El gobierno del PP, junto a sus acólitos como Ciudadanos, Felipe González y los principales medios de comunicación, está llevando una agresiva campaña contra el régimen de Maduro en nombre de la “democracia”. Ahora este gobierno se postula como campeón de altos ideales, pero se olvida que el propio Aznar en su tiempo flirteara abiertamente con el chavismo. Su cambio de política sólo es un problema táctico: la utilidad del régimen chavista se está desgastando para el imperialismo.
Detrás de esa intensa saña se perfilan más que supuestas inquietudes democráticas, poderosos intereses económicos y diversas multinacionales: España es un de los países con mayores inversiones en Venezuela. Si el gobierno de Rajoy se posicionó como vanguardia de esa ofensiva política mundial, es precisamente debido a la destacada presencia de capital español en la empobrecida economía venezolana.
Rajoy que defiende este régimen antidemocrático heredado del franquismo, que gobierna un país con presos políticos y que es cabeza de un partido (PP) que es una banda de corruptos y lavadores de dinero no tiene ninguna autoridad para dar clases de democracia, ni de nada.
Desde Corriente Roja estamos totalmente de acuerdo con la legítima indignación de muchos/as de los compañeros de izquierda frente a esa injerencia imperialista aprobada por la UE y las Naciones Unidas. Pero la imprescindible condena a esa injerencia del imperialismo estadounidense y español no debe implicar en absoluto algún apoyo a Maduro y su política del llamado “socialismo siglo XXI” pro-capitalista hasta la médula, cada día más insostenible.
Por eso quienes vivimos en el Estado español, la mejor ayuda que podemos dar a nuestros hermanos trabajadores/as de Venezuela es luchar contra el gobierno de Rajoy y la injerencia del imperialismo español en Venezuela, y defender como salida estratégica una política realmente socialista, como la que plantea nuestro partido hermano venezolano (la Unidad Socialista de los Trabajadores) que al contrario del chavismo que se comprometió a pagar religiosamente la criminal deuda externa en detrimento de los intereses populares y que lleva a cabo ajustes neoliberales, comience por la inmediata suspensión de la deuda, la confiscación de las multinacionales, la nacionalización del comercio exterior y de toda la industria petrolera bajo control obrero.
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El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido señalada importancia la exportación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de toda la Tierra entre los países capitalistas más importantes. (V I Lenin, El imperialismo, fase superior del capitalismo, 1916)