Una serie de políticos y líderes militares israelíes han hecho declaraciones públicas en las últimas semanas sobre la necesidad de armar al régimen de Bashar al-Assad para “salvarlo”. La posible caída del régimen sirio provocaría la “desestabilización de la zona”, especialmente en la frontera sirio-israelí de los Altos del Golán.Gabriel Huland
Una de la voces favorables al apoyo israelí a Assad es la del General Azer Tsfrir, citado por el Middle East Monitor (1), que alertó sobre las graves consecuencias de la victoria de los “extremistas” y la posible desestabilización de Jordania, uno de los principales aliados de Israel y EEUU en el Medio Oriente. “La victoria de los extremistas también repercutiría en el equilibrio político del Líbano”, añadió el general sionista.
Aún según Tsfrin, Israel debe ignorar el hecho de que Assad recibe apoyo de Irán y de la milicia chiita Hezbollah del Líbano, financiada por Irán y considerada por muchos en el Medio Oriente como enemiga de Israel.
El Hezbollah se convirtió en una de las grandes referencias para las masas árabes en su lucha contra Israel por haberlo derrotado militarmente en dos momentos, en 1982 y en 2006. En ambas ocasiones el estado sionista invadió el Líbano. Sin embargo, el Hezbollah se trata de una milicia fundamentalista islámica que no propone la transformación radical del estado capitalista, sino la creación de un régimen reaccionario basado en una interpretación equivocada y extremista del islam.
Cuando se trata de mantener sus posiciones y sus zonas de influencia en el Medio Oriente, el Hezbollah no vacila en aliarse incluso al estado genocida de Israel para derrotar un levantamiento popular como el del pueblo sirio.
La abierta preferencia de Israel por Assad sale a la luz en el marco de los acuerdos entre EEUU e Irán para estabilizar la región. El acuerdo crea las bases para la acción conjunta entre el estado sionista y el régimen de los Aytolás, pese a los ataques mutuos en los medios de comunicación. Tanto Israel como Irán ven con preocupación las revoluciones en el mundo árabe.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu viajará a Moscú la semana que viene para llevar a cabo conversaciones con el presidente Vladimir Putín sobre la decisión de Rusia de ampliar su apoyo militar a Bashar al-Assad. Tras el viaje a Moscú Netanyahu seguirá para los EEUU, dónde hablará con Obama sobre el tema.
La eclosión de la crisis migratoria en Europa, producida mayoritariamente por los bombardeos y asedios de Assad contra la población civil en Siria, presiona a las principales potencias globales a acelerar las negociaciones en el sentido de encontrar una solución para la guerra civil que ha entrado en su quinto año.
Mientras tanto, la lucha del pueblo sirio continúa incesantemente. En los últimos días han ocurrido protestas en Aleppo contra Jabbat al-Nusra (vinculada a al-Qaida), así como en los suburbios de Damasco contra el régimen y el Ejército del Islam. En la localidad drusa de Sweida, en el sureste del país, importantes manifestaciones contra el régimen han tenido lugar.
Los principales líderes políticos de las potencias occidentales utilizan el argumento de la lucha contra los islamistas para justificar su apoyo al régimen de Assad. En este aspecto, los discursos de Netanyahu y Assad convergen para encubrir el verdadero motivo por el cual pueden colaborar: derrotar la lucha de los pueblos de la región contra las tiranías instaladas en el Medio Oriente y el Norte África. El Estado Islámico y todos los grupos de ideología reaccionaria deben ser derrotados. Su derrota, no obstante, es parte de la lucha contra los regímenes de Israel, de Irán, de Siria, de Arabia Saudita, de Jordania, del Líbano, entre otros, y sus aliados internacionales como Rusia, EEUU y la Unión Europea.