la calle que Rubiales fuera destituido.
Se nos ha dicho una y otra vez que el gobierno no pudo interferir en la Federación de Fútbol al tratarse de un organismo de ámbito privado. Sin embargo, hay un caso reciente como fue la Federación de Rugby donde las denuncias y presiones acabaron con su presidente. En Moncloa, ya tuvieron ocasión en su momento de acabar con Luis Rubiales por otros asuntos graves, pero prefirieron mirar para otro lado. Algunas decisiones del ejecutivo de Pedro Sánchez evitaron al presidente de la RFEF tener que rendir cuentas ante el TAD por sus negocios con Piqué, el blanqueamiento de un régimen sanguinario como el saudí llevándose hasta allí la Supercopa de España, espionajes con grabaciones a miembros del gobierno, el uso de fondos para lujosos viajes, un piso en Madrid pagado por la Federación, la juerga pagada con tarjetas de la RFEF en un chalet privado en Salobreña, las quince jugadoras que salieron por la puerta de atrás de la selección femenina tras un conflicto con el entrenador y humilladas públicamente por Rubiales, etc.
Al gobierno de Pedro Sánchez le ha reventado en su propia cara su indiferencia ante esta larga lista de escándalos e irregularidades. Generalmente cuando se dejan pudrir los problemas y su principal responsable campa a sus anchas se termina engordando a la bestia. La estampa de Iceta al conocer la decisión del TAD fue la de un gobierno que se supo responsable de haber engordado a ese monstruo y que preso de los lentos mecanismos institucionales encontró posteriormente dificultades para inhabilitar a Rubiales. La lucha de las mujeres, la presión social y la enorme repercusión internacional ha sido quien ha puesto en la picota a Rubiales y a toda su corte de machistas. Mientras, el gobierno progresista se convirtió en la retaguardia, no pasando su comportamiento de algunos gestos de cara a la galería. A Rubiales no lo echó el gobierno. A Rubiales lo echó la calle.
La punta del iceberg: Rubiales
Queda todo por hacer en una estructura corrupta y mafiosa como la RFEF. La Junta directiva interina es la continuidad del “Rubialismo”. No se trata de quitar a Rubiales para poner a otro igual o parecido. Seguir manteniendo las actuales estructuras para que los nuevos que vengan sigan medrando y llenándose los bolsillos no es la solución. Para ese viaje no se necesitan alforjas. Lo que la calle ha expresado es que se vaya Rubiales, pero también que se cambien las estructuras del fútbol y del deporte de manera radical. Unas estructuras rancias donde el servilismo se convirtió en la forma habitual de actuar y donde las voluntades y el silencio se compraban con dinero. Hay que acabar también con la manera en que las territoriales están montadas y la forma de votar al presidente de la Federación. Eso es lo que se está pidiendo. Además no debemos olvidarnos que los que pretendieron colgarse las medallas del éxito logrado, son los mismos que en el 2019 obligaron a estas mismas jugadoras, a llevar a cabo una huelga indefinida pidiendo mejoras laborales, entre ellas, un salario mínimo (de alrededor de 14.000 anuales), vacaciones pagadas, cobertura sanitaria en caso de lesiones prolongadas o ayudas a la maternidad y… ¡Un protocolo contra agresiones sexuales!
Campeonas del mundo de la dignidad
Las jugadoras dijeron “se acabó” y lo siguen manteniendo. Denuncian que el “Rubialismo” todavía está dentro de la Federación. Que la forma de trabajar, de pensar, sigue vigente. Vienen transmitiendo que los cambios que se han producido no son suficientes para que la jugadoras se sientan en un lugar seguro, donde sean respetadas, se apueste por el futbol femenino y donde puedan dar su máximo rendimiento. Son contundentes cuando afirman que ni la dimisión de Luis Rubiales como presidente, ni la destitución de Jorge Vilda como entrenador son «suficientes». En el comunicado que sacaron, las jugadoras piden que haya «una transparencia absoluta» en el organismo federativo, una «reestructuración del organigrama del fútbol femenino»; también del gabinete de la presidencia y de la secretaría general; de la dirección de Integridad y del área de comunicación y marketing. «. Lo hacen, rematan, con un objetivo claro: que «las próximas generaciones puedan tener un fútbol mucho más igualitario y a la altura de lo que todos merecemos». La batalla que han iniciado las futbolistas españolas no pierde fuelle y es para estar muy orgullos@s ya que se ha demostrado que la lucha de las mujeres le sienta muy bien al fútbol. Como escribía hace escasos días el catedrático de Derecho Penal, Nicolás García Rivas de manera muy acertada: “Mientras las futbolistas luchan por sus derechos pidiendo nada más -y nada menos- levantar la tapa de esa cueva llamada Federación para que desaparezca ese hedor denso, algunos periodistas y ciudadanos las siguen tildando de caprichosas y casquivanas, cuando en realidad decidieron hace un mes guardar la copa conquistada para convertirse en campeonas del mundo de la dignidad”.