Declaración sobre el ataque del ejército turco a Rojava (Kurdistán sirio).Este mes, por orden del presidente Recep Tayyip Erdoğan, el ejército turco inició un ataque y una invasión sobre los cantones kurdos ubicados en el nordeste del territorio sirio (Rojava). La acción fue avalada por el presidente de EEUU, Donald Trump, quien previamente había determinado el retiro de 2.000 soldados estadounidenses de esa región y, con ello, la ruptura de la alianza que su país mantenía con los kurdos.
Esto marca un cambio en la política del imperialismo yanqui en Siria: después de haberse aprovechado del generoso esfuerzo de los kurdos en la lucha contra el ISIS – Estado Islámico (simbolizada en la heroica defensa de la ciudad de Kobane), ahora los abandona para recuperar las buenas relaciones con un aliado histórico (Turquía, y Erdoğan). Este giro de timón ya llevaba varios meses de preparación.
No es el primer ataque que Erdoğan realiza contra los kurdos de Rojava. A finales de 2016, había realizado la operación “Escudo del Éufrates” para “cortar” el corredor que los kurdos intentaban formar entre los cantones de Afrin y Jazira. El objetivo fue logrado y las fuerzas turcas quedaron con el dominio de la ciudad siria de Yarabulus y otras poblaciones menores. A inicios de 2018, lanzó la “Campaña Rama de Olivo” que consolidó su presencia militar en la región de Afrin.
Tal como en los casos anteriores, nuestra posición ante esta nueva agresión es absolutamente clara: apoyamos y defendemos el campo militar de los kurdos contra el ataque turco avalado por Trump. Repudiamos el ataque de Erdogan contra el pueblo kurdo e invitamos a manifestar la solidaridad militante con la población de Rojava. Luchamos y continuaremos haciéndolo por el derecho a la autodeterminación del pueblo kurdo en su conjunto, por la construcción de un Estado confederado unificado del pueblo kurdo, actualmente disperso entre Siria, Turquía, Irán e Irak.
Además de esta definición, nos parece necesario retomar y profundizar análisis y consideraciones que hemos hecho en diversos artículos en los últimos años, por los complejos factores internacionales y regionales que se combinan (y los cambios dentro de ellos).
Los kurdos
El pueblo kurdo es la mayor nacionalidad de Medio Oriente sin Estado propio, ya que el Tratado de Lausana (firmado en 1923 para repartir los dominios del imperio turco-otomano, derrotado en la Primera Guerra Mundial) les negó ese derecho. Los kurdos quedaron divididos entre cuatro países (Turquía, Irán, Irak y Siria), en los cuales son una nacionalidad oprimida, duramente reprimida cuando lucha para intentar revertir esta situación.
En territorio sirio, son ampliamente mayoritarios en los cantones de Afrin, Jazira y Kobane, en la franja nordeste del país (fronteriza con Turquía al norte, e Irak al este). Estos cantones suman cerca de 15.000 km2 y con algo más de 2.000.000 de kurdos (y pobladores de otros orígenes). Los kurdos, en su mayoría, provienen de migraciones desde Turquía. Como un
ejemplo de la opresión que sufrían en este país, digamos que, hasta hace pocos años, no tenían derecho a ser ciudadanos de este país.
Como marxistas revolucionarios, si una nacionalidad oprimida define que quiere su independencia, pasamos a apoyar y defender incondicionalmente esta decisión. El caso kurdo es especial: es evidente que se trata de una nación oprimida, pero no lo es en un solo país sino que está dividida y oprimida en cuatro países. Por eso, la única forma de ejercer su autodeterminación es romper esa división y reunificarse. Así, como punto de partida, reconocemos y defendemos su derecho de separar sus territorios históricos de los Estados que hoy integran y constituir su propio Estado independiente (y apoyamos plenamente su lucha en este sentido). Creemos que, en este caso, no se trataría de una atomización sino, por el contrario, de una reunificación de carácter progresivo.
