Impulsar las Marchas de la Dignidad como referente unitario de la lucha obrera y socialDavid Pérez
Por la magnitud de sus movilizaciones y la pluralidad de actores políticos, sindicales y sociales que reúne, las Marchas de la Dignidad se han constituido desde su aparición en la principal referencia de la movilización social que impugna el actual estado de las cosas.
Además, el programa que levantan las Marchas recoge de manera sintética las principales reivindicaciones que permitirían hablar de una salida obrera y democrática a la crisis económica, política y social que vive todo el Estado Español y Europa.
Los lemas que han dado identidad a las Marchas “Pan, trabajo y techo”han ido acompañados de un programa de medidas: derogación de las reformas laborales; defensa de las pensiones; sanidad y educación 100% públicas; no pago de la deuda; vivienda, alimentación, luz, agua y calefacción aseguradas; por los derechos de las mujeres, en especial de las mujeres trabajadoras como son: igualdad salarial, recursos suficientes contra violencia machista, un sistema público para la atención a dependientes, aborto público, libre y gratuito; contra la represión, amnistía para los presos/as detenidos por luchar: autodeterminación de las nacionalidades; fuera los gobiernos sumisos a la Troika.
Durante el periodo de crisis económica y de recortes económicos y sociales han sucedido multitud de movilizaciones, desde las más grandes y generalizadas a otras más particulares y concretas. Pero a pesar de que se han conseguido numerosas victorias parciales (como pueden ser las miles de viviendas con desahucios paralizados, los EREs tumbados o las leyes enviadas a la basura), no hemos conseguido alterar la dinámica general de la situación, que nos es sumamente desfavorable con un saldo de numerosos derechos perdidos y una precarización general de las condiciones de vida.
Esa realidad, junto a una política consciente de encauzar la movilización a la vía electoral, han hecho que a través de las numerosas y repetidas convocatorias electorales hayamos pasado de “rodear el congreso” a querer ganar las elecciones. Pero las elecciones son una vía muerta para aplicar el programa de las Marchas. La legalidad europea y constitucional, así como la resistencia de los poderes económicos y aparatos del estado hacen imposible un cambio radical si no es desde una ruptura con el actual régimen político y económico. Tenemos ejemplos claros que nos sirven como advertencia, como Tsipras que ha terminado aplicando en Grecia memorándums peores que sus predecesores al aceptar el marco y las normas del sistema.
Las Marchas de la Dignidad son el mayor referente de un programa rupturista y de un método de movilización. Por eso defendemos la existencia de las Marchas tal como han sido en su origen y apostamos por su impulso y desarrollo.
Pretender cambiar el carácter de las Marchas, disolviéndolas en otra cosa indefinida, subordinada a un supuesto e inexistente “marco más amplio” o pretender convertirlas en un instrumento auxiliar de la acción parlamentaria, atenta contra las Marchas, su origen y desarrollo y quiebra la norma más elemental en toda lucha, saber defender el terreno conquistado.
Las Marchas deben continuar las movilizaciones de carácter general, y también profundizar el apoyo a las distintas luchas obreras y sociales que se vayan dando. Debemos hacer un mayor esfuerzo práctico para que sean un instrumento abierto a la colaboración (y su inclusión en las Marchas si así lo desean) con todos los organismos de lucha que existen o vayan surgiendo, sea de la lucha estudiantil, de los pensionistas, de los afectados por los desahucios…
El desafío inmediato, las jornada estatal de las manifestaciones el 25 F (28F en Andalucía), que ayude a preparar una gran marcha estatal a Madrid el 27 de Mayo, debe servirnos para incorporar a esta tarea a las luchas en curso y a más colectivos.
David Pérez, portavoz de la Plataforma de Afectados del PER y activista del sindicato Co.Bas