El pasado 17 de abril más de 1500 prisioneros palestinos comenzaron una huelga de hambre masiva. Entre los huelguistas se encuentran dirigentes destacados de la lucha palestina como Marwan Bargouti, uno de los activistas que encabezó la segunda intifada (preso desde 1992), que dejó claro que “a través de esta huelga de hambre, queremos poner fin a los abusos” cometidos en las cárceles israelíes.
May Assir, de Madrid
Abusos como la negligencia sanitaria, las restricciones de entrada de libros, ropa o comida, el aislamiento, la prohibición de llamar a sus familiares, además de la tortura y las condiciones infrahumanas de las cárceles.
También llaman al fin de la detención administrativa, medida por la que se puede mantener encarcelado a alguien por periodos de seis meses renovables indefinidamente sin juicio ni acusación concreta.
Una quinta parte de la población palestina ha sido detenida en algún momento de su vida, más de 300 niños están encarcelados y más del 90% de los casos contra palestinos son juzgados como culpables en los tribunales israelíes. Es evidente que el Estado sionista no ha dudado en seguir el ejemplo de otras potencias coloniales de la historia utilizando la política de represión como una manera de amedrentar a la resistencia.
Las autoridades penitenciarias israelíes responden a los activistas con traslados, confinamientos, confiscaciones de bienes u otro tipo de castigos desde el primer día de protesta colectiva. Incluso han abierto un hospital militar, donde es más usual practicar la alimentación forzosa, para prevenir el traslado de los huelguistas a hospitales civiles, bajo órdenes del Ministro israelí de Seguridad Pública.
Estas medidas represoras junto a una política de no negociación con los presos del Estado colono está incendiando de nuevo la lucha del combativo pueblo palestino. El jueves (27/04) tuvo lugar una huelga general en solidaridad con los encarcelados en la que se cerraron bancos, escuelas y negocios en toda Cisjordania. Al día siguiente se llamó una jornada de rabia en todos los territorios ocupados donde se repitió el lanzamiento de piedras por parte de los activistas palestinos, demostrando de nuevo su heroicidad, contra las armas de fuego y gases lacrimógenos del ejército israelí. Algunos líderes de las autoridades palestinas advierten que si alguno de los presos muere puede ser la chispa de una nueva intifada.
Las razones sobran para una nueva rebelión. El control de movimiento, la persecución y la destrucción de sus viviendas son el día a día del pueblo palestino desde hace casi 70 años. La política sionista de construir asentamientos continúa para perpetuar así su estrategia de limpieza étnica de los palestinos.
Además, la entrada del racista e islamófobo Trump a la casa blanca no ha hecho más que alegrar a la ultraderecha israelí declarando que haya un estado o dos en Israel no es tan importante “con tal de conseguir la paz”, tirando por la borda la política de lavado de cara de los dos estados defendida por la diplomacia americana desde hace décadas.
Solidaridad Internacional con la lucha palestina
La huelga se llama “Libertad y dignidad”, lo que el estado de Israel lleva intentando arrebatar a los palestinos desde hace décadas y no han conseguido. La defensa de los presos está consiguiendo unificar a muchos sectores y facciones de la resistencia que organizan protestas y ya convocaron una huelga.
En el Reino Unido 5 estudiantes se pusieron en huelga de hambre para mostrar su apoyo a los presos. La solidaridad con la lucha palestina. En Bruselas y otras ciudades también han ocurrido acciones de apoyo a las reivindicaciones de los presos políticos.
Desde Corriente Roja nos sumaremos a las movilizaciones en apoyo a esta lucha ya que la victoria del pueblo palestino es la victoria de los pueblos contra el imperialismo. Llamamos a difundir la situación de los presos, apoyar las acciones del BDS y luchar contra todo aquel que utiliza la represión como arma contra los activistas tanto en España, como en Siria e Israel.
¡Libertad, libertad, detenidos por luchar!