Las autonomías kurdas
En los últimos años, el pueblo kurdo logró el control de dos regiones autónomas: una en Irak (Basur) y otra en Siria (Rojava). En los hechos, se trata de dos Estados o embriones de Estados propios. Los procesos que llevaron a lograr estas autonomías, dirigidos por Massoud Barzani y el PDK (Partido Democrático del Kurdistán) en Basur, y por el PYD (Partido de la Unión Democrática) en Rojava son muy diferentes. Ambos partidos (PDK y PKK) disputan fuertemente entre ellos la dirección del pueblo kurdo en sus territorios y países en que habitan. El PYD es la expresión del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán, fundado en Turquía) en Rojava.
Basur no representó, hasta ahora, ningún problema para el imperialismo y Turquía. El gobierno de Barzani y el PDK se apoya en una gran riqueza y agraria, y un desarrollo capitalista importante. Desde el ataque imperialista al régimen de Saddam Hussein, nació y está muy ligado al imperialismo, y se transformó en socio económico y político de Erdoğan, ya que le suministra casi todo el petróleo que Turquía necesita, mientras que la burguesía turca invierte en Basur. Como reflejo de eso, Erdoğan ha recibido a Barzani en Ankara con honores de jefe de Estado. Adicionalmente, la influencia de Barzani juega un papel “pacificador” en la burguesía y los sectores medios kurdos de Turquía, a los que alienta a integrarse a las “instituciones” a través del partido HDP [4].
Por el contrario, la autonomía de Rojava sí fue un factor profundamente desestabilizador para Turquía, porque objetivamente su existencia es un factor que alienta la lucha de los kurdos en Turquía. A la burguesía turca, además, le preocupa especialmente el papel de dirección y la influencia del PKK en ambos lados de la frontera (una peligrosísima “frontera kurda armada”). Por eso, la política de Erdoğan fue, inicialmente, alentar y apoyar el ISIS en sus ataques contra los kurdos. Pero la política de EEUU (que luego analizaremos más profundamente) fue enfrentar al ISIS y armar a los kurdos de Rojava como su principal fuerza de apoyo en esa tarea.
La base económica de Rojava era muy distinta de la de Basur: prácticamente no existía una burguesía kurda en la región porque casi todo era propiedad del Estado sirio. En el marco de la revolución iniciada en 2011 contra el régimen de Al Assad (y la guerra civil posterior), los kurdos de Rojava declaran su autonomía y hacen un acuerdo de “no agresión” con el régimen sirio. Al hacerse cargo de una región de escaso desarrollo económico capitalista y con sus pilares centrales en manos del Estado, el PYD debe adoptar formas institucionales especiales y un funcionamiento económico centralizado. Esto llevó a diversos sectores de izquierda a considerar que en Rojava había nacido un nuevo Estado socialista (o en transición al socialismo).Pensamos que ésta es una opinión apresurada y subjetiva, dada la extrema debilidad económica del territorio, la inexistencia de clase obrera y su desvinculación de cualquier proyecto socialista para un Kurdistán unido y para la región.
Más allá de estos análisis, consideramos que las autonomías logradas en Basur y en Rojava son un avance en la dirección de un Estado kurdo unificado y, por eso, deben ser defendidas. Pero no tienen que ser consideradas como el ‘objetivo final’ sino que deben ser puestas al servicio de la lucha por lograr ese Estado unificado y una confederación socialista en la región.
En ese marco, no tenemos ninguna confianza en las actuales direcciones kurdas, tanto por su carácter de clase (burgués o pequeñoburgués) como por su política de abandono de la lucha por el Estado kurdo unificado. Estamos en su campo militar, pero combatimos sus políticas en relación con el imperialismo norteamericano, con Assad o con Erdoğan
El giro de timón de Trump
El gobierno de Trump completa el giro de timón que ya había comenzado a dar en 2018, apoyando a Turquía y a Erdoğan, y dejando a los kurdos de Rojava librados a su suerte. Incluso, según la propia Casa Blanca, los kurdos se verían obligados a entregar los prisioneros del ISIS a las fuerzas turcas. Mientras tanto, centenas de prisioneros del ISIS han aprovechado el ataque para huir.
La principal razón de este giro es, evidentemente, recuperar las buenas relaciones con un aliado histórico (Turquía) que, por diversas razones (entre ellas, el apoyo a los kurdos) estaban deterioradas. Pero también implica que su gobierno se desentiende del conflicto sirio y deja que sean otros países, en particular Rusia, los que acaben definiéndolo.
