“Esto no es por lo que votamos no”, se lamentaba Anna, una empleada bancaria. “La gente está muy decepcionada. Son las mismas medidas que había antes del referéndum”, afirmó Panayiota, que atiende la cafetería del barrio.
La decepción que sienten estas dos trabajadoras griegas (y seguramente también los millones que en Grecia y en el mundo apoyamos el NO en el referéndum y festejamos su triunfo) está más que justificada. Después de esa gran victoria, que mostró la firmeza del pueblo griego y su disposición a enfrentar a la Troika (FMI, UE y BCE) y sus dictados, el gobierno de Syriza volvió a capitular presentando una propuesta básicamente igual a la que había sido rechazada ampliamente en la votación del domingo 5 de julio pasado.
No hay otra palabra para definir la posición de Syriza que “traición” a las aspiraciones de quienes la llevaron al gobierno (como expresión distorsionada de la durísima lucha de los años anteriores) y también al resultado de la reciente votación. Fue una “traición anunciada” ya que Alexis Tsipras, apenas concluido el plebiscito, no lo consideró un mandato popular de lucha y ruptura sino una base para “negociar mejores condiciones”.
Pero ni siquiera negoció “mejores condiciones”: capituló en toda la línea aceptando las exigencias centrales de la Troika como mantener la deuda externa en su valor actual (sin ninguna quita o reducción), la modificación del sistema de jubilaciones, el aumento del impuesto al turismo y la continuación de las privatizaciones.
Y lo más importante, a cambio de una refinanciación de la deuda puramente contable por tres años (es una refinanciación que beneficia a los países y bancos acreedores ya que no ingresará ningún dinero real al país), Syriza acepta que la Troika asuma la dirección real de la economía del país. Lo mismo que hicieron, en su momento, los gobiernos del PASOK y la Nueva Democracia. No es casual que los diputados de estos partidos hayan apoyado en el Parlamento la propuesta del gobierno.
El gobierno de Tsipras ha hipotecado casi todo su mandato y lo ha atado al carro de la Troika. Con ello (al igual que sus antecesores), ha decidido transformarse en pleno administrador colonial del país y se prepara para atacar cada vez más a los trabajadores y al pueblo griego, como ya lo había hecho al confiscar el dinero de los hospitales y los municipios para pagar la deuda externa. Triste final para quien generó tantas expectativas de cambio.
Las razones de la traición
Lamentamos esta traición del gobierno de Syriza a los trabajadores y al pueblo griego. Pero no nos toma de sorpresa: alertamos sobre esa posibilidad cierta en numerosos artículos y declaraciones. Por ejemplo, en nuestra declaración del 11 de mayo pasado, señalamos:
Para entender esta política, es necesario partir de algunas definiciones centrales. La primera es el carácter de clase del actual gobierno griego. Un carácter que, de acuerdo al marxismo, no puede ser definido por la ideología o por el origen de clase de sus miembros sino por el carácter de clase del estado que administra y defiende. De acuerdo a este criterio, el de Syriza es, sin dudas, un gobierno burgués sin ninguna intención de cambiar el estado capitalista de Grecia. […]
Se trata de un gobierno burgués “atípico” que denominamos de frente popular. Es decir, un gobierno en el que el papel principal lo asumen organizaciones obreras o pequeño burguesas de izquierda dirigentes del movimiento de masas, que gobiernan con sectores minoritarios de la burguesía. En realidad, el gobierno Syriza no es ninguna novedad histórica: es la actualización de viejas fórmulas de gobiernos de colaboración de clases, utilizadas muchas veces en el pasado, especialmente en períodos de gran ascenso de masas, para intentar maniobrar en esa situación y derrotar ese ascenso. Sólo que ahora el lugar que antes ocupaban en los gobiernos los partidos socialdemócratas o los viejos partidos comunistas es ocupado por nuevas formaciones como Syriza (o quienes aspiran a ese papel, como Podemos en España). […]
La segunda definición es que Grecia es un país semicolonial. Es decir, es un país con pactos políticos y económicos que lo subordinan al imperialismo, como los expresados en el carácter de su pertenencia a la UE y a la zona euro (que significó, por ejemplo, la destrucción de su principal industria: los astilleros navales) o a través de la deuda externa y sus consecuencias (los sacrificios para pagarla y la supervisión permanente de su política económica). En su subordinación al imperialismo, la situación de Grecia es similar a la de los países latinoamericanos. […]
El gobierno de Syriza, ante la alternativa de hierro de responder a las aspiraciones del pueblo griego o capitular ante la troika, optó por este último camino de capitulación. Queda demostrado así que todo gobierno que no rompa con la burguesía y el imperialismo acaba siendo (más temprano que tarde) instrumento del capital financiero. (1)
¿Qué hacer ahora?
Muchos trabajadores griegos que confiaron en Syriza y en el gobierno de Tsipras se sienten decepcionados. Pero esa decepción no debe llevar a la parálisis sino a retomar el camino de la dura lucha que se hizo contra los gobiernos del PASOK y Nueva Democracia, y cuya convicción se reafirmó en la votación del domingo 5 de julio.
A todos los trabajadores/as y al pueblo griegos, les planteamos que no hay más camino que su movilización y su lucha, independiente del gobierno. Es necesaria una huelga general en defensa de las reivindicaciones básicas de los trabajadores y contra los planes de austeridad negociados por el gobierno de Tsipras con el imperialismo.
Es necesario construir organismos de Frente Único que, en las calles y en los lugares de trabajo, puedan combatir los planes de la Troika y todas las medidas de austeridad. Así se irán construyendo las bases para un verdadero gobierno de la clase obrera, sostenido en la movilización de los trabajadores/as y el pueblo y con el apoyo internacional. Esa es la única vía para derrotar el ataque imperialista y construir una salida obrera para Grecia y Europa. Los trabajadores/as griegos deben desde ya preparar la movilización contra cualquier posible plan y medidas de austeridad que el gobierno Syriza-ANEL (apoyado hoy de hecho por el PASOK y la Nueva Democracia) deberá aplicar por sus compromisos con la UE y la Troika.
Los que en el interior de Syriza (como la Plataforma de Izquierda-DEA) fueron contrarios a la firma del nuevo acuerdo (y votaron contra esta propuesta en el Parlamento) no pueden seguir sembrando ilusiones en este gobierno: se hace impostergable romper con él, organizar la oposición obrera y popular (junto con otras organizaciones de izquierda que no forman parte del gobierno) y construir el frente único de los trabajadores, independiente del gobierno y para luchar contra él.
Y, más que nunca, llamar a la solidaridad de los trabajadores y los pueblos europeos frente a esta lucha, levantando la bandera de una Europa unida de los trabajadores y los pueblos, opuesta a esta UE del imperialismo y las burguesías nacionales serviles.
¡NO es NO!
¡Suspensión inmediata del pago de la Deuda Externa!
¡NO a ningún plan ni medida de austeridad!
¡Fuera la TROIKA de Grecia!
¡Por la inmediata nacionalización de la banca!
¡No al pacto Syriza-PASOK-ND!
¡Por un Plan de Rescate de los trabajadores/as y el pueblo!
¡Por u gobierno de los trabajadores y el pueblo!
¡Por la unidad de la clase obrera europea para enfrentar los planes de austeridad!