En todo conflicto de clase, los patronos dan su versión y los obreros la suya. Forzosamente, los argumentos han de ser diferentes porque los intereses a defender son intrínsecamente contradictorios. Decía Orwell que, pasada la discusión, él siempre estaba del lado de los obreros, de los oprimidos.
Por José Iglesias Fernández
Afortunadamente, la lucha de clases sigue viva
En todo conflicto de clase, los patronos dan su versión y los obreros la suya. Forzosamente, los argumentos han de ser diferentes porque los intereses a defender son intrínsecamente contradictorios, de clase. En esto consiste la lucha de clases, en que cada una persigue objetivos diferentes argumentados desde ideologías de clase en lucha. En situaciones de conflicto, decía George Orwell que durante el período de discusión de una huelga él podía no tener clara las posiciones en litigio, pero una vez cerradas las posturas, él siempre estaba del lado de los obreros, de los oprimidos. 1
Está claro que, en la negociación del convenio de Transportes Municipales de Barcelona (TMB), Ada Colau y la concejala de Movilidad, Mercedes Vidal, han seguido el criterio inverso al del literato inglés. Ante la situación de desacuerdo entre trabajadores y patronal del transporte público, han optado por apoyar la parte anti obrera, y “arrodillarse ante John Hoffman, alto directivo de la empresa organizadora del Mobile World Congress (MWC)”: 2 según afirma la alcaldesa, “hemos hecho el máximo esfuerzo, tenemos la conciencia tranquila, pero hacer la huelga me parece desproporcionado”; y según opina la concejala, “no podemos decir que sí a todo”. Según la opinión del comité de huelga, la alcaldesa está defiendo su posición “con datos falsos”. 3
Otras voces críticas reprueban la actitud de Colau porque:
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(1) Ven un objetivo definido, y “que no es otro que el de presionar al colectivo laboral para que desconvocase la huelga”.
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(2) Ganarse el aplauso de la “retrógrada patronal catalana, que ve como una de las referencias políticas del nuevo municipalismo hace suyo el discurso de la burguesía urbana que no es otro que la defensa de la “Marca Barcelona”, que no es otra, que la imagen construida por la nueva empresa global que tan bien expresa el MWC”.
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(3) La alcaldesa ha denunciado los salarios de los trabajadores del transporte urbano de Barcelona (entre 29.000 y 33.000 euros anuales), 4 dando con ello a entender que son excesivos, sin mencionar que varios de los directivos de TMB se aumentaban el salario cerca de 8.000 euros anuales mientras se negociaba el convenio, cuando ya están cobrando unos 76.000 euros anuales. 5 Ella misma se ha fijado una remuneración de 30.000 euros anuales. Por tanto, se ve que si los salarios de los trabajadores del TMB no están rondando el SMI es que son unos privilegiados. Implica igualar los salarios de los que mejor ganan con los de abajo y no los de los que peor ganan con los de arriba.
¿A quién creer? Yo siempre me posiciono del lado de los trabajadores. Ya dije en otra ocasión que mi abuela, alcaldesa de hogar humilde, solía decir que “no hay peor cuña que la de la misma madera”; y también que “cuando a un piojo lo pones en una superficie limpia, corre que se mata”. Esta es una prevención contra el poder que repetimos machaconamente. Y es que, una vez que llegas al poder que te confiere el amo, te olvidas inmediatamente de tus raíces de clase. La alcaldesa y la concejala del Ayuntamiento de Barcelona, procedentes de los movimientos sociales que tenían claro la lucha contra toda clase de poder, se han cambiado de bando cuando se vieron en lo limpio y actúan de cuñas contra los intereses de los obreros transportistas. Cierto autor advierte que “la falta de distancia hace que lo público y lo privado se mezclen” a favor de lo último. 6 En esta huelga, la alcaldesa de Barcelona ha ido más lejos: ha supeditado el bien público, colectivo, a los intereses privados. Alerta, que el poder no duerme y sabe elegir sus cómplices.
El ayuntamiento de Barcelona está diseñado para que nada cambie 7
Las instituciones están diseñadas para que no haya cambios. No por casualidad Maquiavelo denominó “lo stato” –el Estado– a una cosa inmóvil, estática. El Estado es “el orden social establecido”; las instituciones son las costumbres y normas que velan por la estabilidad. Pero esto no significa que no pueda haber cambios en las instituciones que usamos para resolver problemas comunes. Significa algo tan ramplón como que los cambios institucionales cuestan. Cuestan horrores. La historia nos dice que no solo ha habido menos revoluciones de las deseables sino que han ocurrido en procesos largos y muy costosos de sostener. Y que frente a la llegada de cambios, las instituciones públicas que les precedían han ejercido un rol conservador, cuando no coercitivo.
Barcelona, febrero del 2016
Publicado originalmente en http://kaosenlared.net/la-alcaldesa-de-barcelona-muestra-su-cola-pro-patronal/
1 George Orwell. The road to Wigan Pier. En http://www.limpidsoft.com/a5/wiganpier.pdf
2 http://kaosenlared.net/la-cup-denuncia-que-alts-carrecs-de-lamb-sapugen-sous-mentre-es-negocien-convenis-de-bus-i-metro/
3 En http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/02/21/catalunya/1456086567_616144.html
4 En http://www.elmundo.es/cataluna/2016/02/21/56c996b346163ff4058b457c.html
5 http://kaosenlared.net/la-cup-denuncia-que-alts-carrecs-de-lamb-sapugen-sous-mentre-es-negocien-convenis-de-bus-i-metro/
6 Bying-Chul Han. En el enjambre. Página 7. Epublibre, 2013.
7 Laia Forné Aguirre, Rubén Martínez Moreno. En Rebelión.