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En estas elecciones, la clase trabajadora no tenemos ninguna candidatura. ¡Necesitamos construir una alternativa obrera y socialista!

De nuevo elecciones generales, las cuartas en cuatro años. Mediáticamente han hecho girar todos los debates sobre quién tenía la culpa de la no formación del gobierno. La culpa ha sido de Sánchez, señalan unos, ha sido por la intransigencia de Iglesias, apuntan otros ¿Así que la imposibilidad de formar gobierno se explica por los egos, o los excesos de testosterona como afirmó el antes enfant terrible y ahora señor de orden, Gabriel Rufián? ¿Podemos creer que el FMI, la UE, la CEOE, la Banca, la Monarquía… van a tolerar una situación derivada de egos y testosteronas?

Las próximas elecciones del 10 de noviembre vienen marcadas por el hartazgo a la repetición electoral, algo que se muestra en el medio millón de ciudadanos que han solicitado no recibir propaganda electoral. Los diferentes partidos, por su parte, se embarcan en la enésima campaña electoral consecutiva con un objetivo central: lograr un gobierno estable para afrontar los nuevos ataques por venir.

Estamos en un cuadro que anuncia una nueva recesión económica, con los EREs creciendo, con la principal economía europea, la alemana, en recesión declarada, el Brexit tocando a la puerta, EEUU imponiendo aranceles que amenazan a sectores claves de la exportación y en un cuadro donde no hubo «recuperación» para millones de trabajadores/as sobre los que llueve sobre mojado y viven entre el desempleo y la precariedad más brutal cobrando salarios miserables.

Venga el gobierno que venga, saben que tienen las alas cortadas por una deuda pública que ronda el 100% del PIB y unas reformas estructurales que le exigen aplicar desde la UE, léase la reforma de las pensiones (la ya llamada Mochila austriaca, fondos de capitalización) la del Estatuto de los Trabajadores/as (que incluye no derogar de manera alguna las reformas del PP y PSOE y disminuir de nuevo la cuantía de indemnización por despidos, etc…) Añádase a ese cuadro la situación de Cataluña, con la inminencia de la sentencia, lo que hace más explosiva la situación.

El “campo progresista”: vendedores de humo

El PSOE parte como el gran favorito en esta nueva convocatoria electoral. Pedro Sánchez se presenta a sí mismo como la única garantía de un “gobierno progresista”, que afronte la transición ecológica y recupere el estado del bienestar, el empleo o las pensiones. Sin embargo, como dice el refranero, “las palabritas se las lleva el viento”; y ese discurso “progresista” sólo intenta tapar que el PSOE es un fiel escudero de las grandes empresas del IBEX 35. Es el partido que, mano a mano con el PP, reformó la Constitución para asegurar el pago de la deuda a los banqueros a costa de destruir los servicios públicos; el partido que mil veces prometió derogar la Reforma Laboral y la Ley Mordaza, para mantenerlas intactas; el que niega a Cataluña su derecho a la autodeterminación y amenaza día sí y día también con suspender de nuevo su autonomía aplicando el 155.

Ante la nueva crisis económica que se avecina, la desigualdad de la mujer, la emergencia climática o las reivindicaciones democráticas catalanas, el PSOE tratará de embaucarnos con la zanahoria… pero, como ha hecho siempre, su receta será el palo.

Por su parte, Unidas Podemos afronta la convocatoria electoral atrapada en su propia telaraña. Pablo Iglesias ganó su popularidad llamando “casta” al PSOE, e igualándolo con el PP. Sin embargo, la “realpolitik” hizo rápidamente su aparición, e Iglesias transformó su discurso hasta terminar pidiendo al mismísimo rey Felipe VI que intercediera para que Podemos pudiera llegar a tener algún ministerio en un cogobierno con el PSOE.

Sin embargo, el PSOE, a las órdenes de la UE y de la CEOE, se ha negado finalmente a integrar a ningún miembro de Podemos en su Consejo de Ministros. Pablo Iglesias, tras hacer pivotar toda su política alrededor de “un gobierno progresista PSOE-Unidas Podemos”, ha visto como esa posibilidad se cerraba con el portazo de Pedro Sánchez. Su única autocrítica ha sido el “haberse dejado engañar por Pedro”, y rozando el esperpento, vuelve a pedir el voto para “asegurar” que el próximo gobierno del PSOE incorpore a Unidos Podemos como “verdadera garantía” de que lleve a cabo medidas progresistas.

