Para el 26 de mayo estaban anunciadas elecciones municipales, autonómicas en las Comunidades no históricas y europeas… Pero vista la situación, el gobierno comienza a lanzar «globosondas» de un «superdomingo». Hasta ni en eso el «españolito» puede ser original; a imitación de los «super martes» de las elecciones yankis, aquí se inventan el «super domingo»
Pero este mimetismo con los USA se acaba en el «super». Lo que para los norteamericanos es una rutina electoral que llevan a cabo cada cuatro años, aquí es resultado de una crisis del régimen de un calibre monumental.
El régimen, acorralado por la corrupción del PP y sus instituciones, por la indecencia de una «justicia» neofranquista, por el desprestigio de su principal institución, la Casa Real, de la que no se habla «por si las moscas», y con unos partidos en el gobierno (el que está y el que le apoya) incapaces de hacer otra cosa que anunciar una «subida» de 900 euros del SMI, va a intentar salir del atolladero con el «super domingo».
Mientras la extrema derecha comienza a sobreactuar, con agresiones por doquier, reivindicando abiertamente al franquismo, … , generando, así, una situación de tensión -la estrategia de la araña, se le llamaba en los años de «plomo» italiano, los 60/70-. De esta manera, las clases medias y la pequeña burguesía empobrecidas por la crisis, y hartas de movilizaciones sociales, «añorando» la placidez de los años de paz social del bipartidismo, de tranquilidad para sus negocios, volcarán sus votos en los partidos de «orden».
No quieren acabar con la democracia burguesa, seamos claros, porque confundir a la gente es tan canalla como el que está enfrente. La extrema derecha actual no necesita acabar con la democracia capitalista porque nadie quiere acabar con el capitalismo. Solo si alguien quisiera acabar con el capitalismo, sus jefes (banqueros y empresarios) les darían carta blanca, como paso en los años 30 con el fascismo, el nazismo y el franquismo.
Quieren partidos que impongan el orden, … dentro de los marcos de una democracia capitalista; restringida, sin lugar a dudas, pero democracia. Situarlos en el punto de mira, olvidando el régimen democrático, monárquico y heredero del franquismo que les da cobijo, es desviar el objetivo de qué es lo que hay que enfrentar.
La actuación de las bandas de la extrema derecha son el palo de una política que también tiene su «zanahoria»; el «super domingo». Esta «zanahoria» pretende disolver, más si cabe, la supuesta radicalidad de una izquierda que calificaron de «antisistema», y no es más que la «pata social» del régimen; como los definió hoy en la SER, el ministro Abalos.
Que la extrema derecha haga lo que hace, es lo suyo; lo raro sería que no lo hiciera… Pero hoy los ataques a la clase trabajadora y los pueblos, de conjunto, no solo sobre algunos de sus sectores, vienen del gobierno y de la Unión Europea.
La ridícula subida de 900 euros tapa la realidad de que toda la legislación laboral de ZP y Rajoy siguen vigentes. Ligar las pensiones al IPC ocultan el Pacto de Toledo y que el ataque se viene a las pensiones por el Producto Europeo de pensiones privadas. La «pretendida» salida de la crisis (estamos en la «postcrisis» dicen los medios) oculta la sucesión de EREs que se están llevando a cabo: Vestas, Alcoa, Citroen, CEMEX, etc.
El nuevo gobierno es parte del problema, no de la solución,… pero puede aparecer como parte de la solución gracias a los quehaceres de la izquierda posibilista, la que considera la política el «arte de hacer lo posible» no el «arte de hacer lo necesario».
Con el «superdomingo» de que hablan quieren resolver el problema central que hoy tienen, una extrema derecha que tiene tres cabezas, PP, Cs y VOX, representando al capital más corrupto, el que vive de las cuentas del estado, las grandes constructoras, la industria del carbón, el aparato del estado instalado en Madrid, etc., y que ha perdido posiciones tras la salida de Rajoy del gobierno; y una derecha progresista, representada por el gobierno de Sanchez, que quiere hacer lo que Rajoy impidió, «modernizar» el Estado Español, con el ministerio de Transición Tecnológica a la cabeza, cerrando térmicas de carbón e industria contaminantes, subiendo el precio de carburantes, etc. Que miles de puestos de trabajo estén en peligro, que los trabajadores y trabajadoras tengan que pagar más por ir a sus puestos, es secundario… Lo importante es «modernizar» la economía: la última vez que el PSOE quiso «modernizar» la economía, la industria del estado español despareció al servicio del capital aleman, francés, holandés, … ; y solo quedó el turismo.
Esto es lo que divide a la coalición Cs, PP y VOX de la de PSOE-Unidos Podemos: en medio, la clase trabajadora y los oprimidos sin una voz propia.
El «super domingo» es el mecanismo de la democracia capitalista, para resolver una aguda contradicción intercapitalista. Dicho de otra forma, es la quintaesencia de las elecciones burguesas; en vez de ir a la guerra entre ambos sectores, se llama a la vía «pacífica» del voto. La población escogerá a quien le va a oprimir por otros cuatro años, o la derecha casposa y contaminante PP/Cs/VOX, o bien la derecha progresista y «limpia» de PSOE, y sus aliados de izquierda.
En el camino, intentarán desactivar todas las movilizaciones que hoy atraviesan el estado español; reintegrarlas en la perspectiva electoral, llamado a que con su «voto podrán cambiar las cosas»; se apoyarán en la memoria de pez que la sociedad española tiene. Con la legitimadad que pueden dar los votos, el sector del capital dominante tendrá las manos libres para desarrollar sus politicas.
Frente a la burda maniobra de querer legitimar este regimen en desguace, es preciso levantar un programa claro de «emergencia social» y «nacional», que se concreta en la exigencia de la convocatoria de una Asamblea Constituyente que garantice la resolución de las necesidades sociales y politicas de la población trabajadora.