Cuando allá por el mes de febrero de 2021 se inició el rodaje de la nueva serie de Telecinco “Entrevías”, l@s vecin@s del barrio sospecharon enseguida que la imagen del barrio iba a salir muy mal parada. Por experiencia saben que, cuando el nombre de su barrio sale en los medios, suele ser por algo negativo. Las asociaciones vecinales trataron de hablar inmediatamente con la productora para pedirles información, pero el intento fue en vano. «Yo creo en el arte, y también creo que el arte debe estar amparado por la máxima libertad de expresión», remacha Paco Carazo miembro de la AAVV La Paz, «pero debe haber unos mínimos de respeto”. “Lo que no puede ser es que alguien quiera hacer una serie de policías y droga, y use el nombre de un barrio obrero que lucha cada día por salir adelante. Es desesperante intentar avanzar y que siempre te machaquen con el estigma».
Aunque el director de contenidos de dicha serie Manuel Villanueva señaló inmediatamente que no se trataba del retrato de un barrio, ni de la sociedad, ni de l@s miles de vecin@s que viven en esa zona de Madrid, solo fueron necesarios diez minutos de serie para conocer su contenido: la prostitución, las drogas, los tiroteos y las peleas como paisaje habitual al que l@s vecin@s del barrio se enfrentan a diario:
“Este barrio, antes era un barrio normal, pero habéis dejado que se pudra, que se llene de gentuza que vende drogas, que ocupa nuestros pisos y que destroza nuestros negocios”, “Hijos de putas los hay de todos los colores, pero todos acaban en Entrevías”, una carta de presentación que define el barrio como un lugar tremendamente peligroso, conflictivo y hostil, una especie de Bronx en la capital.
Es fácil adivinar que l@s responsables de esta serie no han hecho el menor esfuerzo por conocer de verdad al barrio y simplemente se han limitado a reflejar todos aquellos tópicos, elementos peyorativos y arqueotipos del conjunto de los barrios del sur. Es más, si de ser rigurosos se tratara, las imágenes de Entrevías se limitan al paso del Cercanías y la pasarela elevada. Se reconoce en las imágenes la Avenida de Entrevías, Monte Igueldo, en Puente de Vallecas, el entorno del vertedero de Valdemingómez o una colonia de casas bajas en Valdezarza. Incluso el bar donde transcurren muchas de las escenas de la serie se encuentra en el barrio de Villaverde.
Sin embargo, más allá de eso, Entrevías es un barrio obrero, con población autóctona e inmigrante que se levanta cada mañana muy temprano para coger el transporte público que les acerca a sus respectivos trabajos; donde l@s vecin@s salen a pasear y a comprar a diario; donde l@s niñ@s van al colegio y por las tardes juegan en los parques, y donde l@s más mayores se reúnen en muchas ocasiones para jugar al dominó alrededor de una mesa o tomar el sol. Como decía Carlos Gardel «En cualquier suburbio, por cada delincuente hay cinco mil currantes que se levantan a las cinco de la mañana”. Lo que más ha dolido a l@s vecin@s de este barrio es la alevosía y la falta de respeto a toda una generación que luchó por levantar el barrio y a los colectivos y movimientos sociales que a día de hoy continúan trabajando de manera incansable contra la estigmatización de una zona que para nada es como la cuentan. De hecho, a menudo distritos nobles como Centro y Salamanca les superan en tasa de criminalidad.
El Entrevías de barro y toldos verdes
A comienzos del siglo XX, le llamaban el “barrio obrero”. El núcleo urbano de Entrevías rondaba las 20 hectáreas de terreno en 1936. El resto del suelo estaba dedicado a tareas agrícolas. Esto fue así hasta que, en la década de los 40, comenzó la llegada masiva de campesin@s a Madrid.
