Hacer balance y mirar adelante
El objetivo del régimen monárquico con las elecciones del 21-D es enterrar el referéndum del 1-O y reintegrar al movimiento soberanista en el marco constitucional.
Marta Rovira (ERC) dijo que las elecciones sólo se podían hacer si los partidos independentistas querían. Y, efectivamente, si hubieran querido hacer boicot, las elecciones del 21-D habrían nacido muertas.
Pero esto no cambia su naturaleza. Las elecciones del 21-D son las del 155: convocadas por Rajoy después de cesar el Gobierno e intervenir la Generalitat, con Puigdemont en Bruselas y Junqueras y los Jordis en prisión, con un montón de procesamientos en marcha, ataques a la libertad de expresión y actuaciones impunes de grupos fascistas.
Los trabajadores y la independencia
Hay un sector de trabajadores que, por origen, cultura y lazos familiares se sienten españoles y les aterra que Cataluña se separe. Atrapados por este sentimiento, se han olvidado de su condición obrera y se han dejado arrastrar por la derecha españolista, avalando la negación del derecho a decidir e incluso la represión. Se han colocado así en la trinchera del Rey, los banqueros, los grandes empresarios y la Europa del capital; dentro de un bloque encabezado por el PP y C’s, donde se ha integrado el PSOE/PSC, al que de obrero y socialista ya sólo le quedan las siglas.
Estos trabajadores no han pensado que reforzar este bloque significa, además de represión y ataques a las libertades, nuevas agresiones a la sanidad, la enseñanza o las pensiones, a los derechos de toda la clase trabajadora, «independentista» y «españolista».
En cuanto a la mayoría de trabajadores catalanes, repudiaron la brutalidad policial y son partidarios del derecho a decidir pero, por varias razones, viven el conflicto soberanista como algo ajeno. Los sindicatos los dicen que el conflicto no va con ellos; partidos como los Comunes se declaran neutrales y, en el resto del Estado, Unidos-Podemos no ha movido un dedo contra la represión ni ha aprovechado el conflicto para defender la República. Los trabajadores ven también que el independentismo no ha hecho suya ninguna reivindicación obrera y que al frente hay personajes odiados como Artur Mas.
El 21-D y el movimiento soberanista
Los dirigentes independentistas se presentan a las elecciones después de haberse rendido al 155 sin ofrecer resistencia. Para ellos ya no se trata de proclamar la República catalana y defenderla, sino de gobernar una autonomía dentro de las normas y límites del Estado y de la Unión Europea, que niegan la autodeterminación.
Hay votantes independentistas que piensan que obteniendo una mayoría electoral la lucha seguirá como si no hubiera pasado nada. Para la mayoría, sin embargo, la preocupación es acabar con el 155, liberar a los presos y, en particular, vallar el paso a Ciudadanos que, igual que el PP, ha anunciado que si forma gobierno se cargará la inmersión lingüística, TV3 y todo signo de identidad nacional catalana.
Recuperar el camino de las reivindicaciones, de la ruptura con el régimen monárquico
El objetivo que persiguen con el 21-D es subordinar el independentismo a la Constitución y profundizar la división entre los trabajadores.
Corrent Roig pensamos que, más allá de los resultados, lo que realmente necesitamos es recuperar la lucha en la calle, el camino de las reivindicaciones y de la ruptura con el régimen monárquico. No iremos a votar ni llamaremos a hacerlo.
Creemos que los trabajadores somos los primeros interesados en defender el derecho a la autodeterminación, entre otras cosas, porque la unidad entre nosotros sólo es posible en base a la aceptación de la decisión democrática del pueblo.
Los trabajadores, además, somos la única clase social que podemos luchar de forma consecuente por el derecho a la autodeterminación, ganándonos la simpatía de las clases medias catalanas y luchando, codo a codo con los trabajadores del resto del Estado, por dinamitar el régimen monárquico heredero del franquismo, abriendo así vías posibles a una transformación socialista de la sociedad.
La República catalana no tiene que ser una consigna «separatista» sino base para construir una unión libre de repúblicas. Los trabajadores necesitamos una unión, pero libre, no forzada.
La lucha por la soberanía catalana tiene que estar vinculada a las reivindicaciones sociales. La queremos para echar a las fuerzas policiales de ocupación y asegurar las libertades pero también para derogar las reformas laborales, acabar con la precariedad, tener unas pensiones dignas garantizadas por los presupuestos, revertir recortes y privatizaciones o parar definitivamente desahucios.