Y para que no faltara nadie, para intentar desbloquear la situación, Errejón se presenta ofreciendo sus diputados para regalar el gobierno al PSOE.

Ésta es la “izquierda” que nos pidió el abril pasado votarlos para “cerrar el paso a la derecha” y “recuperar derechos sociales”. La población siguió mayoritariamente su petición y les dio mayoría parlamentaria. Sin embargo, los derechos sociales siguieron yéndose por el desagüe y la derecha tiene una segunda oportunidad. Ahora vuelven a pedirnos el voto, y en Corriente Roja opinamos que no lo merecen de ningún trabajador o trabajadora.

El trifachito: reacción y neoliberalismo

El PP de Casado se presenta como el segundo candidato a ocupar la Moncloa. A pesar de que intentan despegarse de la corrupción, las imputaciones de Esperanza Aguirre y Cifuentes vuelven a poner sobre el tapete que el PP ha sido el partido que ha gobernado conchabado con los grandes empresarios a cambio de “mordidas para la caja B”. Casado dice que va a centrar su discurso en la economía, planteando que el PP conseguirá sortear la crisis como ya lo hizo con la anterior. ¡Sólo escuchar eso es para echarse a temblar!

Cuando el PP habla de superar con éxito la crisis, lo hace desde la perspectiva de quien vive en La Moraleja o en las lujosas urbanizaciones de la Costa del Sol. La gente trabajadora nunca la hemos superado y vivimos estancados en la angustia de un día a día marcado por la precariedad laboral, el desempleo y las pensiones a la baja y en peligro. Gracias al PP, los ricos se hicieron más ricos y los pobres más pobres.

C´s, partido igualmente neoliberal que abrió su camino con un discurso “regeneracionista”, ha sido capaz de sostener a la vez al PSOE andaluz y al PP madrileño.Lo único consistente en su política es agitar la bandera rojigualda monárquica y el enfrentamiento contra las aspiraciones democráticas del pueblo catalán.

Entre la mugre ultraderechista más vociferante tiene su hueco Vox, nuevos paladines de los restos del dictador Franco. Con una receta simplona de nacionalismo extremo, racismo y machismo, galvanizan a los más “hooligans”. Detrás de todo ello, no se esconde otra cosa que gente como Espinosa de los Monteros – próximo marqués de Valtierra y descendiente de un embajador de Franco ante Hitler -, empresario del ladrillazo, condenado por no pagar a sus empleados y residente en un chalet de lujo sin licencia.

La posición de Corriente Roja: votar nulo

Frente al mal llamado «voto útil» al PSOE o a UP, contraponemos la vía de la movilización, como muestran los catalanes y catalanas, Hong Kong, Chile o Ecuador. Solo la lucha organizada puede cambiar las cosas frente a un régimen alérgico a las libertades democráticas. En estas circunstancias, como consecuencia de la ley electoral, Corriente Roja no hemos tenido ocasión de presentar una candidatura obrera y democrática frente al régimen y sus partidos . Por eso llamamos a votar nulo con la papeleta que encuentras en este periódico.

Este voto es para nosotros/as un voto consciente, de rechazo al régimen y sus partidos. Un voto de solidaridad con el pueblo de Cataluña y su lucha por la amnistía, contra la represión y por el derecho a decidir. Un voto de impulso de la lucha contra los despidos y las reformas laborales, en defensa de las pensiones, contra las opresiones, contra el racismo y la xenofobia y frente a la emergencia climática. Un voto a favor de construir las condiciones para un levantamiento popular contra este régimen, por la república, por una unión libre de repúblicas, un proceso constituyente y una Europa socialista de los trabajadores y los pueblos.

Una excepción en Cataluña: en caso de votar, vota a la CUP

Cataluña vive estas elecciones bajo unas circunstancias en las que la sentencia a los presos independentistas, los encarcelamientos de los CDR acusados de terrorismo al estilo Altsasu o las amenazas de otro 155, lo impregnan todo.

En este escenario, compartimos la indignación de todos aquellos/as catalanes que han decidido no votar o votar nulo como forma de rechazo al régimen. A la vez, a las personas que van a ir a votar les recomendamos un voto crítico a la CUP. Pensamos que, en ausencia de una candidatura de Corrent Roig, éste es el voto que mejor expresa el rechazo al régimen en estas elecciones.

Es, al mismo tiempo, un voto crítico porque entendemos que la CUP ha sido incapaz durante todo este tiempo de romper políticamente con la dirección independentista oficial, de la que aparece como su ala izquierda.

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