Están en curso negociaciones entre el gobierno griego y los dirigentes del imperialismo europeo. El paquete de medidas exigido por el imperialismo es nada menos que la firma del estatus de una colonia seguida de una verdadera declaración de guerra contra la clase trabajadora: exige el mantenimiento integral del plan de privatizaciones iniciado por el gobierno Antonis Samaras [Nueva Democracia], los aeropuertos y los puertos del Pireo y Tesalónica; implementar la reforma de las pensiones (es decir, rebajarlas y acabar con las prejubilaciones); mantener la suspensión de la negociación colectiva salarial y laboral, revisar el derecho de huelga y la ley que regula los despidos colectivos (ERES), por supuesto para facilitarlos.
Pero, como el pago de la deuda debe salir de la sangre y sudor de los trabajadores griegos, exige que cualquier cambio del marco laboral sea sometido a la aprobación de la Troika. También exigen aumentar el IVA y acabar con los subsidios al combustible de la calefacción y al combustible diésel agrícola… Mantiene la política de superávit primario y el recorte de los gastos sociales. Asimismo, plantea “revisar las tablas salariales” de los trabajadores estatales, es decir, recorte en los salarios de la Administración Pública.
Por si fuera poco, hay algo escasamente discutido y comentado por la prensa: la exigencia de “establecer una agencia tributaria independiente”. Es decir, el Estado griego debe renunciar al control de la recaudación de impuestos y pasarla directamente a la Unión Europea (UE), reconociendo el fin de cualquiera atisbo de soberanía.
Lo que dice el imperialismo de forma altisonante, y que únicamente no oyen los que no quieren oír, es que el precio a pagar para quedarse en la UE y en la zona euro es la colonización del país y la esclavitud. El sojuzgamiento y la humillación de Grecia no está dictado solamente por la política de pillaje sino también, como afirma uno de los voceros del capital financiero: “La democracia europea tiene una premisa organizativa nueva. Los ciudadanos aún deben cambiar a sus líderes cada cierto tiempo, pero solo con el claro entendimiento de que las elecciones no anuncian cambios de dirección. Las élites europeas, de izquierda o de derecha, dentro o fuera de la zona euro, se arrodillan ante el altar de la austeridad. Los gobiernos se permiten un retoque por aquí o un matiz en a qué le dan más importancia por allá. Ninguno se atreve a poner en entredicho el catecismo de la austeridad presupuestaria”. (Financial Times, 06/05/2015)
Dicho lo cual, el imperialismo necesita aplastar a los trabajadores griegos por haber osado a decir basta a la espiral de recortes, contra-reformas y sobreexplotación. El “altar de la austeridad” no admite reformas: el rechazo de Alexis Tsipras al dictado del imperialismo al no venir acompañado de medidas que permitan romper con el catecismo de la austeridad mantiene el país arrodillado.
La alternativa: convertir a Grecia en una colonia alemana o suspender el pago de la deuda y salir del euro
La lógica de cambiar la austeridad estricta por una “austeridad atenuada” lleva a aceptar, aunque negociando, los términos del dictado imperialista, puesto que la única estrategia real de la negociación tiene como límite y horizonte que Grecia se quede a toda costa en la zona euro. Pero esta estrategia responde nada menos que a los intereses de la gran burguesía griega y a la de los banqueros parásitos quebrados; mantiene al país rehén de los préstamos del Banco Central Europeo (BCE) para que ellos mantengan sus ganancias a flote, mientras la clase trabajadora se hunde en la miseria.
Tsipras ha denunciado que la asfixia financiera a la que el BCE está sometiendo a Grecia es inmoral. Pero el imperialismo no entiende de moral ni de humanidad, cualidades exigidas por el primer ministro griego a aquellos que se niegan incluso a reconocer su responsabilidad histórica por la ocupación y la barbarie nazis en Grecia en la II Guerra Mundial. Lo que no dice Tsipras es que esta “asfixia financiera” está facilitada nada más y nada menos que por su decisión de firmar el acuerdo de febrero pasado.
Cabe la pregunta: ¿qué medias el gobierno Tsipras decretó contra la “asfixia financiera” impuesta por el BCE? Obligó a todos los organismos estatales (desde los municipios hasta los hospitales) a poner a disposición del gobierno sus reservas de caja para cumplir los compromisos de pago al FMI.
