El castellano es la lengua más hablada en Catalunya, según las estadísticas. Las últimas encuestas realizadas por la Generalitat dicen: “La lengua que se escucha más en Catalunya es el castellano, puesto que es lo habitual para el 48,6% de la población, muy por encima del 36,1% de los que hablan el catalán, mientras que un 7,4% usa las dos habitualmente y el 7,9%, otros. El catalán como lengua habitual mejora algunos puntos respecto a los que lo tuvieron como lengua inicial, pero igualmente se encuentra en una situación de estancamiento, puesto que prácticamente no varía el peso de su uso en los últimos años. No crece, pero por ahora tampoco decae.”

Por: Mercè Roure

Recientemente, El Tribunal Supremo no ha admitido el recurso presentado por la Generalitat en contra de una sentencia que obliga a las escuelas catalanas a impartir el 25% del horario escolar en castellano e incluso, Pablo Casado (PP) ha declarado que el Gobierno español tendría que aplicar el 155 en Catalunya si la Generalitat no cumple con la sentencia del Supremo.

Aun así, cada vez es más frecuente ver quejas en redes sociales de alumnas que explican que reciben clases en castellano en la universidad, porque hay algún alumno de Erasmus, aunque el plan docente especifique que la asignatura será en catalán. Y es que esto tiene el aval del Estatuto de Autonomía del 2006. En el artículo 35, en cuanto al ámbito de la enseñanza, al primer punto nos dice que todo el mundo tiene derecho a recibir la enseñanza en catalán, pero en su punto 5, añade que profesorado y alumnado de los centros universitarios pueden escoger la lengua oficial que quieran para expresarse oralmente y por escrito. Así pues, ¿de qué protección hablamos?

Sin ser lingüistas, salta a la vista que son datos realmente alarmantes: en 15 años, el catalán ha perdido casi medio millón de hablantes. ¿Se puede decir que esto es una consecuencia natural y que las lenguas “mueren” por casualidades de la vida o que a las lenguas se las persigue, se las castiga y, finalmente, las matan porque detrás hay profundas cuestiones políticas?

¿Bilingüismo o imposición? 

Otro factor que también preocupa es como desde la misma izquierda se le quita hierro al asunto. Se asume que en Catalunya todo el mundo es bilingüe e incluso, se tilda de “capricho” el uso de nuestra lengua o, incluso, que el catalán solo lo habla la burguesía.

Sin embargo, si miramos atrás el uso del castellano en Catalunya a lo largo de la historia nos permite sacar algunas conclusiones, veámoslo con un breve resumen.

El 1715, una vez finalizada la Guerra de Sucesión, Felipe V impone los conocidos Decretos de Nueva Planta con los cuales, entre otras cosas, el catalán dejaba de ser una lengua oficial, suprimía las instituciones catalanas como las Cortes, y erradicaba el uso del catalán en la administración pública, así como en la escuela y los documentos oficiales, también en los tribunales civiles y eclesiásticos, teatro, etc. Teniendo en cuenta que la escolarización universal en España no se da hasta el siglo XX, se crea una situación de diglosia en la que, en casa, en la calle y entre la gente del pueblo se habla catalán, pero en la administración pública no.

Pero esto ya venía de antes. En febrero de 1712, se dictan instrucciones secretas a los corregidores del territorio catalán: “Pondrá lo mayor cuydado introducir la lengua castellana, a cuyo fin dará las providencias más templadas y disimuladas para que se consiga lo efecto, sin que se note lo cuydado.” El 1714, Felipe V de Borbón deja escrito que se tiene que procurar ir introduciendo la lengua castellana en aquellos pueblos donde no la hablan.

Como ya se ha mencionado, estas prohibiciones no tienen un efecto inmediato y es así como se crea esta situación de diglosia, en que el catalán queda relegado a un uso principalmente oral, y de las clases más bajas, que eran las que no tenían acceso ni al teatro, ni a la administración pública, ni mucho menos en la escuela.

En la primera mitad del siglo XIX, sigue la diglosia y la burguesía adopta el castellano. En la segunda mitad, aparece la Renaixença, un movimiento literario, y el catalanismo político, al cual se sumará más adelante la burguesía catalana y se apropiará de estas reivindicaciones (Nada que ver con Convergència sumándose a la lucha independentista… ¿no?)

