El PNV está ultimando las conversaciones para formar el próximo gobierno autonómico. Lo está haciendo con gran comodidad, y no sólo por su victoria electoral sino también porque no le faltan pretendientes para formar coalición (PSE-PSOE y EH Bildu). Todo apunta a que finalmente alcanzará un acuerdo con el PSE.
Por Felipe Alegría
El triunfo electoral del PNV
La principal razón del holgado triunfo electoral del PNV hay que buscarla más que en él como en sus adversarios, que no le plantaron cara ni se presentaron como alternativa.
En el terreno de la reivindicación nacional, el PNV ha renunciado a toda aspiración soberanista desde hace ya más de 10 años, en particular desde el fracaso anunciado del Plan Ibarretxe. Su proyecto político (en realidad el de las patronales vascas) es el de una «nación foral», actualizando el vigente status quo. No busca ninguna República vasca independiente, sino seguir con el Concierto Económico, dentro del Estado español y, por supuesto, dentro del euro y la Unión Europea. Su aspiración es, ante todo, blindar el Concierto, y si fuera posible, ampliar las competencias autonómicas, pero sin prisas y sin desestabilizar nada. Por si a alguien le cabían dudas, en estas elecciones lo han vuelto a dejar claro: ni hablar de vías unilaterales.
En cuanto a la política económica, la mejor muestra ha sido su indigna actuación ante el cierre de la acería compacta de Sestao (ACB), justo antes de las elecciones: todo un ejemplo de sumisión, acompañada de favores financieros a ArcelorMittal, la multinacional que liquidaba lo que quedaba de Altos Hornos. En el terreno social, sus gobiernos han sido corresponsables de las políticas de precarización laboral y social de la UE y Rajoy. Lo curioso es que, a pesar de ello, como los recortes sociales fueron menores que en otras Autonomías gracias al Concierto Económico, el PNV se presenta como el abanderado del sistema de protección social vasco.
En el terreno de la reivindicación nacional, el PNV ha renunciado a toda aspiración soberanista desde hace ya más de 10 años, en particular desde el fracaso anunciado del Plan Ibarretxe
La política de EH Bildu
Sin embargo, EH Bildu no denunció estas políticas y se negó a diferenciarse del PNV. Por el contrario, el eje de su campaña electoral fue proponer una coalición gobierno con el PNV (formalmente un «gobierno a la navarra», formado por PNV, EH Bildu y Podemos). Otegi habla de la «vía catalana» pero se olvida que el proceso soberanista catalán sólo se inició a partir de la crisis abierta en la que entró la derecha catalana de CiU.
En realidad, su política de confluencia hacia el PNV viene de lejos. En enero Xabier Olano reclamaba al PNV una coalición para gobernar Gipuzkoa. Hoy Otegi se ofrece a Urkullu para formar gobierno, alentando falsas ilusiones «sociales» en el PNV y en «una mayoría parlamentaria por el derecho a decidir» que no es tal, ya que PNV y Podemos, cada uno por sus propias razones, niegan el derecho a la autodeterminación al subordinarlo al acuerdo de Madrid.
EH Bildu respiró aliviada con los resultados electorales, ya que las encuestas le daban peores resultados y la colocaban detrás de Podemos. Al final, quedó segunda, superando a Podemos y conteniendo la profunda crisis que vive. Sin embargo, los resultados de EH Bildu no son para echar cohetes, pues continúa retrocediendo, en particular en los medios urbanos y entre la juventud. El retroceso, además, no es solo electoral sino que se expresa en la presencia en la calle, la pérdida de militancia y la precarización de su vida interna.
El chasco de Podemos
Podemos, por su parte, esperaba superar a EH Bildu y convertirse en la segunda fuerza electoral vasca, pero fracasó en el intento. Es verdad que las elecciones esta vez eran autonómicas, pero eso no explica la pérdida de ¡más de la mitad! de los votos del 26J.
Una candidata desdibujada («no soy de izquierdas ni de derechas, ni feminista, soy un ser humano») y una campaña centrada en «hacer política de una forma diferente» y en renovar los programas sociales del PNV (que Pablo Iglesias había puesto en su momento como modelo) no dieron para más. Ahora insisten en que su «prioridad absoluta» es la «regeneración democrática», mientras buscan acuerdos con el PNV.
¿Y ahora?
EH Bildu y Podemos, si quieren responder a los intereses del pueblo trabajador vasco, deben tomar una postura de clara oposición al próximo gobierno Urkullu. Una Euskadi «libre de recortes» no será posible mediante los pactos con el PNV, sino movilizando para que el Parlamento vasco, de manera soberana -y en complicidad con la clase trabajadora del resto del Estado-, derogue la reforma laboral, suba el salario mínimo interprofesional o paralice definitivamente los desahucios y asegure el derecho a la vivienda. El derecho a decidir va vinculado a las necesidades sociales. No se pueden alentar ilusiones en un PNV que sólo busca actualizar el régimen de Concierto Económico, sin incomodar a Madrid y menos aún a Bruselas.
EH Bildu y Podemos, si quieren responder a los intereses del pueblo trabajador vasco, deben tomar una postura de clara oposición al próximo gobierno Urkullu
Izquierda Abertzale: un profundo sectarismo ante la movilización estatal
El giro de EH Bildu hacia el PNV se combina con un enorme sectarismo hacia todo planteamiento de movilización de ámbito estatal, que rechazan por principio.
Un buen ejemplo es la actitud de Ikasle Abertzaleak (IA), la rama estudiantil de la izquierda abertzale, así como la del sindicato LAB, ante la reciente convocatoria del 26 de octubre contra las reválidas y la LOMCE y en defensa de la enseñanza pública. Así, IA decía que «la huelga y la movilización convocadas responden a intereses centralistas y opresores llegados de Madrid» y que ellos «nunca irán con un sindicato que garantiza la opresión de los estudiantes y que es españolista».
En parecidos términos se expresó LAB, a pesar de que los sindicatos vascos ELA y STEILAS llamaban a la huelga. Según LAB, «esta convocatoria de huelga está ligada a la situación política que se vive a escala estatal y no aporta al camino propio que se desarrolla en Euskal Herria contra la LOMCE».
Por supuesto, cada convocatoria de movilización debe ser analizada separadamente y cada pueblo tiene sus propias necesidades y dinámicas, pero lo que no se entiende es el rechazo por principio a toda lucha de ámbito estatal. Los aliados de la clase trabajadora vasca no son el PNV sino, ante todo, la clase trabajadora del estado. Ni la libertad vasca ni las reivindicaciones laborales y sociales vascas podrán lograrse si no es en alianza con la clase trabajadora y el resto de pueblos del estado.