Este giro de timón ha provocado un intenso debate dentro de la burguesía imperialista. En EEUU no solo ha sido criticada por los demócratas, sino que también ha provocado una crisis dentro del propio Partido Republicano.
Otros países imperialistas también lo critican. “Jonathan Marcus, corresponsal de Seguridad y Defensa de la BBC, analiza que: ‘El caos potencial podría facilitar un resurgimiento del Estado Islámico. Esta decisión ‘marca una traición de Washington para con sus aliados kurdos, una traición que muchos otros países de la región recibirán con alarma. Tanto los sauditas como los israelíes se están dando cuenta de que la retórica de Trump casi nunca coincide con sus acciones’”.
El debate que ha provocado esta decisión de Trump dentro del imperialismo ha sido tan grande que el presidente estadounidense se ha visto obligado a anunciar sanciones económicas a Turquía y tuitear amenazas.
Al Assad se ve beneficiado
En los años inmediatos a 2011, Assad quedó acorralado, perdió el control de parte importante del territorio sirio, y estuvo a punto de caer ante la ofensiva militar de los rebeldes. Sobrevivió gracias a la “ayuda extranjera”: las milicias libanesas de Hezbollah y el apoyo de armas de Irán y, ante todo, de Rusia. En 2015, las fuerzas militares rusas entraron directamente en la guerra y le permitieron una fuerte ofensiva hacia el Este, que desalojó a las fuerzas rebeldes de muchos de los territorios y las atomizó.
Los ataques turcos son una violación a la soberanía de Siria. Pero, en 2018, el régimen sirio no hizo nada y ni siquiera le pidieron a Putin que lo impidiese. Aunque parezca contradictorio, Bashar al Assad sale beneficiado con este ataque turco. La tregua de hecho que había establecido le sirvió para concentrarse en el combate contra las fuerzas rebeldes, al mismo tiempo que los kurdos frenaban el avance del ISIS en Siria.
Pero, apoyadas por EEUU, las YPG/FDS se habían fortalecido mucho militar y territorialmente, ampliando su control a zonas no kurdas. Eso es una amenaza estratégica para su régimen y para sus aspiraciones de recuperar el control de todo el territorio sirio. El ataque turco debilita a las fuerzas kurdas, las obliga a retroceder y quiebra la alianza entre EEUU y las YPG/FDS.
Si esta ganancia fuese poca para Assad y el régimen sirio, le ha permitido además retomar un acuerdo con la dirección kurda de Rojava para defender la frontera y limitar el avance turco, pactando la entrada de tropas gubernamentales Se habla incluso de que las YPG/FDS se integren al ejército sirio. Ya hay ciudades, como Hasaka o Qamishli, en la ruta de las refinerías de petróleo del país, donde actúan en conjunto. Las fuerzas rusas presentes en el país acompañan este movimiento, se han instalado en las bases americanas abandonadas y actúan como una especie de línea divisoria defensiva entre las fuerzas de Ankara y las de Bagdag.
El papel de Putin
A partir del ascenso de Trump a la presidencia de EEUU, se había establecido un consenso de hecho con el gobierno de Putin, que determinaba “áreas de responsabilidad” en Siria: al oeste del río Éufrates (Rusia) y al este (EEUU), para evitar choques directos entre sus fuerzas o entre sus aliados. Eso ya se había expresado en el ataque contra Afrin en 2018, cuando las fuerzas rusas no hicieron nada para impedirlo y liberaron el espacio aéreo para la acción del ejército turco.
El objetivo Putin en Siria es la defensa del régimen dictatorial de al Assad y su estrategia de recuperar el control de todo el territorio sirio, para así beneficiar a los oligarcas rusos en el negocio de la reconstrucción del país y, ante todo, afianzarse como potencia regional. La retirada norteamericana solo puede favorecer sus planes.
El altísimo precio de una política de alianzas equivocada del PYD
La situación de Siria es un complejo y cambiante “polígono de fuerzas”. Esas fuerzas intervienen y definen su política en una combinación de intereses estratégicos y necesidades coyunturales y concretas. El “tablero sirio” no solo cambia de modo constante en los dominios territoriales que cada sector tiene, sino también en las alianzas y acuerdos que se van configurando. En ese juego, nunca debemos olvidar que, como en el ajedrez, existen reyes, alfiles y peones.