El 1915, La Consulta del Consejo de Castillas escribe que en el aula no debe haber ningún libro en catalán, ni tampoco se tiene que hablar ni escribir en esta lengua, y se tiene que enseñar la doctrina cristiana en castellano. Añade también que «no se tienen que escoger medios débiles y menos eficaces sino los más robustos y seguros, borrando de la memoria de los catalanes todo aquello que pueda conformarse con sus abolidas constituciones, usajes, fueros y costumbres». En contraposición, es entonces cuando se empieza a hablar de la normalización del catalán y se elaboran normas ortográficas. También en el 1916 se hizo una petición oficial para que el catalán fuera una lengua cooficial, lo cual fue denegada por la Real Academia Española, alegando que nunca se daría este reconocimiento, puesto que se usaba como emblema político.

Demos un salto adelante. Primo de Rivera, que se apoyó en la Liga (derecha catalana) para su golpe de estado, adoptó políticas anticatalanistas muy rápido. Durante su dictadura (1923-1930), prohibió símbolos catalanes en actos públicos, la celebración del 11 de septiembre e impuso el castellano en la escuela, llegando a sancionar y trasladar a los maestros que enseñaran en catalán, entre otros. Aun así, curiosamente, no atentó contra la prensa en catalán, cosa que hizo que se escribiera mucho más, pero en el 1925 abolió la Mancomunidad de Catalunya.

Así pues, vemos como el castellano se empieza a introducir en la escuela, empiezan las generaciones que crecen con algunas nociones de castellano, pero padres y abuelos son completamente analfabetos en esta lengua. También, a causa del crecimiento industrial, solo algunos sectores de la burguesía lo hablan -por cuestiones comerciales y cierto clasismo-: el castellano queda relegado a la academia. Recordamos que los datos de analfabetización hasta los años 40-50 son muy graves en España (56.2% el 1900, 50.6% al 1910, 43.3% al 1920, 32.4% al 1930, 23.1% al 1940), por eso la lengua más hablada en Catalunya es el catalán, porque se mantiene el uso oral.

Para profundizar sobre este tema más en detalle, el estudio El proceso de bilingüización en Catalunya en el siglo XX a partir de testigos orales, de Mireia Galindo, Carlos de Rosselló y Francesc Bernat, recoge el testigo en forma de entrevista de casos que desconocían completamente la lengua castellana. Por ejemplo, hay la anécdota, muy ilustrativa, de una mujer que confunde la palabra “sartén” con “serpiente”. Con este estudio se desmiente la falsa idea que en Catalunya se habla el castellano desde los Reyes Católicos, y no es cierto: el castellano llega a través de la escuela pero, como ya hemos remarcado, a la escuela iba muy poca gente y, por lo tanto, no lo aprendían.

Seguramente, el castellano ya se empezó introducir en la vida política con el estallido de la Revolución Española, puesto que las milicias recogían camaradas de todo el Estado español, además de compañeros y compañeras internacionales, que estarían poco o nada familiarizados con el catalán, y quizás tendrían algunas nociones de castellano. Aun así, esto es poco relevante, porque la cuestión central viene a raíz de la derrota, el 1939.

Y aquí es donde patinan todos aquellos sectores que siguen hablando de bilingüismo y el castellano como una lengua “natural” en Catalunya: desde el golpe de estado franquista, Catalunya se ha comido casi 40 años de imposición de una lengua y prohibición de la suya propia, hasta el punto de seguirlo arrastrando hasta hoy. Entonces, la pregunta es: ¿cómo pueden ver bilingüismo cuando ha sido una imposición, a veces literalmente, a punta de pistola?

Vamos a algunos ejemplos (para ver el listado entero consultar Cronología de la represión del catalán en la Wikipedia):

Solo en 1939, Franco ya anuncia: «La unidad nacional la queremos absoluta, con una sola lengua, el castellano y una sola personalidad, la española.» A partir de aquí, se toman un conjunto de acciones como la derogación del Estatuto de Catalunya, la supresión de letreros y anuncios en catalán, evidentemente la enseñanza en catalán desaparece en la escuela, y también cualquier ámbito relacionado con la cultura o la historia de Catalunya. En las fábricas se instalan letreros donde se prohíbe explícitamente a los obreros hablar en catalán. El 1956, se establece un reglamento en las prisiones que manda que los y las presas solo podrán hablar en castellano.

Como todos los regímenes autoritarios, para mantenerse y no tambalear tiene que hacer concesiones cuando se encuentra más débil: el franquismo concedió un programa en catalán en TVE en 1964, así como el movimiento de la Nueva Canción (1961), a pesar de que con censura. En 1970, cuando el franquismo se encontraba más débil (fuerte movimiento antifranquista, huelgas obreras, Franco muy viejo y decrépito…) la última ley educativa abría la puerta a la enseñanza en otras lenguas en la escuela. Incluso en 1975, poco antes de su muerte, otro decreto permitió el uso de otras “lenguas nativas españolas” en los ayuntamientos, diferente del castellano. (Vale decir que el catalán no es una lengua nativa española, pero bien).

Estas acciones tuvieron consecuencias muy graves que todavía arrastramos hoy en día, por ejemplo: en 1996, sólo un tercio del tramo de edad entre los 40 y los 44 años era capaz de escribir en catalán, hablado por el 67% de los censados.

También se tiene que poner sobre la mesa que si el catalán no murió durante estos años de represión tan dura fue por la voluntad de un pueblo que hizo lo imposible para seguir aprendiendo y manteniendo la lengua, incluso en la clandestinidad.

Así pues, podemos sacar algunas conclusiones: la primera es que el catalán es la lengua histórica de Catalunya. La segunda, es que el castellano es una lengua que se ha introducido (o impuesto) de forma consciente a lo largo de la historia para eliminar cualquier sentimiento de nación y, finalmente, si el catalán desaparece o peligra, no es culpa de la inmigración. Esta es una posición muy cómoda y clasista que no quiere ser crítica ni con el Régimen del 78 ni con la misma Generalitat de Catalunya, que también ha colaborado al poner en peligro la lengua catalana, como veremos más adelante. 

Un síntoma más de la opresión nacional

¿El debate sobre la lengua es exclusivo de Catalunya y las naciones oprimidas de España? Ni mucho menos. Lenin, en 1914 ya hablaba de la necesidad de respetar las lenguas de cada territorio. Cuando los liberales le preguntaban si no quería que todo el mundo aprendiera el ruso, él respondía:

“(…) Deseamos más que ustedes que se establezca la relación más estrecha posible y la unidad fraterna entre las clases oprimidas de todas las naciones que habitan Rusia, sin ninguna discriminación. Y nosotros, está claro, estamos a favor que todos los habitantes de Rusia tengan la oportunidad de aprender el gran idioma ruso.

Lo que no queremos es el elemento de coerción. No queremos que la gente sea conducida al paraíso con un garrote; porque no importa cuántas frases bonitas sobre «cultura» se puedan pronunciar, un idioma oficial obligatorio implica coerción, el uso del garrote. No creemos que la grande y poderosa lengua rusa necesite que nadie la tenga que estudiar por pura obligación. Estamos convencidos que el desarrollo del capitalismo en Rusia, y todo el curso de la vida social en general, tienden a acercar todas las naciones. Centenares de miles de personas se trasladan de un extremo al otro de Rusia; las diferentes poblaciones nacionales se entremezclan; la exclusividad y el conservadurismo nacional tienen que desaparecer. Las personas, las condiciones de vida y de trabajo de las cuales los obliguen a conocer el idioma ruso lo aprenderán sin verse obligadas a hacerlo. Pero la coerción (el garrote) solo tendrá un resultado: impedirá que la grande y poderosa lengua rusa se propague a otros grupos nacionales y, el más importante de todo, agudizará el antagonismo, causará fricciones en un millón de nuevas formas, aumentará el resentimiento, las incomprensiones mutuas, etc.

¿Quiénes quiere este tipo de cosas? Ni el pueblo ruso, ni los demócratas rusos. No reconocen la opresión nacional de ninguna forma, ni siquiera en «interés de la cultura y del estado rusas».

Es por eso que los marxistas rusos dicen que no tiene que haber un idioma oficial obligatorio, que la población tiene que contar con escuelas donde se imparta la enseñanza en todos los idiomas locales, que se tiene que introducir una ley fundamental en la Constitución declarando inválidos todos los privilegios de cualquier nación y todas las violaciones de los derechos de las minorías nacionales

Publicado al Proletarskaia Pravda No.14 (32), 18 de enero de 1914. (Las negritas son mías)

Y es que fue un hecho que en la Unión Soviética, en vida de Lenin, no había una sola lengua oficial. Fue en el 1938, bajo la burocracia stalinista que se introdujo el ruso como asignatura obligatoria en todas las escuelas de la URSS.

Seguimos con Lenin: En noviembre de 1913 publicaba en la revista Prosveschenie que el programa nacional de la democracia obrera exige que no haya ningún tipo de privilegio para ninguna nación o idioma, y se tiene que solucionar libre y democráticamente el problema de la autodeterminación política de las naciones:

“El programa nacional de la democracia obrera exige: ningún privilegio en absoluto para ninguna nación o idioma; solución libre y democrática del todo del problema de la autodeterminación política de las naciones, es decir, de su separación como Estado; promulgación de una ley general para todo el país que declare ilegítima y sin vigor toda medida (de los zemstvos, de las autoridades urbanas, de las comunidades rurales, etc., etc.) que instituya cualquier privilegio para una de las naciones y menoscabe la igualdad de las naciones o derechos de una minoría nacional; cualquier ciudadano del Estado podrá exigir la revocación de tal medida por anticonstitucional y castigo judicial de los que intenten llevarla a la práctica.

La democracia obrera se opone a los rifirrafes de tipo nacional entre los diferentes partidos burgueses relacionadas con el idioma, etc., la reivindicación de unidad incondicional y fusión completa de los obreros de todas las naciones a todas las organizaciones obreras: sindicales, cooperativas de producción o de consumo, culturales y otros para contrarrestar todo nacionalismo burgués. Solo esta unidad y esta fusión pueden salvaguardar la democracia, los intereses de los obreros ante el capital –que ya se ha internacionalizado y se internacionalizará más cada día– y los intereses del desarrollo de la humanidad hacia un tipo nuevo de vida, libre de todo privilegio y de toda explotación.”

Publicado el noviembre de 1913 en el n.º 10 de la revista Prosveschenie

Algunos dirían que todo parecido con la realidad es pura coincidencia y que una lengua común es una herramienta más de cohesión y unificación, pero es bastante obvio que la imposición de la lengua y su obligatoriedad es un síntoma más de la opresión nacional, y quien quiera hacer la vista gorda ante este hecho, no solo está contribuyendo a la opresión, sino que también está impidiendo que se creen vínculos entre el proletariado de todas partes, hoy más necesarios que nunca. Los y las revolucionarias debemos tener bien claro que lo que une al proletariado no es el idioma, sino el programa revolucionario, la solidaridad entre pueblos y el objetivo final de derribar la burguesía y establecer el gobierno de los y las trabajadoras.

La hipocresía de la derecha catalana 

Si alguna palabra describe bien la derecha catalana, a lo largo de su historia, es hipócrita.

Si bien ha protagonizado ciertos capítulos de defensa de la lengua e identitarismo, también ha colaborado a la desaparición de ésta. En primer lugar, con todo el apoyo que dio al franquismo. Enric Prat de la Riba, Francesc Cambó o el mismo Salvador Dalí fueron de los personajes más reconocidos que apoyaron el franquismo e incluso, colaboraron. En segundo lugar, y este nos queda más cerca, con el papel lamentable que ha tenido los últimos años en la cuestión de la lengua.

Desde la Transición, el gobierno de Catalunya se volcó en políticas de comunicación con dos objetivos: la creación y el desarrollo de un sistema de medios audiovisuales propio y autóctono; por otro lado, la presencia del catalán en la oferta mediática. Ambos objetivos responden a la voluntad de normalizar la lengua catalana, fortalecer el autogobierno y la promoción y/o provisión de servicios.

Estos dos objetivos son la respuesta lógica a finales del franquismo y, con ésta, de la persecución del catalán como lengua, pero también responden a la voluntad de todo un sector de partidos e ideologías que sabían que un sistema fuerte de comunicación propio apoyaría todo un conjunto de ideas relacionadas con la identidad catalana, la nación y la cultura.

Está claro que la creación de un sistema de medios de comunicación en catalán es imprescindible para mantener y promover una lengua perseguida, y la preservación de ésta ayuda a mantener el legado cultural, la memoria histórica y alienta a crear y consumir más contenido propio, pero ha sido el mismo gobierno, a lo largo de los años, el que ha ido metiendo tijera, mostrando una vez más que la defensa del catalán y de Catalunya solo la protagoniza cuando le conviene.

El regreso de CiU al gobierno en noviembre de 2010 supuso un giro sustancial en política de comunicación: la fuerte crisis económica impactó también en las administraciones públicas y solo lo supieron solucionar a golpe de tijera. Entre 2010 y 2012 tuvieron una conducta errática, puesto que fueron alternando los recortes y las ayudas a los medios privados consecutivamente, hasta que una avalancha de recortes presupuestarios afectó a la CCMA y como resultado se cerraron varias emisoras de radio y canales de televisión. Quizás, el que más recordamos, al menos las generaciones nacidas en 90 y primeros 2000, es el cierre del 3XL el septiembre de 2012, un programa juvenil, que después se convertiría en canal, que ofrecía series de todo el mundo dobladas al catalán. Así pues, ¿qué catalán quieren que hable la juventud hoy en día, si no tenemos ningún tipo en lo referente a la televisión pública? 

La defensa de las lenguas es una tarea de los marxistas revolucionarios

Desde Corriente Roja no nos cansamos nunca de decir que la lucha por la autodeterminación es una lucha de toda la clase trabajadora en conjunto, la catalana y la del resto del Estado español, así como el combate a las opresiones es una tarea que incluye en toda la clase trabajadora, no solo a quien la sufre. Es por eso que los marxistas revolucionarios tenemos que defender a ultranza las demandas democráticas y tenemos que hacer entender la defensa de la lengua como una tarea del conjunto de la clase trabajadora de todas partes.

En primer lugar, la gente catalanoparlante tenemos que exigir a las instituciones que se respete la lengua y la promueva, no basta con un ridículo 6% de doblaje en catalán en Netflix. Y remarco “a las instituciones” porque este artículo NADA TIENE QUE VER con la gente que criminaliza la gente migrada de todas partes que viene a Catalunya a trabajar y no habla el catalán porque nadie le ha puesto facilidades para hacerlo, ni tampoco se le ha mostrado como una necesidad, y esto pasa por las instituciones y por una clase dominante que prefiere ver como muere una lengua antes de que renunciar a un solo privilegio, y no por las personas individualmente.

Así mismo, al resto del estado, es imprescindible la comprensión política de esta demanda para dar la máxima solidaridad e implicarse en la lucha por la autodeterminación y la defensa de las lenguas. Este artículo se centra en Catalunya y el catalán, pero animamos a l@s camaradas gallegos y vascos a elaborar sobre su lengua y la defensa de éstas.

¿Cómo garantizamos, pues, la defensa y la supervivencia de las lenguas?

  • Autodeterminación de todas las naciones oprimidas.
  • Cursos de catalán gratuitos a toda persona que no lo hable a cargo de las empresas, sin afectación de sueldo y en horario laboral.
  • Enseñanza en catalán EN TODOS LOS NIVELES EDUCATIVOS: Las universidades tienen que cumplir con los planes docentes e impartir las clases en catalán, facilitando formación gratuita al profesorado y alumnado que no lo hablen.
  • Cultura pública y gratuita en catalán, para que la juventud pueda tener referentes.
  • Prensa revolucionaria en catalán.

Notas: 

https://luchadeclases.org/teoria/113-la-cuestion-nacional/3679-lenin-sobre-la-obligatoriedad-de-una-lengua-oficial-del-estado.html#sdfootnote4sym

https://docplayer.es/119190851-Politiques-de-comunicacio-a-catalunya-una-questio-d-estat-en-revisio.html

Estatut de 2006: https://www.cge.cat/admin/uploads/docs/20130610130653-1.pdf