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El problema de la vivienda en la crisis del capitalismo

Pareciera que el problema de la vivienda de la clase obrera y los sectores populares de la sociedad surgiera en la actualidad, como si en el pasado ya se hubiera resuelto de manera satisfactoria y el problema se ciñera a la política neoliberal del PP y sus amigos; y nada más lejos de la realidad.

Por: Corrente Vermella

Las luchas por el acceso a una vivienda digna se pueden remontar a la Unión de Defensa de Inquilinos, creada en 1919, y la huelga de alquileres de 1931 en Barcelona, organizada por la CNT y grupos vecinales.​

Durante el franquismo, el masivo éxodo rural a las ciudades y la falta de planificación urbanística llevó a la creación de nuevos barrios periféricos caracterizados por el chabolismo y los barracones, lo que en los años finales del régimen y la Transición generó movilizaciones y protestas en las grandes ciudades siendo el eje de lucha de las AA de Vecinos de todo el Estado, con luchas emblemáticas como las del Pozo del Tio Raimundo u Orcasur en Madrid.

Tan grave era el problema de la vivienda, que dio origen a filmes tan emblemáticos como El Verdugo y El Pisito. Así que, que no se venga ahora con el “adanismo” de fórmulas mágicas, para intentar solucionar un problema estructural del capitalismo con parches y subvenciones que solo alimentan la especulación.

El tipo de vivienda que hoy se construye con cocinas, lavadoras, etc., individualizadas, tiene un nicho de mercado, el nucleo familiar de la sociedad burguesa sea esta del tipo que sea, que favorece la especulación con los precios. Si la sociedad se basara en la socialización y colectivización de los servicios como los comedores, lavanderías, guarderias, etc., y con unas relaciones sociales basadas en otra logica que no sea la capitalista que rompieran con la estructura familiar patriarcal, obviamente el tipo de vivienda y urbanismo cambiaria desde la raíz.

La proletarización de la sociedad como origen del problema de la vivienda

Una de las señas de identidad del capitalismo es que convierte en mercancía todo lo que existe en la faz de la tierra y más allá (la competencia por la explotación de la Luna). Sobre la base de la separación del ser humano de la producción de los bienes necesarios para su reproducción – la llamada “economía natural o de subsistencia” -; los obliga a vender su fuerza de trabajo para ganar el salario con el que comprar muchos de los productos que antes fabricaban en la familia, alimentación, vestido, y …, por supuesto la vivienda, sujeta, como todo lo anterior a las leyes de mercado capitalista.

De ahí que toda propuesta en torno a la falta de viviendas que no apunte a su “desmercantilización”, como planteaba Engels en la Contribución al Problema de la Vivienda son saludos a la bandera.

Los llamamientos a “construir más viviendas”, cuando hay 4 millones vacías, solo apuntalan uno de los sectores claves de la economía española, la construcción y la especulación. No tienen como objetivo resolver el acceso a la vivienda, sino favorecer a un sector clave del capitalismo español, el que se hundió en la crisis del 2007/8, tal y como vienen haciendo desde la dictadura, cuando un ministro franquista dijo, en los años 40, que había que hacer un “país de propietarios no de proletarios”.

De esta manera neo proudhoniana (era Proudhon quien proponía que para resolver el problema, “los obreros debían ser propietarios de su vivienda”), el franquismo mataba dos pájaros de un tiro, creaba un mercado en un sector de la economía, la construcción, y “desproletarizaba” a la clase obrera, al atarlos a las cadenas de los préstamos hipotecarios.

La nacionalización del suelo y el control de precios

“Desmercantilizar” la vivienda supone sacarla del mercado, y para lograrlo la primera medida es la de nacionalizar el suelo. Pero la respuesta del capitalismo a la crisis del 72/73 apuntó en el camino opuesto con el vendaval privatizador que se extendió a todos los sectores de la economía, del que la vivienda y el suelo no podían escapar.

En esta linea, el PSOE con la Ley Boyer acabó con las rentas antiguas que garantizaban unos alquileres baratos, liberalizandolos; pero fue la Ley del Suelo de Aznar la que sentó las bases para el desastre actual, cuando permitió a los ayuntamientos urbanizar todo el suelo y fomentó la venta de propiedades municipales, al ligar su financiación y presupuestos a la construcción. Esa ley convirtió todo el suelo del Estado español en un gran mercado …, que condujo de cabeza a la crisis del 2007/8.

Sin su derogación, todo lo que se haga va a estar lastrado por la misma lógica, el gallinero estará en manos de los zorros; el suelo municipal donde se construyen las viviendas pasará a manos privadas y sobre él surgirá el mercado de la vivienda. Un negocio redondo que, además, fomenta la corrupción en la lucha por las licencias de obras.

El stock de viviendas está sobresaturado con 4 millones de ellas vacías en todo el estado; y para justificarse por no ponerlas a disposición del público, la ministra de Vivienda en una sesión de control al gobierno afirmó, “no se puede hacer porque muchas de ellas están en zonas con baja demanda”.