Pero, ¿era esta la única vía? No. La “asfixia” no puede ser utilizada para negociar el dictado, pues solo es necesario que su gobierno nacionalice la banca, sin asumir ninguna de sus deudas, la unifique en un único banco estatal y decrete el control de los movimientos de capitales.
Pero su gobierno y su partido Syriza ya han anunciado que, en aras de un “acuerdo”, lanzan por la ventana el programa de Tesalónica, con el que Syriza ganó las elecciones. Ya no queda el compromiso de aumentar el salario mínimo, de derogar completamente la reforma laboral, no aumentar el IVA, la quita unilateral de la deuda, anular las privatizaciones, etc. Al contrario, asume que privatizará pero, eso sí, de “forma soberana”. Tampoco la reincorporación de los funcionarios echados a la calle por el gobierno de Samaras, como la heroica lucha de las limpiadoras del ministerio, solamente el 1% serian reincorporados, según el proyecto de ley del gobierno. [1]
El único y supremo argumento utilizado por Tsipras para justificar las concesiones es que no está mandatado por el pueblo griego para romper con el euro. Pero, la argumentación inversa también es verdadera, porque si algo no tiene Tsipras es un mandato para no cumplir con su programa y su solemne compromiso de poner fin a la austeridad.
La opción de Syriza es renegar de los compromisos asumidos con los trabajadores. Para llevarlos a cabo, debe romper sus lazos y compromisos con la burguesía griega, con la ANEL[2] y, en particular, con los banqueros socios del imperialismo en el pillaje del país, parásitos de los grandes tiburones europeos.
Para acabar con la austeridad, se debe decretar la suspensión inmediata del pago de la deuda. Si Tsipras no lo hace seguirá con la lógica de los recortes, las privatizaciones y la sobreexplotación de los trabajadores/as.
Planteamos a los trabajadores/as griegos que no hay más camino que su movilización y lucha, independiente del gobierno. Es necesaria una huelga general en defensa de las reivindicaciones básicas de los trabajadores y contra los planes de austeridades negociados por el gobierno con el imperialismo. Es la hora de ganar las calles y exigir de Syriza: ¡no negociéis el dictado imperialista! ¡Suspended de inmediato el pago de la deuda y nacionalizad la banca! ¡Haced un llamamiento internacionalista urgente de solidaridad a los trabajadores europeos y de todo el mundo!
Los que en el interior de Syriza (como la Plataforma de Izquierda) son contrarios a la firma del nuevo memorándum, no pueden seguir sembrando ilusiones en el gobierno: se hace más que necesario romper con el gobierno Tsipras-Anel, organizar la oposición obrera y popular y construir el frente único de los trabajadores, independiente del gobierno, en aras de avanzar en la unidad para luchar.Y, más que nunca, llamar a la solidaridad europea frente al boicot y levantando la bandera de una Europa unida de los trabajadores y los pueblos.
Por supuesto, abrir una perspectiva de este tipo exige un gobierno que se apoye y responda ante la clase trabajadora y el pueblo organizados, que dé los pasos de ruptura necesarios y articule la solidaridad. Hablamos de un gobierno de los trabajadores. Y de la necesidad de avanzar, dentro del actual proceso de reorganización, en la construcción de una dirección revolucionaria. Ratificamos finalmente nuestra disposición a colaborar y ayudar a las organizaciones y activistas de la izquierda griega a conformar una oposición obrera y socialista al gobierno de Tsipras.
¡Solidaridad con el pueblo griego! ¡Anulación de la deuda griega de los Estados!
Desde los países europeos que se dicen “acreedores” de Grecia (Alemania, Francia, Italia, Estado español, etc.), hacemos un llamamiento a todos los partidos, organizaciones y sindicatos a iniciar una campaña inmediata por la anulación de la deuda griega. Los trabajadores/as griegos no nos deben nada: el “rescate” griego que supuso inmensos sacrificios para el pueblo griego no tuvo más destino que salvar de la quiebra a la banca imperialista acreedora, en particular a la banca alemana, francesa y norteamericana, comprometidas con grandes préstamos en el país. El rescate de la UE no fue otra cosa que la transferencia de la deuda de la banca a los Estados para que la paguemos los de siempre. La lucha por la anulación de la deuda griega, es la misma que llevamos a cabo en nuestros países contra los recortes y la austeridad.
[1]La lucha de las limpiadoras del Ministerio de Hacienda
[2]Partido de derecha miembro de la coalición de gobierno