Desde el inicio de la crisis las medidas de recortes diseñadas por la Troika y aplicadas por los gobiernos del PSOE y el Partido Popular solo han servido para crear una verdadera catástrofe social, afectando de manera cruel a la clase trabajadora (…)
Por lo tanto los efectos de la crisis como las consecuencias de las políticas de austeridad ha sido organizada y aplicada para empobrecer a la inmensa mayoría de la población, todo ello con el objetivo de mejorar los resultados económicos de la banca y las grandes empresas. (…)
La clase trabajadora la formamos las mujeres y los hombres que vendemos nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario, estemos en activo, parados o jubilados; seamos hombres o mujeres, autóctonos o inmigrantes, jóvenes o mayores. (…)
No hay cambio social sin lucha, sin la clase obrera asumiendo un papel activo como abanderada de todos los oprimidos. Solo desde la unidad y la lucha de la clase trabajadora, que somos la inmensa mayoría, podremos conseguir unas condiciones de vida dignas para todas y todos.
La búsqueda de una salida “intermedia”, de negar la existencia de las contradicciones sociales ubicándonos a todos en el concepto de “clases medias”, pretendiendo evitar la confrontación social con los poderosos, con los banqueros, terratenientes, las multinacionales y todo su entramado institucional, conduce las luchas al aislamiento, al fracaso y a la desmoralización de miles de trabajadores/as.
Por enésima vez en la historia, las luchas obreras y populares, las de las nacionalidades, las del 15M, las mareas… nos colocan ante el dilema de “reforma o ruptura”. Eludir la ruptura en aras de un supuesto realismo es repetir lo que nos ha conducido al actual estado de catástrofe social y retroceso en todos los terrenos. Es convertir los anhelos de cambio en un simple recambio.
Estamos convencidos de que no habrá cambio social posible sin ir a las raíces: sin retomar la lucha obrera, sin un programa de emergencia a favor de los trabajadores y el pueblo, sin enfrentar a los banqueros y al Ibex 35, sin enfrentarnos a la Troika y al régimen monárquico.
La clase trabajadora tenemos que recuperar el orgullo de pertenecer a esta clase, como nuestros abuelos y padres.