En esta sociedad hipersexualizada, los menores acceden a una pornografía en la que la mujer es «usada» como un objeto, en edades cada vez más tempranas.
Aumentan las adolescentes que son víctimas de maltrato en sus relaciones de pareja y muchos menores sufren acoso homófobo y tránsfobo en la escuela.
Los educadores avisan: es urgente implantar educación sexual, afectiva y en valores de igualdad, en la escuela pública.
Una materia educativa casi inexistente
Actualmente en nuestros colegios e institutos públicos, la educación sexual cuando existe, es una actividad insuficiente, puntual y voluntaria por parte del profesorado y así la entienden también muchas familias. Y a menudo está centrada en la reproducción y en la heteronormatividad. La principal fuente de información para los menores es «internet». Para entender por qué este es uno de los países de la Unión Europea donde la educación sexual no forma parte de los planes educativos hay que ver de dónde venimos.
De aquellos lodos, estos barros
Durante cuarenta años la Iglesia, que fue una de las principales instituciones en las que se apoyó el franquismo y a la que éste dio el monopolio sobre la educación, educó a los menores y la juventud en la idea de que la masturbación, la homosexualidad, el deseo sexual femenino o incluso las relaciones prematrimoniales, eran aberraciones.
La transición blindó la permanencia de la Iglesia en la educación a través de los conciertos educativos. El acuerdo de 1979 entre Iglesia y Estado, aún vigente, deja claro que todos los planes educativos preuniversitarios incluirían la religión católica impartida por docentes designados por los obispos, pero pagados por la Administración Pública.
De manera formal la LOGSE incluyó contenidos de educación sexual dentro de ‘Educación para la salud’, una asignatura transversal. La LOE lo hizo en ‘Educación para la Ciudadanía’. La LOMCE, fomentó la elección de centros por las familias, lo que supuso un impulso mayor a la educación privada en detrimento de la pública, terminó eliminando del currículum todo contenido relacionado con la educación sexual.
Mientras la escuela concertada, que todos los gobiernos privilegiaron, ganó un 25% de financiación entre 2007 y 2017, la pública aumentó sólo un 1,4%. La Iglesia controla el 80% de los centros privados y privado-concertados.
El nuevo proyecto educativo no es garantía de nada
La ministra de educación anunció una nueva Ley de Educación (LOMLOE) que dejará de financiar la escuela que segrega por sexos y donde la religión no será asignatura puntuable, pero que mantiene la obligación de ofrecerla dentro del plan educativo. También hablan de implantar «educación en valores cívicos y éticos» como asignatura obligatoria. No sabemos si es ahí donde se impartirá la educación sexual que el PSOE se comprometió a incluir «de manera transversal» y el pacto PSOE – Unidas Podemos habla de «potenciar».
Pero no basta con que la educación sexual se implante de forma transversal. Tiene que ser asignatura curricular en todas las etapas educativas. Y además de información básica sobre salud sexual y reproductiva, debe enseñar a respetar todas las orientaciones sexuales e identidades de género.
No alcanza con dejar de subvencionar los colegios que segregan por sexo y que la religión no puntúe. Hay que sacar ésta de la escuela pública como corresponde a un estado laico.
Igualmente es imprescindible eliminar progresivamente el concierto educativo con la escuela en manos de la Iglesia, que con su doble moral machista y opresora, se opone de forma hipócrita al aborto o a cualquier forma de educación sexual en la escuela pública. Una institución que lleva siglos permitiendo la violación de mujeres y menores para poder satisfacer los apetitos sexuales reprimidos de curas y obispos.
Esto significa una mayor inversión para educación pública, ya que actualmente esta partida es una de las más bajas del entorno europeo. Ésta y no otra es la única forma de «blindar la educación pública» como dicen que harán. Su promesa de llegar al 5% del PIB para 2025, ¡es absolutamente insuficiente!
Por todo ello, el próximo 6 y 8 de Marzo salgamos a la calle para exigir a este gobierno que frene de inmediato la aplicación del pin parental y apruebe una ley educativa que recoja la educación sexual y en valores de igualdad que necesitamos y queremos.