Entrevías, entre los años ‘40-’50, fue destino de olas migratorias venidas de la Mancha, Extremadura y Andalucía. Los recién llegados a Madrid decidieron instalarse, y optan por auto construirse su propia chabola plantada en medio del barro, muchas veces en el transcurso de una sola noche, burlando así la vigilancia policial que no podía desalojar a una familia que se encontraba bajo techo haciendo de ese terreno una zona chabolista. En su disco Vallecas 75 el cantautor Luis Pastor incluía una canción que describía un ValleKas en lucha, de chabolas, barro y falta de democracia: “Vengan a ver el palacio irreal que inaugurábamos ayer, con alfombras de barro y tapices de papel…”
La primera generación de vecin@s fue, con el tiempo, creando un propio barrio de chabolas, con su organización interna, sus calles y sus dinámicas. La situación socio-económica de los vecinos era parecida, tuvieron que luchar por las mejoras y la necesidad hizo posible la organización de un movimiento fuerte y compacto. Sucesivamente, l@s vecin@s que llegaron en un segundo momento, se encontraron un tejido asociativo y reivindicativo fuerte, capaz de lograr mejoras para el barrio, en definitiva, Entrevías era un lugar donde se materializaba la promesa de ascenso social. Paseando por las calles de Entrevías se pueden encontrar placas conmemorativas de esas conquistas y los nombres de las calles son los nombres de los pueblos de origen de los ex chabolistas (Cazorla, Montánchez, Martos, Torreperogil, etc…). Cabe destacar, el papel tan importante que las Asociaciones de Vecin@s tuvieron en la construcción material, moral e ideal del barrio y la huella que dejaron.
Fueron tiempos difíciles en los que decir que vivías en Vallekas era etiquetarse de una marginalidad degradante, que incluso frenaba el acceso a puestos de trabajo, llegando a extenderse la costumbre de que las katiuskas, aquellas botas de goma que todos l@s vallecan@s llevaban puestas para moverse por el barrizal en que se asentaban las casas y chabolas, y que delataban el origen de sus usuarios, eran sustituidas por zapatos al llegar a Madrid, escondiéndose en bolsas o incluso dejándolas en un puesto de periódicos que había junto al Metro de Puente de Vallekas, donde su propietario había habilitado unas estanterías para tal fin. Donde coger un taxi en la zona centro para que te llevara al barrio suponía toda una odisea ante la negativa en muchas ocasiones del taxista de turno.
En el barro de Entrevías los movimientos vecinales encontraron un terreno muy fértil y las conquistas obtenidas les dieron fuerza y poder para seguir en su lucha por la obtención de logros materiales, concretados en más viviendas y más y mejores infraestructuras. El Plan Nacional de Vivienda, en 1955, aprobó la construcción de siete poblados dirigidos en Madrid. El primero de ellos fue el de Entrevías, diseñado por Francisco Javier Sáenz de Oiza en 1956. El plan permitía la autoconstrucción por parte de l@s vecin@s siguiendo la normativa del ayuntamiento. Así nacieron las primeras cooperativas y much@s vecin@s propietari@s de chabolas se emplearon los fines de semana para construir las famosas “domingueras”.
El fenómeno del toldo verde arranca en la década de los 60, con la fase de liberalización del suelo y la construcción masiva de bloques de vivienda. La escasa gama de colores era determinante, solo existían el verde, el naranja y el azul; y, supuestamente, el verde era el que menos deslumbraba y el que mayor sensación de serenidad daba. Las eternas horas de sol y el mantener la casa fresca en verano hicieron que el toldo se convirtiera en un elemento esencial. Pero también hay que señalar que el toldo verde era sinónimo de moda, de apariencia, y de lograr una cierta intimidad entre l@s propi@s vecin@s. La gente recién llegada del campo no quería llamar la atención, quería demostrar su nuevo nivel social, sentirse arraigada, imitando los hábitos de sus vecin@s, sabiendo en lo más profundo que destacar es sinónimo de conflictos en una sociedad que quería olvidar los horrores de la guerra.
Las pésimas condiciones sanitarias, las movilizaciones vecinales, además de la estrategia política de la dictadura franquista de esa época, llevaron a la construcción de casas y bloques para realojar a la población del barrio. En Entrevías se intentó aplicar el criterio de no desterritorialización (tratando así de no romper con la historia y la memoria del lugar) por lo que la población ocupó las viviendas en los poblados donde ya vivía anteriormente. En este sentido, l@s vecin@s lograron imponer sus reivindicaciones: ser realojados en el mismo barrio y que se contemplaran sus demandas y puntos de vista, sentándose con los arquitectos a debatir planos y exponer necesidades.