Por eso, en el marco de su complejidad, si miramos objetivamente, una cosa se ve con claridad: detrás del ataque turco se ha establecido un acuerdo contrarrevolucionario contra los kurdos, entre Erdoğan, Putin, Trump, Assad, y los ayatolás iraníes. Es el mismo acuerdo que ayudó a infligir fuertes derrotas a parte importante de los rebeldes sirios y a fortalecer a Assad.
Es una conclusión que deben sacar con claridad los kurdos: las “piezas grandes” (EEUU y Rusia) hacen su propio juego en defensa de sus intereses, y los “peones” siempre pueden ser sacrificados. La ceguera estratégica sobre la política y las alianzas de la dirección del PYP/PKK (tregua con el régimen de al-Assad, rechazo a una alianza con los rebeldes sirios, apuesta central al apoyo del imperialismo estadounidense) cobra ahora un altísimo precio.
De nada sirven los lamentos de que Trump los ha «apuñalado por la espalda«. Era algo que podía anticiparse desde hace muchos años. Manuel Martorell, autor del libro Kurdos, publicado en 2016, había anticipado, ante el ataque turco del año pasado: “Lo que pasó en Afrin se va a repetir en el norte de Siria… esto provocará un terrible desastre humanitario. Tal vez millones de personas van a tener que salir huyendo por la frontera con Irak… Estados Unidos ha hecho como siempre, ha respondido a sus intereses estratégicos”.
Con seguridad, el pueblo y las milicias kurdas de Rojava lucharán con el heroísmo con que lo han hecho en años anteriores contra el ISIS. Pero su situación es dificilísima: atacados por el ejército turco, muy superior en tropas y armas, debilitados en sus suministros, y teniendo que hacer un acuerdo con el régimen de Assad y las fuerzas rusas.
El fin de la opresión que sufren los kurdos y la conquista de su propio Estado nunca se lograrán de la mano de Trump y de Putin. Aunque puedan aprovechar sus contradicciones, ellos serán siempre estratégicamente sus enemigos, y siempre preferirán mantener en el juego a sus “alfiles” (como Assad, Erdoğan o los ayatolás iraníes) antes que a los peones. Fue la política de alianzas seguida por el PYD/PKK la que ha llevado a esta situación.
La lucha de los kurdos solo podrá triunfar, en primer lugar, con la unidad del propio pueblo kurdo, independientemente del país en que son oprimidos. Es necesario exigirle a los peshmergas de Basur que acudan en defensa de sus hermanos en Rojava. Es necesario exigirles a las milicias del PKK en Turquía que (en la medida de sus posibilidades) pasen de las meras declaraciones y los apoyen desde el otro lado de la frontera.
La política seguida por el PYD-YPG-FDS (hacer una tregua con Assad y atacar batallones de los rebeldes sirios y poblaciones controladas por ellos) fue un error y un crimen político. Es necesario un giro de 180º en esa política y buscar imprescindiblemente una alianza con los sectores más progresivos de las fuerzas opositoras a Assad que aún combaten. Finalmente, hacer un llamado a la solidaridad internacional de los trabajadores y las masas del mundo.
Apoyo incondicional a la lucha de los kurdos frente a la invasión turca
Reafirmamos nuestra posición de apoyo y defensa del campo militar de los kurdos contra el ataque turco avalado por Trump y nos sumamos a la campaña internacional unitaria para ello.
Luchamos por el derecho a la autodeterminación del pueblo kurdo y por la construcción de un Estado federal unificado de ese pueblo, actualmente disperso entre Siria, Turquía, Irán e Irak.
Consideramos que la tarea de construir un Estado kurdo unificado solo podrá lograrse en una lucha junto con el conjunto de los trabajadores y los pueblos del Medio Oriente, en la perspectiva de la conformación de una gran federación de repúblicas socialistas de las naciones árabes y musulmanas.
Finalmente, ante las direcciones kurdas (tanto el PKK/PYD como el PDK) es más necesaria que nunca la construcción de una dirección revolucionaria kurda que esté dispuesta a llevar esa lucha hasta su triunfo.
Liga Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional