Con estas elecciones se cierra el ciclo electoral que venimos viviendo en el Estado Español desde 2023: municipales, autonómicas, generales, gallegas, vascas, catalanas… Un proyecto revolucionario como Corriente Roja, que no aspira a gobernar desde las instituciones burguesas, sino a construir instituciones obreras al calor de la lucha, tras posicionarnos y hacer nuestras propias campañas políticas, dejamos atrás este ciclo electoral insistiendo en que gobierne quien gobierne, los derechos se defienden, y en que la lucha es el único camino.

Por Corriente Roja

Estas elecciones fueron una expresión clara de la decadencia del proyecto de la UE y de su pérdida de hegemonía en la pugna interimperialista entre China y EE. UU. De forma general podemos decir que los resultados expresan un problema social que lleva años fraguándose en la política institucional y cala en el seno de la clase trabajadora: la desafección política y el aumento de la extrema derecha. Si bien aumentó la presencia de las formaciones de extrema derecha en el Parlamento Europeo (de un 18,4% a un 25%), lo que ganó en las elecciones fue la abstención, de casi un 51% en el Estado español, más de 11 puntos en comparación con las de 2019. Esta dinámica está, con sus variaciones, presente en el resto de estados miembros de la UE. Los resultados de Marine Le Pen en Francia y de la AfD en Alemania, indican un “voto de castigo” a los gobiernos de las dos potencias imperialistas más importantes de Europa.

Los resultados en el Estado Español han ratificado el desgaste de Podemos y Sumar, que han perdido 800.000 votos en conjunto desde que UP se presentase en 2019. Parece claro que, lejos de sus proclamas iniciales, el proyecto de Podemos ha resultado servil al régimen bipartidista, primero desmovilizando la calle cuando el régimen vivía una de sus mayores crisis durante el 15M, para finalmente acabar diluido en el PSOE — ahora en forma de Sumar— o extinguiéndose por su propia debilidad política, tal como parece es el destino de Podemos.

Por su parte, el nuevo fenómeno electoral ultraderechista, Se Acabó la Fiesta, liderado por Alvise Pérez, ha obtenido más de 800.000 votos, sin que ello haya supuesto una pérdida de votos para VOX, que ha aumentado en casi 300.000 con respecto a las europeas de 2019 (aunque tiene 500.000 votos menos que en las últimas generales, donde la abstención fue 17 puntos menor). Sin despreciarlo, no podemos más que recordar tantos proyectos políticos de corto recorrido que ante la crisis social que genera el capitalismo, se presentan como «la nueva política» para volver a desencantar a sus votantes. En esta aritmética no podemos ignorar la desaparición de Ciudadanos del Parlamento Europeo, perdiendo 2 millones y medio de votos.

Alvise, que al igual que hizo Milei en Argentina, se presentó como “lo nuevo y lo alternativo”, casi como antisistema, ha calado principalmente en sectores de juventud, mayoritariamente hombres y especialmente en las comunidades más pobres y con mayor migración (Canarias, Murcia o Andalucía). Una juventud que ante la falta de perspectiva de futuro (trabajos precarios, alquileres abusivos) se agarra como un clavo ardiendo a la salida del proteccionismo que ofrece el nacionalismo racista, machista y LGTBIfóbico.

Pero no podemos olvidar que esa repugnante xenofobia de la extrema derecha que el gobierno progresista de Sánchez denuncia, lleva años siendo alimentada por el racismo institucional de todos los gobiernos europeos (también el suyo) y alcanza su expresión más clara en el nuevo Pacto de inmigración y asilo defendido con tanto entusiasmo por Marlaska. 

Es necesario entender ambos fenómenos, la desafección política y el aumento de la ultraderecha, como dos caras de la misma moneda. Es falso que la gente reproduzca las ideologías reaccionarias de la ultraderecha porque “no saben votar”. La clase trabajadora deja de confiar en la “izquierda” porque sus gobiernos empeoran las condiciones de vida del conjunto de la clase trabajadora: se trata de gobiernos patronales. Su relato progresista, por el que con ellos “todo va mejor”, solo aplica a las grandes empresas.

El Estado Español es el tercer país de la UE con mayor población en riesgo de exclusión social, sólo tras Rumanía y Bulgaria. El gobierno cacarea ridículas subidas del SMI mientras perpetúan la desregulación del mercado de trabajo, con jornadas (y salarios) parciales o contratos fijos-discontinuos, que empujaron en 2023 a 593.500 trabajadores a pluriemplearse, un 14% más que un año antes. Hay casi 1.300.000 empleados más que a finales de 2019, pero el número medio de horas semanales trabajadas en el empleo principal (no olvidemos a los pluriempleados) se han reducido de 33’8 a 31’7 horas. Si el SMI sube pero las jornadas laborales se reducen, la subida del SMI no es sino ficticia, pues cada vez menos trabajadores lo perciben en su totalidad. Esto explica que 1/3 de los trabajadores en activo estén en riesgo de exclusión social.

El PP ha aumentado casi en un millón y medio de votos en estas elecciones europeas, mientras el PSOE ha perdido más de dos. Seis años y tres “gobiernos progresistas” después están pasando factura a un PSOE que le pone la alfombra roja a la derecha y la ultraderecha alimentando la desafección política con “relatos progresistas” llenos de significantes vacíos, como su reconocimiento del Estado Palestino, mientras sigue vendiendo armas a Israel, o su ley de vivienda para “la mayoría social”, que no pone techo a los precios del alquiler.

Durante la campaña de las elecciones europeas, Corriente Roja llamamos a no aceptar al voto de la resignación que alimenta el miedo a la ultraderecha. Llamamos a votar a la candidatura de la CRT, que ante la maquinaria de los grandes aparatos electorales, obtuvo 5.527 votos. Corriente Roja valoramos estos votos como votos comprometidos con la lucha en la calle, por lo que felicitamos a les compañeres de la CRT, conscientes de que, tal como indicamos en nuestra declaración, “una salida anticapitalista consecuente, que se abra camino en medio de la polarización social que vivimos, exige muchísimo mas que el voto en unas elecciones o la defensa de tal o cual medida parcial. Para Corriente Roja y la LIT.ci, implica necesariamente la construcción de un Partido y una internacional revolucionaria que ayude a la clase obrera a imponer el único gobierno que estamos necesitando, un gobierno de los trabajadores/as.”