Entrevías tuvo sus años más duros en los años 80, cuando la heroína comenzó a circular por las calles y entre l@s jóvenes. Pero una vez más, sus residentes levantaron la cabeza y encararon el problema: allí nació Madres contra la Droga. Una entidad que en los años 80 llegó a reunir a unas 500 personas que llegaron a formar parte de ‘Madres Unidas contra la Droga de Madrid’. “Ahí, además de calor humano, lloramos, íbamos a la cárcel, a entierros, a bodas, bautizos y a luchar contra esa epidemia que conducía a la muerte y que se convirtió en un gran negocio. Y todo ello, juntas”, dice Emiliana una madre que vino buscando un abogado para su hijo toxicómano que se estaba muriendo en la cárcel y así lograr que éste pasara sus últimos días en casa junto a l@s suy@s.Su ejemplo cundió por todo el país; fueron un revulsivo social. Las madres dejaron de callar y sufrir en silencio para gritar su dolor a los cuatro vientos, al tiempo que hallaron un lugar para el encuentro, la ayuda, el asesoramiento, la escucha… “Aquí, en la asociación, nos desahogamos. Soltamos toda la rabia que llevábamos dentro: nadie nos entendía y, además, nos echaban la culpa de lo que hacían nuestr@s hij@s. Eso no se olvida y une de por vida”, recalca Emiliana. Esta asociación, que se inscribió en el registro en 1985 tras llevar varios años en funcionamiento, llegó a reunir a más de 10.000 personas en las manifestaciones que iban de Atocha a Colón con entidades procedentes de todo el Estado español.
Somos obrer@s pero no delincuentes
Pero también fueron tiempos brillantes, por la inmensa fuerza de la solidaridad interna, por los apoyos de curas obreros, abogados laboralistas y partidos políticos clandestinos, por la multiplicación de las iniciativas culturales, por la capacidad de organización y el logro de muchas demandas sociales y urbanísticas (recordemos que la primera Asociación de Vecinos española nació en 1974 en Palomeras y la segunda en la UVA de Villa de Vallekas).
Hoy en Entrevías se sienten muy orgullos@s de que El Parlamento Europeo haya premiado la labor de la Red de Solidaridad Vecinal Somos Tribu VK de Vallekas con el galardón ‘Ciudadano Europeo 2020’, por la importancia a nivel social durante la pandemia para ayudar a l@s más vulnerables del distrito de Puente de Vallekas. Orgullos@s de ese espíritu solidario de l@s vecin@s cuando se echan a la calle y organizan manifestaciones contra las casas de apuestas y contra los recortes en la Sanidad. Orgullos@s de la Plataforma Salvar Peironcely 10 -una organización formada por diferentes entidades culturales- para salvar la identidad del edificio, que consideran «un icono universal del horror de la Guerra Civil». A día de hoy, el proyecto de convertir esta casa en un museo sobre los bombardeos que sufrió Madrid durante los tres años de contienda continúa parado. Esta casa baja, construida en 1927 de estilo neomudéjar se encuentra actualmente vacía. Orgullos@s de contar con un Parque Forestal al sur del distrito de Puente de Vallekas, que ha sido recuperado y ocupa una zona verde de 497 213 m² con arbolado consolidado, en su mayoría coníferas y que hoy en día constituye uno de los parques públicos más grandes de la ciudad. Un lugar, que es uno de los tramos por donde discurre el Anillo ciclista de Madrid.
Y como no podía ser de otra forma much@s vecin@s del barrio sienten una especial admiración por la Iglesia San Carlos Borromeo, la iglesia roja de Entrevías, reconvertida en Centro Pastoral, y su labor de ayuda a la gente con problemas. En particular los relacionados con la droga con el apoyo al colectivo ‘Madres contra la Droga’ y a l@s jóvenes e inmigrantes con riesgo de exclusión social. San Carlos Borromeo, ofrece también acompañamiento jurídico a l@s solicitantes del Ingreso Mínimo Vital, ya que la mayor parte de quienes solicitan este ingreso no tienen acceso a Internet. L@s vecin@s del barrio todavía recuerdan como en el año 2007 la jerarquía eclesiástica de Madrid, encabezada por el cardenal Rouco Varela, trató de cerrar este lugar al entender que ni la liturgia ni la catequesis que ofrecía esta parroquia se ajustaba a la doctrina oficial de la Iglesia. En ese sentido el apoyo de l@s vecinos, asociaciones, organizaciones políticas y sociales, periodistas, actores y cantantes fue determinante para que el cierre no se produjera finalmente.
El barrio lo construimos nosotr@s
Según el último informe 2021 del Ayuntamiento de Madrid, en el Distrito de Puente de Vallekas, viven 239.057 vecin@s repartidos en seis barrios con una renta per cápita media de 24.687 euros al año, la más baja de la capital. Uno de esos seis barrios es Entrevías donde según el Padrón Municipal del Ayuntamiento de Madrid viven unas 35.315 personas. Desde hace años, Entrevías encadena los ingresos más bajos por código postal de Madrid: 18.049 euros es la renta media disponible, según el último informe de IRPF de la Agencia Tributaria.
Tampoco nadie niega que desde hace años en Entrevías hay problemas de suciedad, de abandono, de empobrecimiento, de fracaso escolar, de falta de recursos, pero no vale solo con poner nombre a la realidad, sino que nos tenemos que preguntar por qué eso ocurre. Ocurre porque es un barrio olvidado por las grandes administraciones. Donde muchos espacios del barrio están completamente abandonados desde hace décadas al no estar incluidos en el patrimonio municipal de suelo, y donde escasean los servicios municipales de limpieza y los de mantenimiento de zonas verdes. Donde apenas existen lugares y espacios de ocio para l@s jóvenes y donde el negocio de Las Casas de Apuestas ha aflorado de manera desaforada convirtiéndose en la nueva droga del siglo XXI. Casas de Apuestas que se han asentado en las zonas de menor renta per cápita, el terreno abonado para perseguir el sueño de conseguir riqueza a través de las apuestas o la suerte. Una grave problemática que ya están sufriendo las familias a consecuencia de la adicción a las apuestas online y casas de juego y que está dando origen a que haya jóvenes que llegan a robar a sus propias familias para poder jugar y apostar. Urgen por tanto inversiones y medidas sociales urgentes, de empleo y formación con participación de todas las administraciones.
Existen también colegios con muy buenos profesionales, pero sin apenas medios, explica Baeza el cura de la parroquia. “Damos apoyo escolar a niñ@s en un barrio con tasas de fracaso muy altos porque hay dificultades para que las familias acompañen a sus hij@s. El nivel cultural es precario. Además, son familias que tienen que trabajar doce horas al día para pagar una habitación o una casa, obligando a esos padres a dejar a sus hij@s solos en casa. Eso se resiente en la escuela”, agrega.
Sin embargo, a pesar de todos los problemas, hay una suerte de orgullo vallekano que en Entrevías no se ha perdido con el paso del tiempo, y este orgullo se vincula a una historia concreta de reivindicaciones, de logros, de rebelión en contra de la injusticia, pero también de solidaridad y ayuda mutua. La escritora Almudena Grandes, recientemente fallecida, escribía en su novela ‘Los besos en el pan’: «En España, hasta hace treinta años, los hijos heredaban la pobreza, pero también la dignidad de sus padres, una manera de ser pobres sin sentirse humillados, sin dejar de ser dignos ni de luchar por el futuro». L@s mayores, la primera generación de vecin@s de estos barrios, recuerdan siempre con orgullo su pasado chabolista, las luchas por una vivienda digna. Una generación que tenía una gran capacidad de sufrimiento, pero al mismo tiempo de rebeldía contra situaciones muy injustas. Eso fue lo más importante: ese cambio, esa transformación impulsada por personas que venían con miedos, con una mano delante y otra detrás, pero que fueron capaces de afrontar la situación y lograr muchísimas cosas para todos l@s vecin@s: “El barrio lo construimos nosotr@s”.