Que no mientan, por favor; el gobierno sí apuesta por el “control” de precios …, solo que para no perjudicar a los arrendadores, no se satura el mercado. Ya se sabe, según las leyes del mercado si la demanda supera a la oferta, los precios suben; y al revés, si la oferta supera a la demanda, los precios bajan. Por eso, el estado que a través de la Sareb es propietaria de millones de pisos vacíos no los pone en circulación, bajarían los precios y los arrendadores perderían los pingües beneficios que les da la escasez de oferta.

¿Controlan o no los precios?, lo hace, solo que al alza; no vaya a ser que los grandes arrendatarios se cabreen con el gobierno “más progresista” de la historia.

De la misma manera que la “desmercantilización” de la vivienda nacionalizando el suelo y las ya existentes es una precondición en el camino de garantizar el acceso de la población trabajadora a una vivienda digna, el control de precios es una medida que debe garantizar que además de “digna” es barata y asequible.

La “nacionalización” supone la propiedad del estado a través de sus instituciones, y por lo tanto excluye por definición la propiedad privada de una vivienda. El acceso a la vivienda debe ser a través de alquileres vitalicios, con un pago por el arrendamiento al estado de un porcentaje fijo no superior al 10% del salario -los expertos bajo el capitalismo recomiendan un 30%, porque hay que garantizar los beneficios empresariales -, y la prohibición de la posibilidad de su transmisión, sea venta o herencia, puesto que esta via sería una puerta de entrada a la acumulación de viviendas en pocas manos.

El control de los precios se debe establecer desde el aparato del estado bajo control de las organizaciones obreras y vecinales.

Medidas transitorias o transicionales

Muchas personas se preguntarán, bien, de acuerdo en que hay que acabar con el capitalismo para resolver el problema de la vivienda, pero, mientras esto no sucede, ¿qué hacemos?

En primer lugar, explicar eso, que la lucha por la vivienda digna solo llegará a buen puerto cuando sea un derecho social y no un “nicho de mercado” para especuladores y capitalistas, porque el problema, como veremos, no es exclusivo del Estado Español, sino que abarca a toda la Unión Europea; es estructural al sistema.

Por ello toda propuesta que se levante, debe hacer parte de un programa de transformación socialista de la sociedad, no de medidas transitorias vigentes en función del gobierno de turno sino transicionales, favoreciendo la movilización social que apunte a la raíz del problema, la propiedad  privada del suelo y la vivienda.

En la mayoría de los países de la OCDE, los precios de la vivienda subieron a tasas de dos dígitos entre 2015 y 2023. Más de la mitad de los alemanes vive de alquiler, y el 80% de la población berlinesa no tiene vivienda en propiedad, sino que paga un alquiler por ella. Según un informe publicado el mes pasado por el banco Berlin Hyp AG, los alquileres han aumentado más de un 18%, hasta alcanzar casi 14 euros por metro cuadrado.

Casi el 15% de los jóvenes de la UE tiene dificultades para pagar el alquiler, según nuevos datos de Eurostat, y miles de ciudadanos de la UE no han podido pagar el alquiler en los últimos 12 meses, una media del 6,3% en todos los países de la UE. Esta cifra ni siquiera incluye a las personas en riesgo de pobreza o exclusión social. Grecia tiene la tasa más alta de personas con dificultades, el 17,7%, seguida de Francia (16,7%), Eslovenia (10,5%) y Países Bajos (10,4%).

Los que peor lo tienen, la franja de edad de 16 a 29 años, con casi el 15% de todas las personas de la UE que no han podido pagar el alquiler en los últimos doce meses, una media del 9,5% en todo el bloque si consideramos únicamente a las personas que no están en riesgo de pobreza: el 23,8% en Francia, el 23,4% en Grecia y el 16,1% en Países Bajos.

Es obvio que hay que luchar por medidas transitorias, pero si se pierde de vista el carácter estructural del problema de la vivienda, será pan para hoy y hambre para mañana; como demuestra el ejemplo austriaco, presentado como una vía de solución.

En Austria, como un residuo de las luchas obreras revolucionarias en lo que se llamaba “Viena la roja”, la municipalidad garantizaba que el 80% de la construcción de viviendas era de carácter social, frente al 20% privado, lo que permitía un control de los precios y evitaba la especulación. Pero los bajos tipos de interés de los años pos crisis del 2007/8 abrieron la puerta a las apetencias del capital de entrar en ese mercado, y ahora la relación se ha invertido; el 80% de la construcción de viviendas es de carácter privado, y solo el 20% público. El capitalismo en crisis corrompe todo lo que toca.

Como es evidente, la más perjudicada es la juventud obrera y estudiantil, especialmente afectada por los bajos salarios y la precariedad; por ello son las organizaciones sindicales, especialmente el sindicalismo alternativo (ninguna confianza en los grandes aparatos), las organizaciones estudiantiles y vecinales (las pocas AAVV combativas que queden), deben ponerse a la cabeza buscando la coordinación en la UE, y retomando las luchas obreras y sociales del siglo pasado por una vivienda digna en el marco de la lucha por el socialismo.

Galiza, 28/10/2024

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