Ser inmigrante de África y mujer en Europa, significa estar condenada a sufrir, no sólo la explotación laboral de este sistema capitalista en que vivimos, sino la violencia estructural de este sistema racista y patriarcal, que utiliza el racismo, el machismo y toda forma de opresión, para mantener y aumentar las ganancias de los capitalistas.
Hace más de ocho años que algunas temporeras extranjeras de la campaña fresera, tuvieron la valentía de denunciar las situaciones de acoso y violencia sexual a las que se veían sometidas de forma cotidiana.La desprotección de estas mujeres es tal, que la mayoría no lo hacían y siguen sin hacerlo por miedo y cuando lo hacen, es complicado que las denuncias prosperen.Unos abusos que en la provincia todo el mundo sabe que ocurren desde hace casi 20 años
Desde el 2009, algunas comenzaron a protestar por las condiciones de trabajo y de vida en la campaña de la fresa. Por las horas extraordinarias no remuneradas y las jornadas sin trabajo. Sin embargo, estas movilizaciones quedaron aisladas porque no consiguieron recibir el apoyo ni de los sindicatos ni de la mayoría de las organizaciones no gubernamentales presentes en la provincia.
Inexplicablemente en todos estos años,ni los productores, ni las organizaciones que trabajan en la zona, ni las administraciones locales, han admitido nunca abiertamente que exista ningún problema con estas mujeres.
Sin embargo,algo cambió cuando el pasado mes de mayo una revista alemana publicó un reportaje en el que docenas de trabajadoras inmigrantes marroquíes, informaron haber sido hostigadas,violadas,chantajeadas,agredidas o insultadas por sus superiores. El estudio realizado por dos reporteras que durante dos años investigaron sobre el tema, recoge el dato de la elevada tasa de abortos de mujeres inmigrantes en pueblos como Palos de la Frontera, durante la temporada de cosecha.
Días después, otro reportaje de un diario español recabo testimonios directos de trabajadoras en diferentes puntos de la provincia de Huelva, en las que estas afirmaban que en las fincas se producen violaciones,agresiones,abusos sexuales o se negocian matrimonios con lugareños que buscan mujeres «con las que tener sexo, que les laven la ropa y les limpien la casa”. Esta investigacion se saldó con la detención de un hombre de nacionalidad española por los presuntos delitos de abuso sexual y coacción.
El 1 de Junio,otra temporera con contrato en origen en una empresa de Almonte (Huelva), denunciaba ante la Guardia Civil agresiones sexuales y «malas condiciones laborales» en su trabajo.La denuncia estaba secundada por decenas de compañeras.Tres días más tarde,el sindicato SAT acuso de “secuestro” a los responsables de la finca ante el Juzgado de Instrucción 3 de Huelva, asegurando que unas 400 mujeres que recogían frutos rojos estaban retenidas en la finca para devolverlas a Marruecos, con el objetivo de impedir que pudiesen ratificar la denuncia a la empresa «Doñaña1998».Algunas fuentes aseguran que la Guardia Civil colaboró para obligarlas a subir a los autobuses y perseguir a las que lograron escapar.Esta y otras denuncias, se han saldado hasta la fecha con la detencion de tres capataces y no se descartan nuevas detenciones.
En un primer momento productores y organizaciones agrarias como ASAJA,UPA o Freshuelva, emitieron un comunicado en el que negaron los hechos, restando credibilidad al testimonio de estas mujeres y argumentando que estas informaciones obedecían a una «campaña de desprestigio generalizada que se viene gestando desde otros países también productores, para perjudicar la importante actividad del sector en Huelva».
Un conmunicado que fue firmado y apoyado de forma vengonzosa por los sindicatos CCOO y UGT.Pero la presión mediática, judicial y social de estos días ha sido tal, que finálmente la patronal de las empresas productoras y comercializadoras que operan en el sector de la Fresa en Huelva, se ha visto obligada a solicitar tanto a la Fiscalía como a la Administración, urgencia en las actuaciones para esclarecer esta situación.
También la Junta de Andalucía que afirma, permanecía «ajena» a esta problemática, admitíó formalmente su existencia y pidió al Gobierno central su implicación, remitiendo a la Fiscalía la información recapitulada sobre posibles casos de abuso sexual a temporeras en la campaña de la fresa de Huelva.Además han asegurado que harán campañas informativas al objeto de que las mujeres «sepan todo aquello que puedan hacer» ante estas situaciones.
Todo esto muestra que la lucha sirve y que la valiente decisión de estas mujeres de romper el miedo y empezar a denunciar, ha servido para sacar a la luz los abusos sexuales y laborales que llevan años produciéndose en los campos de fresa de Huelva con total impunidad, ante los «oídos sordos» y la «ceguera» de las Administraciones y sindicatos mayoritarios.
Esclavitud laboral, racismo y violencia sexual «normalizada»
Es imposible entender la situación de las jornaleras inmigrantes marroquies en Huelva, sin insertar esta en las condiciones sociolaborales que al abrigo y al amparo de las instituciones, imperan desde hace años en la agricultura de exportación del campo andaluz.
Hace ya muchos años que cuando llega la época de la recogida de la fresa, miles de jornaleros africanos con o sin papeles, llegan a localidades como Lepe, Cartaya, Rociana o Almonte, para trabajar en el campo.Obligados a instalarse en chabolas de plástico, maderas y cartones, ya que nadie les alquila una casa, pese a que no falta el trabajo, son víctimas del abuso laboral de los patrones ante la más completa pasividad institucional. La misma situación se repite en los alrededores de los invernaderos almerienses.
La contratación en origen de mujeres, que se hace en base a criterios discriminatorios como la edad, el sexo y la condición socio familiar( tener menores a cargo y proceder de zonas rurales empobrecidas),es una práctica machista encaminada a asegurarse una mano de obra que retorne a su país y que resulte barata,flexible,no sindicalizada y legalmente indefensa. Todo ello con objeto de reducir costos e incrementar los beneficios económicos.
La propia UE y el Estado español promueven desde hace años este modelo de migración circular, con la excusa de que permite cubrir las necesidades de mano de obra estacional y regular al mismo tiempo los flujos migratorios en el territorio nacional. Pero lo hacen desentendiéndose de las condiciones en que se lleva a cabo esta contratación y de su obligación de velar para que se cumplan sus leyes y Pactos internacionales.
El fraude patronal y sobreexplotación, en el que no sólo se incumplen los convenios, sino que muchas veces ni siquiera se da de alta a los trabajadores y trabajadoras, también lo sufre la propia población autóctona. Así,mientras el gobierno central y de Susana hablan de «recuperación económica»,jornaler@s de aquí o de fuera y especialmente las mujeres, se ven cada vez más abocad@s a la miseria, la precariedad y a una explotación laboral salvaje,con el silencio cómplice de gobiernos,sindicatos oficiales e instituciones.Otro ejemplo de ello son las prácticas vejatorias a las que son sometidas las mujeres que trabajan en empresas envasadoras en provincias como Sevilla o Almería,donde la mayoría del empleo es femenino.
En la campaña de la fresa, a la precariedad laboral se suman el aislamiento y la restriccion en la libertad de movimientos que sufren estas mujeres a las que muchas veces se les confisca el pasaporte con la excusa de evitar que se pierda
Y aunque el Convenio Colectivo de Huelva prevé que el alojamiento en las fincas debe permitir vivir en forma «digna»,en la mayor parte de los casos se trata de barracones prefabricados a varias decenas de kilómetros de los centros urbanos, donde se las hacina y en los que no se respetan unas mínimas condiciones higiénicas.
En este contexto, el acoso y la violencia sexual cotidiana y sistemática que se ejerce sobre ellas, no son casos aislados de tres o cuatro manijeros «pervertidos o desalmados».
No es sólo el reflejo del racismo y el machismo social que existe.El acoso y las agresiones sexuales son también una forma de intimidar y amedrentar a estas mujeres para que no reclamen los derechos laborales que les corresponden.
No hace falta ser un lince para darse cuenta que hacinar mujeres solas que no conocen el idioma ni los recursos de la zona, en casas prefabricados e inseguras en medio del campo, a kilómetros del pueblo más cercano, es aumentar de forma exponencial el riesgo que tienen a sufrir una agresión sexual. No sólo en los barracones donde duermen, sino en las carreteras por donde diáriamente transitan rumbo al trabajo.
Esclavitud laboral en pleno siglo XXI y violencia sexual normalizada, es el precio a pagar para que la agricultura de exportación que lleva a cabo el Estado Español sea competitiva en Europa, dentro de las reglas de juego impuestas por la UE.La fresa es uno de los productos estrella de la agricultura española.Un negocio, en el que se calcula trabajan anualmente unas 17.000 mujeres marroquies y donde se exportan más de 300.000 toneladas cada año, lo que convierte a Andalucía, en el mayor productor de fruta de Europa.Un negocio que factura anualmente unos 320 millones de euros y que da trabajo a miles de personas.
Una tarea que es de TODA la clase trabajadora
Millones de mujeres trabajadoras y pobres sufren situaciones de acoso y agresiones sexuales en sus lugares de trabajo y no son escuchadas cuando denuncian o diréctamente ni lo intentan por miedo a represalias o verse expuestas públicamente. Desde Corriente Roja celebramos que estas mujeres, pese a la hostilidad social, laboral y legal que las rodea, hayan dado un paso un paso adelante en la lucha contra las violencias a las que son sometidas desde hace años con total impunidad.Pero para que cada vez más mujeres se atrevan a romper el silencio, la batalla contra el racismo, el machismo y toda forma de opresión, tiene que ser de toda la clase obrera, ya que la burguesía utiliza estas para dividirnos y debilitarnos.
Apoyamos y nos sumamos a la movilización convocada el próximo domingo 17 de Junio en Huelva, en apoyo a las jornaleras inmigrantes y llamamos a todas las organizaciones obreras,sociales y sindicales a secundar esta.Hay que seguir la lucha y la movilización hasta conseguir que se lleven a juicio todos los casos denunciados y que se vaya hasta el final en la depuración de responsabilidades sobre estos abusos. Estamos a favor de exigir a los gobiernos medidas inmediatas dotadas de presupuesto para prevenir y erradicar estos abusos.
Pero creemos que la salida de fondo, pasa por seguir la batalla en la calle hasta echar abajo la racista Ley de extranjería que condena y expone a miles de seres humanos a la más extrema vulnerabilidad y con las políticas migratorias europeas que dejan morir a miles en el mar y en las alambradas y que son responsables del tráfico de personas con el que mafias y empresarios se lucran, mientras los gobiernos «miran para otro lado».
¡Ninguna agresión sexual sin respuesta!
¡Nativa o extranjera, la misma clase obrera!